lunes, julio 09, 2007

La gente no está acostumbrada a la franqueza. Sobre todo el novio de la chica que te pretendes ligar ¿Pues no debería estarme agradecido de ser sincero con su chica, y hacerla ver que mis intenciones eran nobles? Yo quería ser novio formal de ella. Como él.
Yo le comprendo: ves a tu novia, que es un pedazo de mujer, a la que un tipo medio pedo la está agarrando de la cintura, hablándole muy cerca del oído, y con todas las malas intenciones del mundo, cual Calisto a ritmo de George Dann. No es un cuadro que guste mucho de ver, seas lo celoso que seas: tres son multitud.
- Joder, llevo esperándote ni se sabe el tiempo ¿No quedamos en vernos en la plaza? Menos mal que me han dicho que estabas aquí; ya podía estar esperándote. ¿Y este pollo quién es?
- Es un compañero de clase.
- Vale, muy bien. Hala, hasta luego, chaval. Nos vamos a la plaza.
Yo noté que Natalia dudaba. Al final, creo que decidió que no estaba bien montar una pelea en el pub, que quedaba machista y todo eso. Inteligente y prudente, Natalia. Otras, en su lugar, habrían alimentado el espectáculo, toda chulas viendo cómo dos gallos se dejan hasta las crestas en una pista por ellas, gallinas cluecas, mientras el bakalao zumba que te zumba. "Esta tía vale lo que pesa, qué suerte tiene su maromo" Pensé-
- Bueno, Opo, nos vemos.
- Vale, Natalia. No sabes la alegría que me ha dado el verte.
- Vale, que sí, que pírate.. Me dice el novio.
"No le contestes, no líes más las cosas, Opo" Pensé -"De todas maneras, tiene razón" En fin, vi alejarse la oportunidad de ser feliz que se me presentó aquella noche. Qué se le va a hacer. No sabía si pedirme otra copa allí lamentándome de mi mala suerte (hacía poco que había visto por primera vez Casablanca, y en mi mente visualizaba a Rick borracho lamentándose de que su amor estuviera en brazos de otro) o salir a buscar a los colegas. Ganó el sentido práctico. Salí a la calle en busca de ellos.
Es una pena que las cosas nunca salgan como tú quieres ¡Cuánto cuesta conseguir todo! A unos más que otros, puesto en el camino a la plaza, vi a muchas parejas besándose como si hubiera llegado la apocalipsis y quedaran pocos minutos de disfrutar la vida. No pude evitar mirarlos con tristeza: se me fue Natalia.
En fin. Después de un rato de búqueda, encontré a mis amigos en la plaza, haciendo el gañán, bailando el paquito el chocolatero, sin duda, la canción de todos los veranos de las fiestas de los pueblos de España. Como quien no quiere la cosa, me uní al baile en la parte en que se hacen histriónicas reverencias, presentando el respeto a Dios sabe quién.