martes, febrero 27, 2007


Para que un personaje de cualquier obra literaria trascienda tiene que tener una personalidad propia inolvidable y nada plana: inolvidables son los personajes de la serie de Makinavaja del tristemente desaparecido dibujante Ramón Tosas, IVÁ. De planos sólo tienen que están hechos en dos dimensiones.
Aparecieron en la revista española el Jueves allá por los ochenta. Es una revista de corte satírico e irreverente que ha tenido en nómina a parte de los mejores dibujantes independientes. Y hablando de independencia, se puede decir que es el único medio escrito aquí en España que no obedece a espurios intereses económicos.
Se puede considerar la serie Makinavaja como un cómic de corte anarquista, por la libertad de pensamiento y por la irreverencia mostradas. Ramón Tosás se inspiró, dice el mito, para el personaje principal que da nombre a la serie, en un delincuente real que estuvo envuelto en un asunto turbio del cual se hicieron eco los periódicos de la época.
Maki es un atracador de bancos que estuvo en la cárcel durante el franquismo. no por ideología, pero estuvo. Debió ser por el contacto con los presos políticos, lo cierto es que Maki, pese a ser marginal y apartado de la sociedad, desarrolló una conciencia de clase y una querencia por las utopías. Pero también le hizo un hombre curtido en la vida, tal vez debido a los golpes recibidos por sus brutales circunstancias. Pasados los años, en la España de la democracia, Maki sigue a lo suyo. Eso sí, más viejo y más nostálgico. También más utópico, por qué no decirlo. Le acompaña su amigo el Popeye, que menos preocupado por las utopías, sí que lo está por su sobrepeso. Es el gordo eternamente a dieta. Está mucho más apegado al terruño que Maki y es menos culto. Pese a eso, es el compañero de fatigas. Les acompañan el Pirata, el moromierda, el pitufo y otros personajes secundarios.
Del Makinavaja se hicieron obras de teatro, películas de cine y una serie de televisión. Pese a la muerte de IVÁ, en el jueves no se atreven a dejar de reeditar la historias de Makinavaja. Su frescura, su humor y su calidad justifican que sigan haciéndolo. Con el Makinavaja puedes reír y hasta hacerte pensar. Sigue vigente.
El hueco dejado por la serie es muy difícil de rellenar, porque los personajes están muy bien construídos. Realmente hace tiempo que no me encuentro, ni en el cine, ni en las novelas, ni mucho menos en los cómics, personajes tan bien retratados como los de aquél cómic. Habría que recurrir a los clásicos para encontrarme a seres de papel que parezcan estar tan vivos como aquéllos. O a Mafalda.
Recomiendo, a todos los que no los conozcan, su lectura. Eso sí, tendrán que tener el ánimo preparado para grandes dosis de humor negro, que lo hay por litros de tinta. Pero estoy seguro que la lectura de esos cómics será de mucho provecho para quien se anime a hacerlo.
Es una pena que Ramón Tosás se nos fuera en un accidente, allá por el 93.