domingo, febrero 04, 2007


Este fin de semana fuimos un grupo de amigos a un albergue a disfrutar del campo. Estábamos ayer dando un paseo nocturno, y en nuestra conversación surgió la idea que siempre sale cuando vas al campo y te lo pasas bien: ¿por qué no mando todo al carajo y me voy a vivir a un pueblo?
El silencio, la vida sosegada, el aire puro, los atractivos de una vida sencilla. Es muy tentador. Nosotros no elegimos vivir en ciudad. Fueron nuestros padres, que dejaron su vida de agricultores y cambiaron también nuestro destino. Pero la ciudad no nos gusta. Mucha prisa, mucha contaminación y mucha infelicidad.
A quién no le gusta el campo en un paseo nocturno...la conversación se vuelve placentera, el caminar, sosegado. Se valora más que nunca la amistad. En la gran urbe, hemos dejado atrás las rigideces sociales y la hipocresía. ¿Quién no desea venirse al campo?
Empiezas a hacer cálculos: cuánto costaría el hacerte con una casa, con cuánto podrías vivir... la idea va tomando forma. Pero ahora vienen las dudas. Recuerdas que ahora tus conocimientos en programación de vídeo o de itinerarios de transporte público o de carreteras ya no te valen de nada. Ahora necesitas saber cuándo es más idónea la siembra de la patata o cuánto abono debes echar para que te salgan unos buenos tomates. ¿y eso quién lo sabe? Buscas en el google. ¡Vaya, pues hay información sobre el cultivo de la patata! También he encontrado un abono magnífico para el tomate llamado COMPO. ¿Lo venderán en el Leroy Merlín? No sé, preguntaré a mi abuelo si ése es el abono que utilizaba. Aún así, necesito saber muchas más cosas... ¿Cuándo es más idóneo el ordeño de las vacas? ¿Es conveniente darlas un besito antes del ordeño o basta una caricia? ¿Qué tipo de ovejas tengo que comprar para obtener un buen queso de cabrales? ¿Cómo debo asistir en el parto a una gallina?¡Uff, cuántas cosas me quedan por aprender!
Ahora empiezo a valorar las cosas que sabían mis ancestros y que por desgracia, se han llevado a la tumba. Una sabiduría que desconozco, que yo no tengo pero que es fruto del trabajo y el ingenio de cientos generaciones, durante varios milenios. Mis antepasados se han dedicado a la agricultura desde que se pierde la noche de los tiempos. Son las generaciones de mis padres y mía las primeras que no se dedican a la agricultura ni a la ganadería.
Tengo una sensación de vértigo. ¿Y si la civilización desaparece? ¿Y si desaparece el google? ¿Dónde encontraré los métodos y herramientas de supervivencia que utilizaran mis antepasados? Soy comida de buitres si esta civilización se destruye. Un incapaz urbano que no sabe dónde obtener la leche si no hay un supermercado cerca.
Tiene razón el cretino: voy de culo y contra el viento. Dependo demasiado de la sociedad en la que vivo. Soy un pájaro que no escapa de la jaula en donde está aunque le abran la portezuela. Necesito el alpiste comprado en el Carrefour. El campo está a unos pocos kilómetros de donde vivo, pero mi distancia psicológica esw muy grande.
En fin, algún día deberíamos tomar la decisión mi chica y yo de irnos a vivir a un pueblo. Lo he hablado con mi mujer en alguna ocasión. Yo no he hecho más que oir maldiciones sobre el campo por parte de mi familia, pero no estoy seguro que sea mejor la ciudad. También es verdad que ha habido urbanitas que se han ido a vivir al medio rural y han fracasado. Es muy difícil romper los esquemas de vivir en la gran urbe. Yo los tengo grabados a fuego en mi cerebro. Pero quién sabe; a lo mejor nosotros tenemos éxito. Quién sabe.
No debe ser tan difícil asistir en el parto a una gallina.