domingo, agosto 19, 2007
Una de mis frases favoritas es aquella que escuché una vez por boca de un entrevistador de uno de esos siniestros procesos selectivos a los que me tengo que enfrentar por obligación. La frase en cuestión viene a decir: "el sentido común es el menos común de los sentidos" ¿Será verdad? Yo veo sentido común a raudales. Yo practico el sentido común; tú practicas el sentido común; él Practica el sentido común; nosotros practicamos el sentido común; el mundo entero es puro sentido común. Sabemos los mandamientos del sentido común actual, las leyes de un Moisés actual no escritas. Subí a la montaña y os las pongo en la piedra del ciberespacio:
El primer mandamiento que nos dicta el sentido común es "amarás el dinero sobre todas las cosas" Deberás atesorarlo, mimarlo, tratarlo con respeto, acrecentar el que tengas; deberás respetar la opinión del que más tiene, porque el dinero es la fuente de la sabiduría.
el segundo mandamiento del sentido común es "la naturaleza está a tu servicio. Despréciala, como desprecias a todos los que la sirven" Mira con recelo el campo, pese a ser de donde cogen tu alimento, como algo que el hombre ha superado. Mira con indiferencia a los hombres que viven en él, y compadécelos por no haber tenido el valor de irse a vivir a las ciudades.
El tercer mandamiento del sentido común es "sé individualista. Nadie hará nada por ti" Efectivamente, hoy nadie hace nada por los demás. Las ciudades son cementerios de zombies deprimidos, desvalidos, con el gran pesar de sentirnos sólos en el mundo, buscando en el diccionario qué significa "solidaridad" y de otros zombies que deambulan aunque se creen muy lúcidos.
El cuarto mandamiento del sentido común dicta "Cómprate un coche. Así podrás irte de vacaciones y no sufrirás las incomodidades del transporte público al ir a trabajar" y gracias a ello, en Madrid, puedes ver desde las afueras una cúpula siniestra que le cubre de un azul manchado de hollín.
El quinto mandamiento es "Consume. Vida sólo hay una y el comprar objetos es el camino más corto a la felicidad" Ese es le mandamiento más fácil de cumplir, el que todos más nos gusta. Y mientras, donde la vista no nos alcanza, donde no queremos ir, hay una montaña de basura cada vez es más grande, y está formada en sus capas superficiales por objetos cada vez menos usados.
El sexto mandamiento es "odia a aquél del que todo ignoras" Lo foráneo es peligroso por desconocido y los foráneos, que proceden de lo desconocido, son los seres más peligrosos y odiosos con los que te puedes encontrar. El miedo es uno de los indicadores más fiables del sentido común. Huye del extranjero, expúlsalo a la menor oportunidad. Tu miedo no puede equivocarse. Santifica las guerras, que matan a los foráneos.
El séptimo mandamiento, en relación con el anterior, es "odia todo lo que ignoras" Es decir, lo que te haga pensar, lo que necesite de tu reflexión, lo que te haga hacer el esfuerzo de mover a las neuronas. Deja a otros que piensen por ti. Lo que es difícil no merece la pena.
El octavo mandamiento es "Tanto tienes, tanto vales. La igualdad humana es una patraña. Por supuesto que unos somos mejores que otros y tenemos más derecho a la vida que otros" Siempre verás con estupor que la palabra del que más tiene será más escuchada dentro del poder que la que menos tiene. Nuestros democráticos políticos siempre cenarán con los grandes empresarios antes que contigo y conmigo, que siempre les pediremos lo mismo. Es la dictadura de los comensales.
El noveno mandamiento del sentido común es "si tú no protestas demasiado en una empresa te acabarán haciendo fijo, y podrás subir dentro del organigrama de la empresa y ganar más dinero" Gracias a eso, los españoles somos de los obreros más sumisos del mundo, y de resultas de ello nos premian con la mayor inestabilidad de Europa y con los salarios más bajos.
El décimo mandamiento nos dicta "Endéudate con los bancos, sobre todo para conseguir una vivienda. Cómprate una casa en lugar de alquilarla". Puede faltarte de todo, dicen las madres españolas, pero un sitio donde poder guarecerte nunca te ha de faltar. Siguiendo este sabio consejo, los españoles del baby-boom de los setenta nos hipotecamos hasta las cejas. De resultas de todo eso, tenemos las casas más caras del mundo a pagar en un tiempo casi infinito.
Seguid estos mandamientos al pie de la letra y no os harán felices, pero a lo mejor podréis sobrevivir. Ninguna religión ha hecho fácil el camino al hombre, y ésta, menos que ninguna. Debemos seguir así. Ya nos queda menos trecho de este absurdo camino.
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