¡Qué relativo es el valor de las cosas! Un tío mío se compró hace un poco un Porsche; ese Porsche le costó más o menos ciento veinte mil euros. Sin embargo, os puedo decir que ese coche es una bagatela para él. Tiene tanto dinero que el esfuerzo económico que le supone el comprarse una cosa así es a su bolsillo prácticamente mínimo. Hay personas así. Podéis creer que existen.
Yo soy pobre. Como mi madre, su hermana. Se suele dar que las familias son ricas o pobres en bloque. Eso no sucede con la dinastía de mi abuelo, pues mientras unos hijos están de lleno en la clase alta, otros comprueban lo difícil que es vivir en la clase baja, y los de la clase media critican con denuedo a unos y a otros, que es lo que mejor se le da a la clase media. Aunque ansían más ser de los primeros que de los segundos, todo hay que decirlo.
Mi tío y su familia representan el lado más extremo de opulencia... Y del despilfarro hortera, siento decir. En eso tienen razón cuando le critican mis primos de clase media. Aunque he de decir que en él es realidad el sueño del "self made man" americano pero a la española. Llegó él, hombre emprendedor, a la emprendedora ciudad de Barcelona. Llegó con una mano delante y la otra atrás, como se suele decir, y la combinación de tipo emprendedor con urbe tal posibilitó que ahora sea un potentado hombre de negocios con varias empresas. Poco tiempo tuvo para estudiar carreras o leer libros, pues todo lo gastó en ser un empresario de éxito.
Esta tarde me acordé de él. Estaba viendo con mi chica "el ladrón de bicicletas", donde un hombre, al perder su bicicleta, pierde su medio de sustento, su oportunidad, su ilusión y su luz en el túnel. Entonces me pregunté que cuántas bicicletas se pueden comprar con los ciento veinte mil euros que costó el Porsche de mi tío: muchísimas.
Pero con todo, lo cierto es que en esta vida, aunque no os lo creáis, puede valer menos un Porsche que una bicicleta. Costar, por supuesto, cuesta muchísimo más, pero puede que haya ahora múltiples rincones en India, China o quién sabe dónde, en los cuales las bicicletas valgan mucho más que los coches de gama alta.
Así como la obscenidad de la pornografía abarata los cuerpos de las de los hombres y de las mujeres, la obscenidad de la ostentación abarata el precio de las cosas. Creedme, un Porsche puede costar menos que una bicicleta o acaso una camisa.
Mi familia tiene una cosa buena: que nadie se gana el respeto a base de dinero; a mi tío no se le respeta más por tener un Porsche, y que su palabra no es más escuchada que la de los otros hermanos, los de clase media y los pobres. y esa es la verdadera igualdad de los hombres, pese a que algunos les cueste más caro tener una bicicleta que a otros un Porsche.