jueves, mayo 24, 2007

Mi tío, que es el poeta de la familia, solía decirme cuando yo era adolescente y más impresionable que ahora, lo siguiente:
- ¿Sabes opo, lo que decía mi suegro?
(cinematográfica calada de cigarrillo, teatral exhalación de humo azul. Quedamos los dos contemplando cómo asciende a través de la luz de la lámpara)
- Mi suegro decía que el dinero no existe.
¡Qué palabras para un adolescente idealista y cuánto me acordaba de ellas! Sobre todo cuando salía los fines de semana y no tenía ni para tabaco.
Y en cierto modo, mi tío tenía razón: ¿Dónde están los cientos de billones de pesetas que había en España? Se volatilizaron. Como si no hubieran existido. Ahora hay euros y ya nadie se acuerda de las pesetas, pese a la influencia que tuvieron en nuestras vidas.
En cuanto a los euros... Unos pocos años después de pasar mi adolescencia, participé en su génesis (si aceptamos el oxímoron de que algo que no existe tenga génesis). Estuve trabajando en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre justo antes de que saliera el euro, concretamente en la sección donde se cortan y empaquetan los billetes. Entonces sólo había enormes palés de papel pintarrajeado que iba a ser la futura moneda común europea. No tenían valor, no eran nada, no existían para el mundo. Sólo había papel pintarrajeado en gris, rojo, azul, naranja, verde, amarillo y morado ¿Por esto se va a matar la gente? Me preguntaba entonces con perplejidad.
Cuando consulto el saldo de mi cuenta corriente me sale unos números que puedo cambiar por esos papeles que yo fabricaba y a su vez cambiar éstos por cosas. O saltarme el paso intermedio de cambiar los números por papeles y cambiarlos por cosas con una tarjeta de plástico. O más difícil todavía: sin tarjeta, ordenando con los dedos a través de las teclas de mi ordenador.
Y también puede pasar ( de hecho ya ha pasado en diferentes puntos del planeta, en diversos períodos históricos) que de repente, esos números se conviertan, por arte de birli birloque económico, en un cero, y ya no pueda comprar ni leche ni garbanzos ni ropa, que es lo que importa en esta vida.(Sospecho que birli viene de birlar y que magos y economistas son de la misma escuela y ninguno de los dos grupos hace milagros).
El dinero es una de las primeras abstracciones que se le ocurrieron al hombre; es verdad lo que me decía mi tío: el dinero no existe.
Dejo a mi tío haciendo volutas de humo azul, y voy a ver si mis padres me levantan el castigo y me dan dinero para salir esta noche.
¡Cualquiera le dice al portero de la discoteca que el dinero no existe!