martes, agosto 21, 2007


Hace poco vi balbucear una vez más a Hugh Grant en la agradable comedia "el inglés que subió una colina y bajó una montaña" y de ella se puede sacar varias lecturas optimistas sobre la vida. Pero hubo una frase que es para mí la mejor lección sobre la vida de todas las que da la película, en un momento dado un personajes dice a Hugh Grant: "Sabes, todo aquél que pasa una noche en la montaña, o se vuelve loco o se vuelve sabio" Eso me recodó a la frase dicha por un teniente a mi bisabuelo: "señor, de haber vivido usted en la ciudad, o hubiera sido presidente de la república o se hubiera vuelto loco" En un pueblo de Castilla, el ascenso a los cielos pasaba por la gran urbe.
Hay un poeta español llamado Leopoldo María Panero que es un loco y un maldito. Ahora está internado en un psiquiátrico. Nadie ha intentado como los poetas la subida de la colina, el ascenso a los cielos, y muchos han perdido la cordura en ese viaje, de ahí que haya poetas malditos, pero seguro que ni vosotros ni yo hemos encontrado un maldito poeta. Del viaje de los poetas a la colina o han regresado sabios o han regresado locos. Pero no sólo ha pasado con los poetas.
Pasó también con los filósofos, con el enloquecido Nietzsche a la cabeza; y pasó con los matemáticos, hombres que se sintieron muy solos con sus teorías. Me viene a la memoria el matemático vienés Ludwig Boltzmann (1844-1906), el inventor de la mecánica estadística, con la cual se describía el comportamiento atómico basado en la probabilidad. No pudo superar el rechazo a su tesis, y se ahorcó. Más famoso es el caso del estadounidense John Forbes Nash Jr, al que dio vida en pantalla el actor Russell Crowe en la película "una mente maravillosa". El matemático biografiado pagó la genialidad con la esquizofrenia.
Por no hablar de esos locos maravillosos que son los actores.
En cuanto a una ciencia tan reciente como es la informática, yo no dudo en catalogar como locos maravillosos a gente como Linus Torvalds y Richard Stallman; homenaje que hago extensivo a todos esos programadores que han contribuido a hacernos a todos más libres a través de una cosa tan tonta como es un ordenador. Para mí es el mismo tipo de locura maravillosa con la que se condujo toda su vida el físico Albert Einstein.
Pues ya los sabemos todos: quien pretenda subir la colina, o vendrá loco, o vendrá sabio o las dos cosas a la vez. Pero hay que subirla. Forma parte del juego de la vida.
Decía Groucho Marx: "Partiendo de la nada alcancé las más altas cimas de la miseria. Pero fue otra montaña la que subió el genio del humor.