Ayer felicité a una compañera, porque logró por fin la ansiada plaza fija. Quedó la primera de novecientas personas con lo que, se mire por donde se mire, se puede calificar los suyo como una gesta heroica. Anónima, pero heroica.
El proceso de selección se basó en tres cosas:
-Un concurso de méritos
-una prueba psicotécnica
-Y para los que pasaran los dos cortes anteriores, una entrevista personal.
Yo salí muy bien parado en la prueba psicotécnica. Por desgracia, los puntos que yo tenía de méritos profesionales eran muy exiguos, así que me quedé en un lejano puesto en la tabla, que significa que voy a seguir una buena temporada con la tortura psicológica que es la contratación temporal, que hace, entre otras cosas, que este verano me quede sin las merecidísimas (ahora más que nunca) vacaciones. Mi chica está que trina y yo veo pasar el verano silbando.
Me alegré muchísimo por mi compañera de trabajo. Llevaba tres años como interina en el hospital. Se trata de una mujer buena, entrada en la cuarentena, de espíritu joven, inteligente pero con la autoestima muy baja, muy buena persona y gran trabajadora. Creo que se ha hecho justicia con ella. Además, está entrando en esa edad peligrosa en la que muchas puertas se cierran. Si no, que se lo pregunten a ese director financiero del que os hablé en una entrada pasada, víctima de ese retorcido criterio que tienen las empresas, para las cuales un ejecutivo de más de cincuenta años queda feo y daña a la vista.
A ella le pasó lo que para mí hubiera deseado que me pasara no hace más de un año: yo también era interino, llevaba tres años en la universidad, pero un criterio de selección bastante menos benévolo con los interinos que el del hospital me puso de patitas en la calle. Bueno, han tenido algo de piedad: me han llamado para trabajar dos meses. Debería estarles muy agradecido a los muy...
Reitero: con ella se ha hecho justicia. Llevaba dos o tres contratos encadenados y me consta que no entró por ningún enchufe ni recomendación. Aunque este proceso selectivo se hizo para que gente como ella tuviera ventajas, creo que lo que ha pasado es lo que deben hacer las empresas con los trabajadores que funcionan: perpetuar su contrato en el tiempo.
"Ahora te toca a ti" Me dice mi buena compañera mientras nos tomamos un café que paga ella, por supuesto, faltaría más. Desea que me saque lo de profe del año que viene. Le deberé una cena si lo consigo. En mi oposición también se valoran los méritos de los que han trabajado antes de profesor. Lo tendré difícil, pues nunca he ejercido de tal dentro en la administración. Mi experiencia se reduce al voluntariado o a clases particulares, méritos que no cuentan para el baremo.
Me pregunto cuándo podré tener yo esos ojos luminosos y esa sonrisa perdida en el infinito que a ella le han quedado.
miércoles, junio 27, 2007
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