martes, septiembre 25, 2007

Hace tiempo que leí por ahí que el varón es polígamo por naturaleza (de mi colección de datos inútiles, Tomo XI, pag. 712) y que la monogamia es la mayor aportación cultural de las mujeres. Una forma de control del otro sexo.
¿Quién inventaría esa teoría? Os aseguro que yo no. No es políticamente muy correcta, porque pone en evidencia el censurable deseo de todo hombre de ser un don Juan, de ir de flor en flor, y eso choca con una de las instituciones más respetadas de la sociedad: el matrimonio.
El matrimonio pasa por tiempos difíciles. Hoy en día en España el 50% de las uniones se van al garete, y parece ser que la cosa va a más. En el siglo pasado, la institución del matrimonio fue atacada duramente por el anarquismo y el comunismo, por ser el germen de una de las instituciones que más odiaban: la familia. Ya se sabe que la familia es el gran baluarte de la tradición. Sí se quería romper con el modelo imperante de sociedad había que atacar al más fuerte de sus pilares. Esto chocó con la realidad más inamovible: por mucho que tu quieras, tus padres no dejarán de ser tus padres, ni tus hermanos dejarán de ser tus hermanos. Así que la gente vivía en la contradicción de amar (u odiar) a su familia y someterse a las doctrinas del partido.
Eso inspiró a los jipis, que no por tales y por vivir en comuna eran comunistas; muchos se dejaron las pelambreras al viento obedeciendo a los cantos de sirena que llamaban al amor libre. Sometida a crítica la unión convencional del hombre y la mujer, llegó el "nos vamos a poner la botas jipis". Pero claro, sólo se ponían las botas algunos, más o menos los de siempre, y los despechados y enfadados por no conseguir la utopía fornicadora, se cortaron las melenas, se pusieron gomina,leyeron con fruición a Milton Friedman y son hoy los máximos adoradores de la familia, pues se han casado dos y hasta tres veces. A su manera, lograron ser los grandes jodedores del 68.
Entonces es falso que el hombre es polígamo por naturaleza. Sólo algunos lo son, generalmente los que cuyo físico mejor se ajusta al patrón de belleza al uso o los que mejor se venden a sí mismos. Y siempre ha sido así. Mientras que Don Quijote siempre ha sido el más progresista y monógamo de nuestros personajes nacionales, Don Juan siempre ha sido el más conservador y polígamo. Luego la idea de fornifollar a tutiplén nada tiene de moderno. El homínido de donde procedemos quería beneficiarse a todas la hembras. Pero llegó la mona y dijo que hasta aquí habíamos llegado. Por eso la madres de todos nosotros fue una mona africana y del padre no sabemos nada, salvo que vivió a la sombra de su mona y déjese usted de mirar otros traseros.
Y aquí acaba la breve historia de la poligamia humana. Justamente por donde no empezó.