viernes, enero 18, 2008

Actualmente, la mala leche nacional más famosa bulle, sobre todo, en las cabezas de dos célebres filólogos hispánicos de los que os vais a sorprender en cuanto os dé sus nombres:
Jorge Javier Vázquez, presentador de "Aquí hay Tomate" en Telecinco y Fedeguico Jiménez Losantos, conductor del programa "Las mañanas" de la COPE.
¿A que sorprende que sean filólogos?
Será por la falta de salidas profesionales de la Filología Hispánica, será que estudiar literatura predispone a algunos a la sátira y la mala baba, lo cierto es que menudos representantes tenemos en los medios de esta gran carrera. Vamos, a años luz de ese profesor de literatura inglesa que interpretaba Robin Williams en "el club de los poetas muertos" que susurraba a sus alumnos el tópico del Carpe Diem ¿Qué pasa, que la literatura inglesa templa el caracter y propicia la aventura romántica, en contraposición con la española, que fomenta el insulto ocurrente y la humillación continuada?
Referentes no digo yo que no tengan. Quevedo tenía la lengua más afilada del mundo, y más te valía estar entre sus amigos que entre sus enemigos. Si no, que se lo pregunten a Góngora:

SONETO A LUIS DE GÓNGORA

Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;

apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.

O se lo pregunten a esa vecina madrileña del siglo XVII a la que el poeta no duda en llamar, por casquivana y licenciosa, con el nombre literario de aquella patricia romana que obsesionaba al gran Catulo:

A UNA ADÚLTERA


Sólo en ti, Lesbia, vemos que ha perdido
el adulterio la vergüenza al cielo,
pues que tan claramente y tan sin velo
has los hidalgos huesos ofendido.


Por Dios, por ti, por mí, por tu marido,
que no sepa tu infamia todo el suelo:
cierra la puerta, vive con recelo,
que el pecado nació para escondido.


No digo yo que dejes tus amigos,
mas digo que no es bien que sean notados
de los pocos que son tus enemigos.


Mira que tus vecinos afrentados,
dicen que te deleitan los testigos
de tus pecados más que tus pecados.

Y para terminar con Quevedo, uno en el cual podemos dar fe de que la maledicencia era moneda corriente en la corte. Y como decía mi abuelo: a vaca corneadora, no faltarán rasguños:

REFIERE EL MISMO SUS DEFECTOS EN BOCAS DE OTROS

Muchos dicen mal de mí,
y yo digo mal de muchos;
mi decir es más valiente,
por ser tantos y ser uno.

Que todos digan verdad,
por imposible lo juzgo;
que yo la diga de todos,
con mi licencia lo dudo.

Por eso no los condeno,
por eso no me disculpo;
no faltará quien nos crea
a los otros y a los unos...

Deberíamos reconocer que no le faltó elegancia a la hora de reconocer que a él también le habían dado unos cuantos sopapos verbales.
Por eso, cuando veo a los dos zopilotes mencionados arriba no encajar los golpes que otros justamente les dan, se ponen malcarados y responden con más insidia, ingeniosa las menos veces, grosera y con falta de sal las más de ellas, siento vergüenza ajena y estoy por solicitar que en las respectivas facultades donde estudiaron esta noble carrera de humanidades les retiren el título, y no porque insulten, sino por hacerlo burdamente. Por cierto, jamás a ambos, después de sus trayectorias profesionales, se les podrá llamar humanistas.
Es cierto que la mala baba nunca faltó a los artistas: "Viejo pedorro" llamaba Buñuel a Unamuno, mientras que a Lorca le decía a su vez maricón y le dedicaba "el perro andaluz", y además enviaba una carta a Juan Ramón Jiménez criticando con dureza infinita "Platero y yo", mientras que éste decía de León Felipe que era "el menos malo de los malos poetas", y ya os mencioné lo del ornitorrinco de Gasset. Los ejemplos que podía dar son muchos. Como podemos ver, la mala leche española no es de ahora, sólo que ahora se vende muy cara y es de peor calidad.
Por mi parte, no me pide el cuerpo el tener mala leche, aunque reconozco que en este país está hoy muy bien pagada. Quién sabe, a lo mejor estoy pecando de ingenuo y me estoy cegando una salida profesional. Malditos valores que me inculcaron mis padres...