martes, julio 17, 2007

Ahora mismo, si levanto la vista del ordenador, puedo ver, a través de mi ventana, un pequeño parque, en donde crecen un pino, varios prunus y verde césped. Lo que no crecen son los perros que traen allí sus dueños a defecar. En Laguna las viviendas son pequeñas y por tanto, al igual que se pide al IKEA módulos pequeños que quepan en nuestras casas, se piden perros pequeños. Aquí no queremos mastines, pastores alemanes, gran daneses, San Bernardos ni nada por el estilo; aquí lo que queremos son chihuahuas, pequineses y demás que ladren a una frecuencia estridente que moleste a los oídos de los vecinos, creando un efecto sorpresa con la consiguiente taquicardia al transeúnte que pasea cercano a estos canes. España es uno de los países con mayor tasa de ruido en las ciudades. No debemos perder esas tradiciones que nos han hecho grandes en el mundo y por eso debemos conservarlas. Nuestros canes nos ayudan mucho a conseguirlo y desde aquí les brindo mi homenaje.
¡Qué estampa más idílica! Estoy viendo cómo un pequinés está haciendo fuerza. Ánimo, pequeño, pon tu pequeña aportación a este mundo para que alguien se la lleve como recuerdo en el zapato, para que nadie pueda tumbarse en el césped, para que sepan aquí quién manda. Nosotros, los humanos, tenemos las ciudades, pero vuestros son los parques, que lo sepa el mundo entero. Y mientras, tu dueña te mira con sonrisa beatífica, casi tan orgullosa como cuando ladras a los vecinos al pasar y ella dice apelando a su compresión: "no se preocupe, es inofensivo" A muchos podrían darle ganas de gritarte: "maldito perro", pero lo más propio sería decir: "Maldita hija de perra".
Que se lleven sus daneses y sus mastines a los chalés de la sierra. La periferia bendice los chiuauas, que son alegría y enternecen con esos ojitos grandes y esos cuerpos enjutos. Vivan los pequineses y su cara de mala leche, capaces de ahuyentar al más pintado Rotweiler, por cierto, también muy de moda entre los hijos de las mamás con pequineses.
Recordad, amigos; hay dos señas de identidad que definen una ciudad: las deposiciones de las palomas y la de los perros tamaño mini. Si un día adornan vuestras solapas y vuestros zapatos, dáos por agradecidos: os han dado las dos grandes condecoraciones al mérito urbanita, el mayor galardón que la ciudad concede a sus hijos..