jueves, marzo 15, 2007

La verdad es que me encuentro cansado. El tipo de curro que llevo ahora es de los que cuando llegas a casa no tienes ganas más que de acostarte y no levantarte hasta mañana a las doce. Desgraciadamente, el despertador volverá a sonar a las siete y media.
Cada día ves a tres mil personas con la mirada suplicante por una plaza fija. Tienen razón y tienen motivos: ves las vidas laborales de la gente y te das cuenta que no estás sólo en el mundo; la gente salta de una empresa a otra con una cadencia alarmante. Yo, hace algunos años, imbuído todavía en la mentalidad de que "si haces bien tu trabajo te quedas fijo en la empresa" pensaba, cuando después de mil contratos me echaban, que era porque no era bueno en mi trabajo, que no valía. Luego me di cuenta que no. Que dependía de factores como "las circunstancias de la producción" o cómo le caía yo a mi jefa o jefe de turno. Nada más. Bueno sí, otra cosa más. Ya no podía ser fijo en una empresa porque los gobiernos, en este caso socialistas, posibilitaron un tipo de contratación buenísima para el empresario, y horrorosa para todos nosotros. De resultas de ello, la tasa de temporalidad ya está en el 34% y subiendo.
Y claro, las instituciones públicas como en la que estoy montan un puñetero proceso selectivo y acuden por miles para ocho cochinas plazas de auxiliar administrativo. Encima, viene la gente con los mismos ánimos que los primeros bárbaros que llegaron a las puertas de Roma ¡No te fastidia! ¿Y todo para qué? Para ser un puñetero estampasellos, trabajo que no se necesita demasiado para realizarlo y ganar un sueldo
más bien tirando a miserable. Es para tirar al río al ministro de administraciones públicas.
Claro que, se podía echar la culpa a los de siempre, pero para qué. Ves los comentarios que hace un fulano en un blog, diciendo que a pesar de ser fijo y funcionario ojalá lo privatizaran todo y echaran a todos los vagos. Vale. Pero en el fondo esos parásitos a los que ataca hacen una gran labor social. Permiten la creación de plazas para la gente que sí quiere trabajar. Vivan los vagos de mi curro, que son los que con su actitud me permiten a mí que encuentre curro. Fíjate, no me importa que con mi trabajo vivan dos personas, porque con mi trabajo sobre todo vivo yo.
Así que animo a que la gente se dedique a la vagancia para que se generen puestos de trabajo ¿qué es eso de ser mulas?
Yo reconozco que trabajo como un animal, pero no me importa si otros no lo hacen. Si en un departamento en vez de seis hay doce, mejor que mejor.
Por la optimización de los recursos hay siete millones de pobres en España. Lo mejor que se podía hacer es que otros siete que trabaja vaguearan un poquito y que hubiera hueco para todos.
Sé que estoy haciendo un poco de demagogia, pero estoy harto de ver cómo nos peleamos entre nosotros por una cosa que no debería ocasionar tanto esfuerzo.
Es verdad que nadie nunca ha regalado nada.
Pero hoy, menos que nunca.