domingo, febrero 11, 2007

Lo siento de verdad. Me cuesta admitirlo. Es muy difícil para mí deciros esto:
Practico la autocensura.
Hay cosas de mi pasado de las que podría hablar pero me las callo, hay cosas que pienso pero no las digo. Podéis pensar que he sido claro y diáfano e intuís mi ideología, pero con todo, reconozco que hay cosas que me callo. No quiero causar ningún daño a los que me quieren y me leen.
A veces también podría dejar lo puesto por las teclas, pero corrijo párrafos enteros, tal vez quitando espontaneidad al fruto de mis pensamientos que son estos negros sobre blancos. Escribir no es el acto más sincero del mundo, pues escribir es seleccionar. Una novela es una sucesión de eventos seleccionados por el escritor sobre otros, un poema es dar protagonismo a una emoción callándose otras; los poemas de amor vienen desnudos de sexo; los poemas épicos nos censuran la cobardía del héroe; las novelas picarescas la gallardía del pícaro.
Cuando se escribe una autobiografía se elude los episodios más innobles. El tener una visión más agradable de uno mismo ya es autocensurar.
Se podría decir que la autocensura es mala, pero también es inevitable. El querer dar lo mejor de uno mismo es un acto de omisión y según los cristianos, por omisión también se peca. Por cierto, puedo deciros que he renegado del cristianismo, pero sabéis que mi comportamiento tiene tanta influencia de la conducta predicada por la iglesia, que se me hace muy difícil decir que he dejado de ser cristiano.
No quiero engañarme y no quiero engañaros, pero el acto de escribir es ya de por sí un engaño. Cuando la verdad se selecciona, que es lo que mayormente se hace en un blog, estás engañándote y estás engañando.
El arte es en realidad la búsqueda de mentiras: un actor miente cuando actúa, un pintor miente cuando pinta y un escritor miente cuando escribe. Sus trozos de realidad son agujeros donde podemos ver parcialmente. ¿Por qué entonces nos gustará tanto mirar por ellos?
No os voy a contar todo. No busquéis, porque no vais a encontrar. los críticos lo que hacen es engañar cuando "traducen" las obras a los demás mortales y yo os estoy engañando.
Estuve a punto de no escribir sobre la autocensura, pero no quise caer en ella.
¿Os lo creéis?