martes, mayo 29, 2007

Este fin de semana ha habido elecciones en España. Se trataba de elegir a los alcaldes y presidentes de diversas comunidades españolas. Concretamente, en Madrid, se disputaban la presidencia de la Comunidad de Madrid y todos los Ayuntamientos que la componen. Ganó el partido conservador. Por goleada. Sus máximos representantes, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón serán los que nos gobiernen cuatro años más, la una como presidenta de la Comunidad de Madrid y el otro como el alcalde de la ciudad de mayor número de habitantes de toda España. Entre los dos y sus respectivos equipos de gobierno gestionarán la vida de 6008000 habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Se ha producido la gran fiesta de la democracia. En Madrid son más las personas que votan a los conservadores que los que votan a los progresistas. Será porque Madrid está envejeciendo y ya se sabe lo que dice el cconocido aforismo: "quien no es de izquierdas cuando es joven no tiene corazón; quien no es de derechas cuando es viejo no tiene cabeza" Los madrileños, que cada vez somos más viejos, votan con la cabeza a la derecha, ¿Pero qué haremos cuando seamos todavía más viejos y nos deje de funcionar la cabeza, el corazón y todo lo demás?
Me explico: como sabéis, yo trabajo en sanidad, y nuestra triunfante presidenta conservadora, Esperanza Aguirre, está haciendo movimientos en favor de que la sanidad que ahora es pública se convierta en Sanidad privada: de hecho, los nuevos hospitales ya funcionan mediante gestión privada. Las grandes empresas a las que ha concedido la gestión ya son responsables de la contratación del personal no sanitario: Auxiliares administrativos, mozos de logística ¡Hasta auxiliares de enfermería y celadores ¿Pero bueno, acaso estos últimos no se pasan la vida entre enfermos?
El plan es rectilíneo y bien trazado: seguirán después con técnicos de laboratorio, de rayos, para terminar con médicos y enfermeras. Después, empezarán a cobrar por ciertos servicios y antes de darnos cuenta, uno de nuestros mejores activos como ciudadanos, la sanidad pública, pasará a ser privada. Dejaremos de ser pacientes para convertirnos en clientes. Para entonces, estaremos lamentándonos de no tener un buen seguro médico.
Con el tiempo, mucha de la gente que votó por Esperanza Aguirre, thatcheriana confesa y máxima adalid de la sanidad privada, empezarán a tener los achaques propios de la edad y comprobarán con horror que no pueden pagarse las medicinas ni los servicios que antes tuvieron gratis.
Espero que entonces se acuerden de cuando votaron con la cabeza, si es que no la perdieron por culpa de no poder costearse un buen neurólogo.