martes, octubre 17, 2006

Hoy estado repasando unos poemas que escribí hace tiempo, y me he dado cuenta de que mi escritura siempre tiende a revelar cierto pesimismo, cosa que me da rabia porque creo que en mi vida cotidiana no doy imagen de eterno amargado. No, de verdad, no soy un tipo escuálido y plúmbeo que en el otoño esconde su cara de Dómine Cabra tras una bufanda que le sirve además de moquero, y que deja con su negritud ante la vida a Schpenhauer a la altura de Mortadelo disfrazado de Lola Flores. No, no es el pesimismo mi bandera.
Quizá la cosa venga de esa sensación de desamparo que tenía entonces y que tengo ahora. Por cierto, seguro que no es muy diferente a la que muchos de vosotros tenéis: ya sabéis, el no tener controlado el qué va a pasar mañana o si vas a perder todo lo que has conseguido.
Lo curioso es que cuando escribí esos poemas tenía mucho menos de lo que tengo ahora, y había logrado muchas menos cosas. Sí, la verdad es que muchas de las cosas que yo anhelaba, tanto en el plano material como en el emocional, ya las he conseguido, ¿entonces, por qué tengo la misma sensación de inestabilidad y por qué no decirlo, de miedo, que tengo ahora?
Hablando de miedo, No sé si llegásteis a ver ese anuncio horroroso de la BMW que decía que si el miedo era bueno, que si el miedo era necesario, blablablá... Qué asco, ¿verdad? No hay nada más esclavo que el propio miedo. Miedo a perder lo que tienes, miedo a las agresiones externas...Yo creo que una de las 176 razones que me han llevado a preparar la oposición es el miedo al futuro, a seguir estando inestable.
En cualquier caso, el miedo es el padre del pesimismo y es, además...
Una mierda.
No se puede ser feliz teniendo miedo.
Jamás os compraré un BMW, por listos.