miércoles, octubre 03, 2007


Vivimos una época de conservadurismo de la cual los vegetarianos también son víctimas. Recuerdo una cena, en la cual, un chaval vegetariano (que no vegano, que éstos, además, no comen ni leche ni huevos, con lo cual la cosa se les pone más difícil en la convivencia con los demás) hubo de soportar las invectivas de una carnívora que para nada quería entender de sus hábito de comer vegetales. A lo mejor estaba enfadada porque el vegetariano se desentendía de los gozos de la carne, pero yo ahí no entro. Ni el vegetariano tampoco, me temo.
Nuestro refranero, que es de nuestra más conservadora literatura popular, dice: "todo lo que corre, nada o vuela, mejor a la cazuela". O sea, cosas en movimiento, que nadie a visto trotar a una colifror.
Un pequeño repaso por la literatura española del Siglo de Oro nos hace comprobar que no se tenía en alta estima a las verduras. Si se describía un gran festín (los pocos que había) siempre era con mucha carne. Recordemos que Felipe II tuvo problemas de gota, derivados del excesivo consumo de carne; algunos años después de que este rey tuviera el pie en alto, el Conde-Duque de Olivares murió de los problemas derivados también del excesivo consumo de carne, según nos lo recuerda en la biografía que le dedicó el doctor Gregorio Marañón. Estos son dos ejemplos de que las élites de la España gloriosa e imperial eran muy dadas a la chicha, lo que puede llevar a pensar que esas políticas de guerra tan desastrosas sean debidas a que comían demasiados herbívoros, y puede que tal dieta les volviera más agresivos que lo que sería deseable. Las clases populares, en cambio, lo poco que comían era casi siempre de origen vegetal, y como consecuencia de ello tenían poca afición a las guerras en que se metían los amos del imperio; casi siempre acudían a regañadientes a la incorporación a filas.
En el Imperio actual está muy extendido entre ricos y pobres el consumo de carne. Tal vez por eso, cuando su presidente, Genocida II, les pidió que le apoyaran, la gran mayoría de su pueblo lo hizo con un entusiasmo patriótico que nos sorprendió al resto del mundo. Otra consecuencia nefasta del consumo de carne: nos hace tolerantes con los gobernantes que gustan del enfrentamiento. "La guerra es política por otros medios" dijo el pensador Carl Von Clausewitz. No se sabe si lo dijo mientras saboreaba un chuletón.
En fin, volviendo a mi amigo vegetariano, sospecho que muy a su pesar tendrá que librar muchas batallas con los carnívoros que con orgullo presumen de su dieta y se creen en el derecho de juzgar a los demás, de casi sojuzgarlos. Lamento que tengas que estar defendiendo tu dieta de los ataques de los carnívoros agresivos. Como las cebras, que tienen que escapar de los leones. Los primeros tienen los ojos mirando al frente, buscando a su siguiente víctima; las segundas, a los lados, para poder ver quién se acerca con malas intenciones por alguno de los flancos . Por desgracia, los humanos nos parecemos más a los leones, pues también miramos desde el frente y no desde los lados.
De todos modos, si comiendo verdura se previenen las guerras, ya estás tardando en ponerme a mí una ensalada.