jueves, enero 11, 2007

A un compañero de trabajo le ha dado un infarto discutiendo con un paciente. El hombre venía muy enojado por lo que fuera y lo pagó con mi compañero. Éste asimiló la situación peor que otras veces y pese a ser de natural calmado (el puesto lo requiere, la gente viene por lo general muy enojada) ¡Zas! Infarto y en la UCI. Nadie es de piedra y no siempre te levantas igual.
Pese a que estamos para ayudar a los que entran por la puerta del hospital, a veces nos encontramos con gente que nos ve como sus enemigos, y no consideran que un hospital es una institución fundamentalmente para el auxilio de los demás. Yo, que llevo un tiempo detrás de ventanillas, me doy cuenta de que en general la sociedad todavía tiene la vieja idea del funcionario huraño, que no tiene otra intención que el obstaculizar las gestiones que la gente tiene que hacer. Este comportamiento del tópico funcionarial existente en el imaginario común ha sido “imitado” por algunas empresas privadas, que viendo las ventajas de tratar mal a la gente, ahora ofrecen un servicio de atención al cliente pésimo. Familiares míos, amigos y yo mismo hemos sido víctimas del mal servicio de atención al cliente de las empresas de telecomunicaciones. Malo por dos motivos: por cómo nos tratan a los usuarios y por cómo tratan a sus propios trabajadores, siendo estos últimos los receptores de nuestra ira, justificada hacia la empresa que representan, injustificada hacia ellos como mandados.
No digo que no se diera, en pasado, dentro de la administración, un comportamiento poco apropiado (vaya a la ventanilla b, le falta el formulario tal, aquí no se lo podemos arreglar, ésto no se lo podemos hacer,...) pero lo cierto es que he estado en varias administraciones como trabajador y os puedo decir que en la actualidad se procura dar un buen servicio al ciudadano y marearle lo menos posible. Ahora lo que se pretende es precisamente lo contrario: agilizar al máximo los trámites y evitar papeleo y quebraderos de cabeza innecesarios.
Es posible que todavía queden cenutrios que todavía se crean los amos del universo por ser funcionarios, pero mi experiencia es que lo que en general se quiere es dar buen servicio y facilitar las cosas al ciudadano al máximo.
Mi compañero está en una zona conflictiva de atención al paciente y os puedo asegurar que no está puesto allí para hacer la vida imposible a nadie. A nivel personal, es una persona pacífica y servicial. Tal vez, los nervios del paciente y ciertos prejuicios dieron lugar a una situación que podría haber acabado en tragedia.