lunes, mayo 28, 2007

Llega el verano, y si nada lo remedia me lo voy a pasar enterito trabajando en el Hospital, y es algo que me desagrada y mucho, porque el hecho de no poder escaparme siquiera unos días a la playa me deprime un poquito. Sólo tengo una oportunidad: que ese colegio privado con el que he entablado conversaciones me llame para trabajar de profesor y entonces tendré agosto para disfrutar de días de asueto y esparcimiento. Además, así podré dejar atrás la temporalidad que me ofrece el hospital y del hecho de tener que estar siempre a la disposición de ellos, por culpa de esta pésima contratación que hay hoy en día en España.
No me quiero hacer ilusiones, porque cuando uno se las hace se pega unos batacazos tremendos, como cuando te llevas el primer desengaño amoroso. Al fin de al cabo, en la vida hay que mantener a raya la ilusión, que la muy puñetera viene en forma de alas de cera y no estamos para hacer el Ícaro.
LLega el buen tiempo, y parece que el alma se despierta. No pido tanto, acaso unos pocos días para escaparme con mi mujer y poderme bañar en la playa y dar paseos a la caída de la tarde. Me creo hombre de gustos sencillos y no pido tanto.
Qué demonios, a veces me siento afortunado porque yo he vivido eso y hay muchos que no han tenido el privilegio de caminar tranquilos en una playa.
Gracias a la vida, dice la canción. Pues eso, gracias, pero no me prives de esas cosas que una vez tuve.