jueves, noviembre 01, 2007

Tenemos otro miembro más en la familia: mi sobrina Beatriz, de la que espero, al igual que de su hermano Daniel, que sean todo lo felices que un ser humano pueda llegar a ser.
En un principio, tenía yo un cierto reparo a que mi hermana y mi cuñado le pusieran Beatriz a la niña. No se lo dije porque no soy quién para decidir el nombre de mi sobrina, pero el nombre de Beatriz me parecía... No sé. No digo que no sea bonito, pero me parecía nombre de fantasma de castillo.
Ahora lo encuentro más apropiado, porque Beatriz rima con una de las palabras más bonitas del diccionario: feliz. No debe ser cosa mala que mi querida niña tenga un amuleto por nombre. Ojalá que con el tiempo la proximidad fonética sea más que una coincidencia y feliz sea la característica principal de ésta pequeña locuela que con mucha osadía ayer abrió los ojos a este mundo y que cuando llora parece que estén sonando las trompetas que anuncian el apocalipsis. Menudos pulmones tiene.
Me está quedando esta entrada muy al estilo de Barrio Sésamo, los lunnys o similar, pero es que he estado con ella y me puesto estupendo y tierno, aunque no se me dan muy bien los niños. Desde luego, no como a mi chica, que tiene una habilidad para tratar con ellos increíble. Mi sobrino Daniel la adora.
Bueno, me voy a soñar un poquito con ese mundo que quiero para esos dos bebés que se lo merecen todo por existir.
Niños, gracias por haber venido.