miércoles, noviembre 07, 2007

Últimamente me encuentro un poco cansado y tal vez por eso no escribo los artículos con la misma soltura que antes; creo que es por culpa de mi nueva adicción, que me está quitando la vida poco a poco y amenaza con arruinar mi entendimiento para siempre.
Estoy haciendo un esfuerzo intelectual bastante importante, y eso se nota a la hora de escribir. Estudio a escondidas, y tengo las neuronas tan cansadas que cada vez me cuesta más disimular. Menos mal que ya no las someto a la tensión, como antaño, de morir ahogadas por una ingesta de alcohol excesiva. Muchas murieron en letales baños de fin de semana. Algo hemos ganado, chicas.
Pero debería consultar en Internet si el estudio es causa de asesinato cruel de neuronas. Debe ser así, porque cada día me noto más desneuronado. No debería continuar con esta actitud tan irresponsable de estudiar tanto, pues estoy por la preservación de las especies en vías de extinción, como mis neuronas. Estudiar debería estar prohibido por ley y perseguido por nuestras fuerzas policiales.
Mi hermana es, por culpa del estudio, la oveja negra de la familia. Mira que la dijimos: "No estudies tanto, no estudies tanto" y al final, se ha sacado dos carreras. Además, tiene dos hijos y un brillante porvenir. Su actitud irresponsable ha sido objeto de desvelos por parte de mis padres y de honda preocupación de toda la familia en general. Mi mujer, tres cuartos de lo mismo: media de sobresaliente en la carrera. A pesar de todo, yo la perdoné y con fuerza de voluntad pudo volver al camino recto.
Y ahora que están recuperadas para la sociedad, yo caigo en el nefando vicio. Yo, que no lo he hecho nunca, que siempre me he mantenido apartado, que jamás he caído en la tentación, y eso que me ofrecían a diestro y siniestro: "deberías ponerte. En la biblioteca hay un rincón en el que podrás pasar desapercibido; ya verás como luego te sientes mejor" Me decían mis compañeros de carrera. Yo, sin embargo, nunca cedí, y gracias a eso, pude dejar completo mi equipo neuronal para las orgías de alcohol.
¿Cómo le diré a los míos que he caído en las garras del estudio y el esfuerzo? ¡Con lo que he sido! Mi chica sospecha algo. Si es que soy un iluso...¿Cómo se pueden justificar ante tu pareja las cuarenta o más horas que paso a la semana delante de los libros? Mi chica ve que todas las tardes llego a casa mareado, balbuceando palabras sin sentido. Cada vez es más difícil disimular. Digo que me he tomado unas cervezas con los amigos, pero creo que ya no me cree. Algún día tendré que confesar la verdad. Espero que sepa perdonarme.
Quiero desengancharme, pero no veo cómo. Odio mis apuntes, pero una fuerza poderosa me atrae a ellos. No sé qué hacer. A algunos les han dado el Nobel por esto. No quiero que a mí me pase lo mismo.
¡Quién me iba a decir que con los años iba a acabar así!