jueves, enero 31, 2008
El otro día estuve viendo el preestreno de la obra teatral "La tortuga de Darwin", una pieza que si bien flojea en algunos momentos, puede decirse que tiene un planteamiento interesante. Se trata de la historia de una tortuga que a lo largo de los doscientos años en los que vive se va transfigurando en humana, lo que le permite ser espectadora de los acontecimientos más importantes del siglo pasado y parte del siglo diecinueve, dando la visión de la gente común y que se ha perdido en el anonimato. El concepto de intrahistoria de Unamuno, vaya -que ahora que no nos escucha nadie, para mí que lo fusiló de los Episodios Nacionales de su denostado Galdós ¿Qué tendría ese pobre viejecito para que le odiaran tanto algunos de esos jóvenes del 98?- La tortuga, pese a lo especial de sus orígenes, no deja de ser la representación de la gente corriente, o sea, todos nosotros, a los que la historia nos pasa por encima.
No obstante, hay algún error en la obra. Por ejemplo, la tortuga cuenta a un catedrático de historia, como si ello fuera una primicia, lo de las fotos manipuladas por la propaganda estalinista para hacer desaparecer de las mismas a Trotski u otros discrepantes con las imposiciones del sátrapa bolchevique que dirigiría los destinos de la URSS hasta 1953; pues bien, es inaudito que un experto en historia no esté enterado de aquellos retoques, y sin embargo, el catedrático de la obra hace grandes aspavientos de asombro al recibir la noticia.
Otro fallo que veo es que, finalmente, el autor no ha querido dar su interpretación sobre lo que pasa hoy en día. Después de la pregunta del historiador: "¿Y después de la caída del muro de Berlín, qué?" El autor pone en boca de la tortuga: "Después...Nada...Más de lo mismo: Chechenia, Yugoslavia, Irak...". Mójate, hombre. Intenta interpretar lo que estás viviendo, aunque te equivoques. Di lo que piensas de lo que está pasando. Has perdido la oportunidad de pasar por ser un profeta de tu tiempo.
Galdós hizo hablar con lucidez a sus personajes de los acontecimientos históricos que estaban viviendo. Tal vez él sea, más que Unamuno, más que Darwin, más que el propio autor de la obra, el verdadero padre de la tortuga, ese ser pequeño que pasa por la historia sin que nadie se acuerde de él.
miércoles, enero 30, 2008
El otro día, en un aparcamiento cercano a mi casa, vi a un hombre alto y barbado hablando con gesto serio por teléfono. Tenía la cara pálida, llena de arrugas delineadas para dibujar el semblante más triste que yo he visto en mucho tiempo. Era la típica faz que resume la tristeza por la mezquindad tan presente en esta piel de toro. Su cara me era muy familiar, pero en ese momento no sabía de qué conocía yo al tipo. Al ver las noticias ya supe quién era:
Se trataba del doctor Luis Montes, coordinador del servicio de Urgencias del Hospital de Leganés la que hace tres años echaron de su puesto por supuesta mala praxis médica.
A veces tienes la sensación de que las noticias de los telediarios son en realidad representaciones teatrales que sólo buscan distraer a la gente. Pero no. Yo vi al Doctor Montes, existía de verdad y tenía la misma cara que yo me imaginaba que tendría Dreyfus cuando tuvo que enfrentarse a la insidia. El siglo XIX terminaba mal para los judíos y empezaba otro que iba a ser todavía peor.
El proceso judicial de Luis Montes simboliza otra cosa: se trata del duro ataque hacia lo gratuito, hacia esos servicios que el estado brinda a los ciudadanos y que son un insulto a la economía de mercado. Todo se ha de pagar, hasta la salud. Hay que barrer a aquellos que defienden la sanidad pública y gratuita, utilizando los medios que sean oportunos, incluida la mentira. En el mercado, el fin siempre justifica los medios.
Al doctor finalmente le ha dado la razón la justicia. Con todo, le queda la amargura de que por culpa de unos desalmados, mucha gente se ha quedado sin los cuidados paliativos necesarios para tener una muerte digna. Además, la sanidad madrileña, si no hacemos algo, camina imparablemente hacia una privatización la cual nos harán pagar muy, muy cara.
Yo quiero que, de caer enfermo, me trate el doctor Montes.
Manuel Lamela, dimite; Esperanza Aguirre, dimite.
martes, enero 29, 2008
¿Qué planetas se habrán alineado en mi contra?¿Qué fuerzas cósmicas están impidiendo satisfacer uno de mis mayores placeres? ¿A qué dioses he enfadado? ¿Qué es lo que ha pasado para que yo lleve tanto tiempo sin jugar al mus?
Recuerdo los días de la facultad en que me saqué un posgrado de mus equivalente a unos mil cuatrocientos créditos ¡Qué tardes más bonitas, de partidas interminables, con mi café y con mi cigarrillo!¡Qué gran error cerrar las puertas de las cafeterías de las facultades a este maravilloso juego, gran aportación de los vascos a la humanidad!¡Qué bonito es y cuántas veces me he jugado la honra que no la hacienda! Porque esa es una de las cosas maravillosas del mus: que pese a que no te juegas los cuartos, se te va la vida en cada partida. Como mucho tienes que pagar las consumiciones, y poco más. Sin embargo...Los jugadores de mus se nos va el alma en cada envite.
Quien haya sido universitario y se haya ido de la facultad sin aprender a jugar al mus debería volver a ella a matricularse otra vez y no salir de allí hasta dominar con más o menos corrección el juego. Sólo quedarán librados de la penitencia aquellos que hayan cursado estudios en universidades sin tradición musística. En mi facultad hace ocho o diez años que no se juega al mus ¡Cuántos, de las generaciones que vinieron detrás de mí, perdidos para el futuro!El mus no sólo es un juego, también es cultura. El prohibirlo en las universidades fue el equivalente a eliminar de los programas de estudio 150 créditos de golpe.
Otras partidas maravillosas son las que me he echado con mi familia, sacrificando todos la siesta, viendo quién era el mejor a tres vacas ¡Oh, tardes de verano espléndidas, en las que no nos levantábamos ni para ir al baño! Olor a anís y a café. Atmósfera de humo que competía en turbiedad a las de las sórdidas salas donde se jugaba el póker de las películas de cine negro.
Mi apreciación es que ya no se juega tanto a ese maravilloso juego como antes. Debe ser uno de los daños colaterales de la Wii y similares, y es una pena, porque es uno de los divertimentos mejores que yo haya practicado, que han sido muchos, porque afortunadamente he crecido en una parte del mundo donde el tiempo de ocio se respeta todavía.
Larga vida al mus y para incentivarlo, propongo que las universidades convaliden con 31 créditos de libre configuración a todo aquel muslari que acredite haber pasado un numero de horas determinado en la cafetería jugando al mus. Y al campeón interfacultativo, que le homologuen el título conseguido en el tapete con una tesina. Y no es para menos, tratándose de gloriosa tradición nacional.
lunes, enero 28, 2008
Ayer, contra su costumbre, mi amigo no llegó tarde, y eso que venía de lavar su coche, rito que cuando era soltero practicaba todas las semanas y ahora que está viviendo con su compañera no practica con la asiduidad de antes, pues hay otras obligaciones más importantes a las que dedicar su tiempo: limpiar la casa y plancharse las camisas.
Viviendo con sus padres, su coche era el rey: lo tenía como una patena. Más de una vez y más de dos me he ofrecido como comprador de ese coche, pues siempre ha poseído los automóviles mejor cuidados del mundo. Mi amigo siempre ha tenido especial querencia por los coches italianos "Me gustan el aire deportivo que tienen" Antes tuvo un Fiat; ahora maneja un Alfa Romeo, deportivo en el que entra un vientecillo que le acaricia las incipientes canas.
Me va a matar, pero no me resisto a contar una anécdota que le pasó con el Fiat, el cual era sin duda un coche gafado: viniendo una vez de hacer botellón, mi amigo se dispuso a llevarnos a casa "limpiaos los pies antes de entrar, que seguro los tenéis llenos de barro" "No me pongáis los dedazos en el marco de las puertas, que acabo de lavarlo""No echéis vaho en los cristales, que luego queda la marca" Cosas así. El coche olía a ambientador, cuyas cargas mi amigo cambiaba puntualmente. Pero aquella noche, de nada le sirvió todas sus precauciones para conservar en la pulcritud su flamante coche: uno de nuestros amigos comunes se había sentado en una caca de perro, y al poner sus posaderas en un asiento del coche, dejó muestras del paso por el mundo del canino. Al poco de iniciar la marcha, nos percatamos del mal olor que iba invadiendo el habitáculo. Poco después, vimos el origen del pestazo: nauseabundas zurrapas en la tapicería del asiento del copiloto.
La mañana siguiente, en ese coche, entraron litros y litros de todo tipo de productos de limpieza, dejando el habitáculo preparado para una operación a corazón abierto, eso sí, con un aclaramiento en una determinada zona del asiento del copiloto un tanto sospechoso. Jamás explicó mi amigo a qué fue debido a nadie que no conociera la historia de las misteriosas cagarrutas que emigran del césped mediante el uso de borrachos. Para más inri, al poco tiempo le robaron el coche que estaba en el taller mecánico porque le tenían que pintar un rasponcito de nada que a mi amigo le ponía especialmente nervioso. De los diez o doce coches que guardaba el taller, los ladrones sólo robaron el suyo y el de otra persona. Después de eso, adquirió el Alfa, al cual no le puede dedicar tantas atenciones por su nueva condición de hombre casado.
-Ay Opo, tú me conoces ¡Con lo que yo era para los coches! y ahora no le puedo prestar toda la atención que yo quisiera. Si es que todo el tiempo se me va en hacer cosas de la casa.
-Ya sabes amigo: casado viene de casa.
-Con lo que yo he sido para los coches.
-Pues haz como yo: del polvo que tiene el mío en el salpicadero, estoy esperando a ver si esta primavera me salen unos boniatos.
Yo reconozco que no tengo el amor por la cosa automovilística que tiene mi amigo, y que es tan común entre los varones. Y es algo muy extendido, mi sobrino, que tiene año y medio, con lo que más disfruta es con los coches "burrum, burrum", se pasa el día diciendo. No le des otro juguete, que la bronca que te puede montar puede ser de proporciones bíblicas.
¿Y de qué vendrá el amor por los coches de la parte masculina de la humanidad? Tal vez porque en el fondo siguen siendo unos juguetes muy queridos, aunque peligrosos. No sé quién fue el que dijo "El hombre no cambia; lo que cambia es el precio de sus juguetes" y es verdad. Los niños pasan del micromachine al Scalextric, de éste al de radiocontrol y al cabo de unos años... El flamante cuatro ruedas que da fe de nuestra inmersión total en el mundo de adultos...o tal vez confirma aquello de que los hombres nunca dejamos de ser niños.
A lo mejor mi amigo prefiere seguir lavando su coche en lugar de su casa porque es una forma de no dejar definitivamente atrás la niñez o porque limpiar la casa significa que ya te has hecho mayor. Pero no le queda más remedio, así consta en el nuevo contrato social que tiene que firmar el hombre moderno con sus compañeras de convivencia.
Y bueno, le he dejado intentando convencer a su esposa para que le deje que esta semana sea su coche el que duerma en el garaje. Es que le da rabia, que con lo limpio que está, tenerlo en la calle. Me parece que esta vez la cosa va a ser nones. Y encima, le quedan muchas camisas que planchar. Servidumbres del hombre actual.
domingo, enero 27, 2008
No es la primera vez que lo oigo. Hoy viene en EL PAIS que Jorge Luis Borges ideó una especie de Biblioteca Universal en la cual estuvieran todos los conocimientos humanos. Os dejo las señas del artículo por si lo queréis leer:
http://www.elpais.com/articulo/internet/anticuado/punto/vista/Borges/tuvo/vision/futuro/elpeputec/20080127elpepunet_1/Tes
Sin embargo, creo que Internet dista mucho de ser esa biblioteca soñada por Borges. En primer lugar, porque de momento se queda corto en textos introducidos; no está todo lo que debería estar. En segundo lugar, se están dando denodados esfuerzos desde las más altas esferas por controlar Internet. Ojalá nunca lo logren, y sea Internet un gran campo de libros de puertas infinitas.
Una biblioteca es ante todo uno de los refugios de la libertad humana, y ahora vivimos un tiempo en que se quiere cercenar todo lo relacionado la libertad por el medio que fuere. En Irak, de los primeros edificios en arder destacaron las bibliotecas; pero eso pasa no sólo en aquella guerra; pasa en todas."Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca" dijo el sabio escritor. Por eso, en las guerras lo primero en desaparecer son los paraísos.
Y por cierto: no al pago por préstamo de libros. Malditos los que tuvieron tan fatal idea.
viernes, enero 25, 2008
A ver si alguien entiende algo de esto...
Un tipo, llamado Jérome Kerviel, que gana 100000 euros al año (¡Quién los pillara!) resulta que se mete en un lío muy gordo y mediante sus conocimientos de la cosa informática y bancaria, ininteligibles para el común de los mortales, hace desaparecer, sin que ello le beneficie en modo alguno, la friolera de 4900 millones de euros. Eso es más o menos lo que declaró el director general del banco, Daniel Bouton.
Pero no acaba ahí la cosa: parece ser que estuvieron interrogándole en el banco durante todo el fin de semana, y después de hacerlo, le dejaron marchar sin más, sin avisar a la policía para ponerle a disposición judicial ¡Tal y como es un banco, que menudas se las gastan si alguna vez no puedes pagar la hipoteca, máxime si le haces perder tantos euros!
¿Vosotros creéis que alguien haga algo por nada? No entiendo cómo es posible que este chico volatilice esa cantidad de dinero, que seguro serviría para comprar algún país (Andorra seguro, con cámaras digitales incluidas) y que esa acción no sea de provecho para alguien, siquiera para él mismo.
El chico anda en paradero desconocido y temo que le pase lo que a Roberto Calvi, ese banquero envuelto en oscuros manejos que controlaba el Banco Ambrosiano, cuyo principal accionista era el Vaticano. El señor, se suponía que se había suicidado en un puente de Londres. Una reciente autopsia demostró que fue un asesinato. Confiemos que el asunto de la Société Génerále vaya por otros derroteros.
Algunos apuntan que es imposible que él solo montara una operación de tan envergadura y que fuera capaz de hacer desaparecer esa desorbitante cantidad de dinero, que tendría que tener cómplices dentro o fuera del banco; otros dicen que en realidad era un pobre tonto. Ya. ¿Y cómo es posible que un tonto montara tan sofisticado fraude, aún con la tremenda pérdida de dinero? Los hay también que afirman que pese a lo abultado de su sueldo, no dejaba de ser un empleado de tercera fila ("no era uno de los nuestros" a decir por el presidente del banco) y que en realidad está siendo utilizado como chivo expiatorio para tapar maniobras corruptas de más altas esferas.
Esta historia tiene tantas lagunas que no se la cree ni el mismísimo director general del banco; lo cierto es que, como dicen en las series policiales, en este caso hay piezas que no encajan. Demasiadas para que nos creamos la versión oficial del banco. Yo no tengo claro siquiera que el propio Jérome sea culpable, pues como en las buenas series de detectives, los sospechosos son muchos, además, Jérome no era "uno de los nuestros".
Un tipo, llamado Jérome Kerviel, que gana 100000 euros al año (¡Quién los pillara!) resulta que se mete en un lío muy gordo y mediante sus conocimientos de la cosa informática y bancaria, ininteligibles para el común de los mortales, hace desaparecer, sin que ello le beneficie en modo alguno, la friolera de 4900 millones de euros. Eso es más o menos lo que declaró el director general del banco, Daniel Bouton.
Pero no acaba ahí la cosa: parece ser que estuvieron interrogándole en el banco durante todo el fin de semana, y después de hacerlo, le dejaron marchar sin más, sin avisar a la policía para ponerle a disposición judicial ¡Tal y como es un banco, que menudas se las gastan si alguna vez no puedes pagar la hipoteca, máxime si le haces perder tantos euros!
¿Vosotros creéis que alguien haga algo por nada? No entiendo cómo es posible que este chico volatilice esa cantidad de dinero, que seguro serviría para comprar algún país (Andorra seguro, con cámaras digitales incluidas) y que esa acción no sea de provecho para alguien, siquiera para él mismo.
El chico anda en paradero desconocido y temo que le pase lo que a Roberto Calvi, ese banquero envuelto en oscuros manejos que controlaba el Banco Ambrosiano, cuyo principal accionista era el Vaticano. El señor, se suponía que se había suicidado en un puente de Londres. Una reciente autopsia demostró que fue un asesinato. Confiemos que el asunto de la Société Génerále vaya por otros derroteros.
Algunos apuntan que es imposible que él solo montara una operación de tan envergadura y que fuera capaz de hacer desaparecer esa desorbitante cantidad de dinero, que tendría que tener cómplices dentro o fuera del banco; otros dicen que en realidad era un pobre tonto. Ya. ¿Y cómo es posible que un tonto montara tan sofisticado fraude, aún con la tremenda pérdida de dinero? Los hay también que afirman que pese a lo abultado de su sueldo, no dejaba de ser un empleado de tercera fila ("no era uno de los nuestros" a decir por el presidente del banco) y que en realidad está siendo utilizado como chivo expiatorio para tapar maniobras corruptas de más altas esferas.
Esta historia tiene tantas lagunas que no se la cree ni el mismísimo director general del banco; lo cierto es que, como dicen en las series policiales, en este caso hay piezas que no encajan. Demasiadas para que nos creamos la versión oficial del banco. Yo no tengo claro siquiera que el propio Jérome sea culpable, pues como en las buenas series de detectives, los sospechosos son muchos, además, Jérome no era "uno de los nuestros".
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Qué cosa más raras les pasan a los bancos
jueves, enero 24, 2008
Un día, cuando Alberto Domingo llegó a clase, pensé que de repente se había hecho más mayor. Algo en él había cambiado. Me infundía más respeto. Su presencia me mareaba. Eso era porque se había puesto...
La colonia para el caballero y el donjuán. Varón Dandy en envase de un litro.
El olor que dejaba tras de sí fácilmente lo identifiqué con el que solía tener mi abuelo después de afeitarse. Loción Floyd y la colonia de marras, prevaleciendo la fragancia de esta última sobre la primera ¡Y qué fragancia! Entrabas en el autobús, y a la que hubiera un caballero con bigotito imperio, ya sabías a qué iba a oler el habitáculo todo el trayecto. Farala, que llevaban algunas señoras, era el equivalente femenino del señor Varón. Apenas tenía oportunidad alguna de competir ante la rotundidad odorífera demostrada por la colonia del galán español; pronto desistía de presentar batalla, aunque vinieran en escuadrón frente a uno solo. Varón Dandy era un conquistador. De Faralas y de aires de autobús. Estaba disponible para tren, metro, tranvía, autocar y coche particular.
Echándose Varón Dandy, Alberto Domingo no tuvo que esperar a dar el estirón, cambiarle la voz ni a que le salieran pelos por zonas del cuerpo donde antes no tenía; gracias a Varón Dandy, entró por la puerta grande en el mundo de los adultos: un mundo de guante y bastón, como los que venían en el logo de esas botellas enormes, que por su tamaños también podrían pasar por botellas de Whisky barato.
¡Qué suerte tenía Alberto Domingo! Ahora sí que si se llevaría a las niñas de calle. Le notaba, no sé, un aire como de Luke skywalker muy favorecedor, al que imaginaba yo esparciendo aroma por toda la galaxia. Dicen que el padre de Luke, Darth Vader, se pasó al lado oscuro una mañana después del afeitado. Alberto Domingo, según me confesó después, se pasó al efecto dandy por una razón similar: los malotes siempre se llevan a las nenas, me vino a decir. Lo que no me explicó es por qué tenía la cara llena de tiritas.
Yo reconozco que era más de la colonia de busco a Jacq´s, es más, yo me imaginaba que sería la colonia que se pondría Han Solo antes de luchar contra las tropas del imperio, pero como ya he dicho antes, no me pasó desapercibido el impacto de Alberto Domingo en nuestra aula. Tanto es así, que estaba dispuesto a renunciar a la rubia del anuncio que bajándose la cremallera mostraba un generoso escote y decí buscar al tal Jacq´s; una sola gota de la colonia de la competencia hubiera valido para traicionarla.
Por eso, en los sucesivos meses, estuve bombardeando a mis padres con ruegos para que compraran la fragancia, a lo que se mantuvieron inflexibles ¿Para qué quieres tú un litro de colonia? Hasta que un día, en un cumpleaños de mi padre, alguien juzgó acertado el agasajarle con un litro de Varón. Mi padre hizo como que le gustaba el regalo y yo era todo euforia ¡Por fin iban a saber en clase el hombre que estoy hecho!
Al día siguiente, me puse colonia en las axilas, en el pecho, en la cara y por último, en el pelo. Iba hecho un pincel. Al entrar al salón para que me echara un último vistazo mi madre, me dijo:
-Hijo, ¡Qué pestazo! ¿No crees que te has echado demasiada colonia?
-Que no, mamá, que no.
Cuando llegué a clase, pensé que iba a hacer una entrada muy triunfal. Pero en lugar de eso, Esther, la niña que me gustaba, exclamó:
-¡Jopelines, cómo hueles!
Pues vaya -pensé yo- creí que le gustaría.
En esto llegó Alberto Domingo, que como todos los días se había aplicado la loción e inmediatamente detrás, el profesor, que nada más entrar en clase hizo una mueca con la nariz e inmediatamente se tapó los orificios nasales con el pañuelo.
-Bueno, hijos, creo que hoy vamos a alterar un poco el horario. Nos vamos a ir ahora al patio a hacer un poco de educación física. Y por favor, no os pongáis tanta colonia cuando vengáis a clase.
Después de salir el último de nosotros abrió la ventana. No era para menos.
De esto me acordaba yo cuando, navegando por Internet, vi en una de esos foros en los cuales alguien deja sus opiniones sobre un determinado producto. Y acerca de nuestra fragancia en cuestión, leí lo siguiente:
"Reconozco a quien lleva varón dandy cuando pasa. Es un olor inconfundible. No puedo resistirme a él. Giro la cabeza cuando pasa a mi lado y me derrito. ¡¡¡Me gusta!!! yo creo que tiene algún componente que revoluciona mis hormonas. No me recuerda a mi abuelo, ni a nadie, simplemente me gusta su olor, lo reconozco en cuanto pasa. Y si alguien se sienta a mi lado con esa colonia... me vuelvo loca.
PD: Tengo un compañero de trabajo que la lleva y no sé si podré resistirme... "
Y yo, pensé que a lo mejor sería esa rubia del escote que estaría cansada de buscar a Jacq´s.
miércoles, enero 23, 2008
Abrí mi regalo. Por la forma de la caja, ya supe que no era lo que yo quería:
El fabuloso órgano Casiotone para interpretar múltiples melodías añadiendo los más variados ritmos."
En lugar de eso, me regalan un libro muy lleno de letras y de lujosa encuadernación, con la primera y la segunda parte incluidas, escrito por un tipo que se apellidaba Cervantes, que algo de él me habían dicho en la escuela y que cuyo título era "Don Quijote de la Mancha" Ya... ¿Y dónde está mi Casiotone?
Comprenderéis la consternación del niño de diez años que yo era. Tanto estudiar y estudiar y encima que había sacado buenas notas me regalan un libro para seguir estudiando. Además... ¡Qué gordo! Yo quería un Casiotone, como el que habían regalado a Alberto Domingo, mi compi de clase, que era capaz de sacar con el órgano que le habían comprado la sintonía de Dartacán y los mosqueperros y esa canción que cantaban una mozuela que me gustaba que decía:
"No controles mi forma de vestir
porque es total
y a todo el mundo gusta
No controles mi forma de pensar
Porque es total
y a todos les encanta.."
Si queréis empaparos del más puro estilo ochentero, tenéis aquí el vídeo de dicha canción: http://es.youtube.com/watch?v=Piy_IBvl9Ro. También está la versión de Olé olé, que es la que popularizaron la canción aquí por estos lares.
Cuando él la tocaba, me imaginaba yo entre las niñas de mi clase con uno de esos monos tan fashion que se llevaban ¡Ah! y una corbata de cuero muy fina, como las que llevaban Durán Durán en Tocata. Y por supuesto, un puro al estilo de Bud Spencer.
Por eso quería que mis padres me hubieran regalado el organillo, para aprender esa canción mucho mejor que Alberto Domingo (sólo se sabía el taninoninoní inicial) para así hacerme con todas las pibas de mi clase. Y para cuando se pusieran románticas, cantarles la canción inicial de la "historia interminable", que también me esforzaría en aprender.
Pero el regalo del Quijote trastocó mis planes. En mi imaginario infantil no tenía cabida que una chica quisiera ser novia tuya leyéndole la aventura de los leones, por ejemplo. Las niñas de mi clase eran por lo general muy estudiosas, pero cada cosa a su tiempo. No creo que quisieran quedar conmigo para leer lo que les pasaba a don Quijote y a Sancho
Pero mis padres se habían gastado un dinero en él, y de eso era yo consciente a pesar de contar con tan sólo diez años. Así que, para evitarles el disgusto del año anterior, que me puse a llorar a moco tendido porque en lugar de regalarme el Tente titanic me regalaron una colección de volquetes, hice de tripas corazón y aparenté que el regalo me había gustado.
A mí me gustaba leer, de acuerdo, pero a mí lo que me tiraba en esos momentos era el organillo. Por eso, aquella noche, cuando nadie me veía, estando a solas con mi Quijote, solté alguna que otra lagrimita, pues yo veía que ese libro tenía demasiadas letras para mí y estaba escrito en un castellano raro, a veces ilegible para un erizo como yo. Intenté leerlo, pero lo encontré francamente aburrido y lo dejé al poco de empezar. Nada que ver con los libros del "barco de vapor", Fray Perico y su borrico" sobre todo.
Soñaba con mi casiotone, pero ese año ya no iba a ser posible el tenerlo. Mis sueños de músico quedaron presos entre los barrotes de tinta de mi Quijote. No me extrañaba entonces que mi abuela, en el pasado, utilizara las páginas de otro para hacer magdalenas, como ya os conté una vez.
Tendrían que pasar dos años para que mis padres se decidieran a regalarnos un Casiotone a mis hermanos y a mí. Pese a la aplicación que me di, no fui capaz de aprender melodía alguna, salvo una, que muchos los que habéis tenido casiotone conoceréis, es la que traía en la memoria el pequeño sintetizador y que quien más y quien menos, todo el mundo que tuvo esos pequeños sintetizadores se aprendió. Años después, recuerdo que me echaron del Casino de Torrelodones porque borracho empecé a ejecutar la melodía en el piano de cola que tenían de adorno en el vestíbulo.
Y pasaron siete años después de que me lo regalaran hasta que me atreví con la lectura del Quijote, al que leí de un tirón en pocos días, en unas vacaciones extra que tuve en el instituto pues no fui de viaje de fin de curso con mis compañeros.
Pero pasarían otros seis años más hasta que, en una lectura reposada del mismo, disfrutara del libro como nunca antes me había sido posible.
Cada cosa tiene su edad. Ya no tengo edad para aprender música, ni creo que se me diera bien, pero sí tengo edad y conocimientos para disfrutar de ciertos libros y para disfrutar de ciertas canciones. Atrás quedaron, los mosqueperros, Olé olé, el grupo que aquí en España entre hombreras interpretaban "no controles", la historia interminable, Fray Perico y su borrico y el órgano casiotone, ese objeto de deseo que, como todas las cosas sin importancia, en realidad no vale una higa.
martes, enero 22, 2008
No es buena noticia con la que nos hemos despertado hoy, qué duda cabe. Me refiero a eso tan esotérico para mí que es la bolsa: ha habido un desplome y todavía están por ver las consecuencias. Y pese a que el común de los mortales pasamos del mercado bursátil, creo que nos va a afectar mucho en nuestra vida cotidiana. La bolsa nos ignora todo el tiempo hasta que se pone malita, la pobre. Desgraciadamente, algunas históricas caídas bursátiles se han traducido en paro, crisis y gente perdida por las calles; confiemos en que esta última no devenga en algo así, espero no pecar de optimista ingenuo. Los crac bursátiles siempre se tienen que llevar en su desgracia a gente por delante, como los villanos de cualquier película del oeste que se precie.
Lo peor de todo es que, aquí en España, las clases populares no nos hemos beneficiado de la pasada bonanza económica y si nos quedan un buen montón de deudas, de pisos, de coches que no se podrán pagar si en paro nos quedamos, ahora que es tan fácil echarnos por aquello tan maravilloso de la flexibilidad, que nos ha hecho a todos un poco contorsionistas de bolsillo. Encima, nuestros sueldos están más raquíticos que antes de la bonanza, pues en estos años de vacas gordas nunca han subido nuestros emolumentos de una manera acorde con la inflación. Camarero, antes de irse a su casa, póngame un café y cóbremelo al mismo precio que se lo cobra a nuestro presidente del gobierno.
En qué mal sitio del mundo vivimos una inmensa mayoría de la gente. De este capitalismo tan salvaje de estos últimos años sólo se han beneficiado las élites. La prueba es que si un ejecutivo de una empresa en los años 70 ganaba diez veces más que el empleado más bajo, ahora gana 100, 200, 500 veces más que el que menos gana. Una vergüenza. Y son ellos, los máximos beneficiarios de las vacas gordas los que pasarán la crisis con el riñón bien cubierto, apenas preocupados por las incertidumbres que atenazan a la sociedad en su conjunto. Sí, han creado riqueza, pero sólo para ellos, y la miseria que ahora viene, si los gobiernos no son capaces de solventar la crisis, la tendremos que sufrir los demás.
Cuando los EE.UU (el pueblo sin nombre, que diría Julio Camba) tiene gripe, los demás países estornudan. Es lo que está pasando esos días. Estoy ansioso por ver qué recetas neoliberales aplica el gobierno del genocida plutócrata, que ya se han cargado un país y va camino de cargarse otro: el suyo propio. Esperemos que en lo sucesivo, el pueblo norteamericano tenga más cuidado para elegir a sus gobernantes, porque en definitiva, son los de todos.
Lo peor de todo es que, aquí en España, las clases populares no nos hemos beneficiado de la pasada bonanza económica y si nos quedan un buen montón de deudas, de pisos, de coches que no se podrán pagar si en paro nos quedamos, ahora que es tan fácil echarnos por aquello tan maravilloso de la flexibilidad, que nos ha hecho a todos un poco contorsionistas de bolsillo. Encima, nuestros sueldos están más raquíticos que antes de la bonanza, pues en estos años de vacas gordas nunca han subido nuestros emolumentos de una manera acorde con la inflación. Camarero, antes de irse a su casa, póngame un café y cóbremelo al mismo precio que se lo cobra a nuestro presidente del gobierno.
En qué mal sitio del mundo vivimos una inmensa mayoría de la gente. De este capitalismo tan salvaje de estos últimos años sólo se han beneficiado las élites. La prueba es que si un ejecutivo de una empresa en los años 70 ganaba diez veces más que el empleado más bajo, ahora gana 100, 200, 500 veces más que el que menos gana. Una vergüenza. Y son ellos, los máximos beneficiarios de las vacas gordas los que pasarán la crisis con el riñón bien cubierto, apenas preocupados por las incertidumbres que atenazan a la sociedad en su conjunto. Sí, han creado riqueza, pero sólo para ellos, y la miseria que ahora viene, si los gobiernos no son capaces de solventar la crisis, la tendremos que sufrir los demás.
Cuando los EE.UU (el pueblo sin nombre, que diría Julio Camba) tiene gripe, los demás países estornudan. Es lo que está pasando esos días. Estoy ansioso por ver qué recetas neoliberales aplica el gobierno del genocida plutócrata, que ya se han cargado un país y va camino de cargarse otro: el suyo propio. Esperemos que en lo sucesivo, el pueblo norteamericano tenga más cuidado para elegir a sus gobernantes, porque en definitiva, son los de todos.
lunes, enero 21, 2008
Yo, Tristopositor, existo. El que no existe es mi autor. Es duro decirlo, pero es así. Pero +confieso que no sé si soy un sueño de un dios o Dios es un sueño mío inducido por esta fantasía en la que vivo, pues soy un personaje que un hombre que no existe se inventó, que a lo mejor ha sido soñado por alguien.
Soy un manso máximo como Máximo Manso, que es el vecino de la planta segunda izquierda y vivo justo al lado, del piso de Augusto Pérez Niebla, y siempre procuro que su perro me oriente cuando salgo a la calle, pues nunca sé que dirección tomar. Vivimos en el número XX, en una calle a la que pusieron como nombre Hamlet, que fue el único príncipe que verdaderamente vivió. Es nuestro padre. Nadie quiso poner a un rey.
Como hijos de él y de nuestro siglo, somos héroes modernos: degradados, dolosos, sufridores como un mártir, indecisos o por mejor decir, dubitativos. Sólo existimos en la duda y justo cuando tomamos una resolución es cuando morimos. Somos dignos hijos de quien nos engendró.
Yo soy el menor de los tres vástagos, el que más tarde ha llegado y el que menos vida tendrá. Estoy verdaderamente orgulloso de mis dos hermanos mayores, de los que tanto he aprendido y a los que tal vez nunca podré emular. Me conformo con leer sus vidas o vivir sus libros, que dicen las malas lenguas estar escritos por unos personajes llamados Benito Pérez Galdós y Miguel de Unamuno (¿Por qué le odiaste tanto, emulador de Caín? ¿Acaso te ofendió que fuera el original primero?), seres que viven en esos libros de fantasías que son las historias de la literatura y en esos libros de realidad que se llamaban novelas para el primero, nívolas para el segundo. Pero creedme, no existieron. Como tampoco existe un aspirante a profesor que es, se supone, mi poco inspirado autor.
En el fondo, da igual que él sea, el que importa soy yo, el ser que soy morirá un mes de abril, en un año que será historia, en medio de un sueño. Calderón, de haber existido, hubieras sabido mucho de mi vida. Cervantes y Shakespeare se ríen -¿De qué se ríen?- y miran benévolamente en el número XX de una calle sin un rey que nunca existió.
Lo que lamento es lo que pasará con estas cuatrocientas entradas que no son ni más ni menos que mi propia vida. Si esta bitácora muere sin que nadie la lea, una tragedia se verá entonces, cuando muera yo. En realidad, no me mata mi autor. Los verdaderamente letales sois vosotros, amables lectores, pues sólo vivo en cuanto me leéis. El último lector que lea la última línea será el que definitivamente dé la puntilla definitiva.
Soy pequeño ante vuestros ojos pero me valoro en mucho y mi único lamento es que Tristopositor, yo, no puedo hacer nada. Sólo esperar al siguiente lector o morir en caso de que no venga.
Soy un manso máximo como Máximo Manso, que es el vecino de la planta segunda izquierda y vivo justo al lado, del piso de Augusto Pérez Niebla, y siempre procuro que su perro me oriente cuando salgo a la calle, pues nunca sé que dirección tomar. Vivimos en el número XX, en una calle a la que pusieron como nombre Hamlet, que fue el único príncipe que verdaderamente vivió. Es nuestro padre. Nadie quiso poner a un rey.
Como hijos de él y de nuestro siglo, somos héroes modernos: degradados, dolosos, sufridores como un mártir, indecisos o por mejor decir, dubitativos. Sólo existimos en la duda y justo cuando tomamos una resolución es cuando morimos. Somos dignos hijos de quien nos engendró.
Yo soy el menor de los tres vástagos, el que más tarde ha llegado y el que menos vida tendrá. Estoy verdaderamente orgulloso de mis dos hermanos mayores, de los que tanto he aprendido y a los que tal vez nunca podré emular. Me conformo con leer sus vidas o vivir sus libros, que dicen las malas lenguas estar escritos por unos personajes llamados Benito Pérez Galdós y Miguel de Unamuno (¿Por qué le odiaste tanto, emulador de Caín? ¿Acaso te ofendió que fuera el original primero?), seres que viven en esos libros de fantasías que son las historias de la literatura y en esos libros de realidad que se llamaban novelas para el primero, nívolas para el segundo. Pero creedme, no existieron. Como tampoco existe un aspirante a profesor que es, se supone, mi poco inspirado autor.
En el fondo, da igual que él sea, el que importa soy yo, el ser que soy morirá un mes de abril, en un año que será historia, en medio de un sueño. Calderón, de haber existido, hubieras sabido mucho de mi vida. Cervantes y Shakespeare se ríen -¿De qué se ríen?- y miran benévolamente en el número XX de una calle sin un rey que nunca existió.
Lo que lamento es lo que pasará con estas cuatrocientas entradas que no son ni más ni menos que mi propia vida. Si esta bitácora muere sin que nadie la lea, una tragedia se verá entonces, cuando muera yo. En realidad, no me mata mi autor. Los verdaderamente letales sois vosotros, amables lectores, pues sólo vivo en cuanto me leéis. El último lector que lea la última línea será el que definitivamente dé la puntilla definitiva.
Soy pequeño ante vuestros ojos pero me valoro en mucho y mi único lamento es que Tristopositor, yo, no puedo hacer nada. Sólo esperar al siguiente lector o morir en caso de que no venga.
sábado, enero 19, 2008
Hay una cosa que nunca debería hacer la tele: poner las series antiguas que tanto nos fascinaron cuando éramos pequeños, porque algunos productos televisivos envejecen fatal. Es el caso del Equipo A, el gran héroe americano y del coche fantástico. He visto los episodios y mi mentalidad de adulto no me permite pasar algunas licencias que se toman los guionistas de la serie. Por ejemplo, no entiendo cómo, despúes de organizar una ensalada de balas, los del equipo A nunca asesinaran a nadie y lo máximo que hicieran es que los enemigos ejecutaran acrobáticos saltos. Los coches también saltaban, y aunque eran modelos casi prehistóricos sin airbag, los ocupantes siempre salían ilesos poniendo, eso sí, cara de mareados. Tampoco me quedó claro de qué vivían los miembros del equipo A, si la mitad de las veces no cobraban, y cómo era posible que a la gente corriente con problemas les fuera más fácil localizarles que al propio gobierno estadounidense, pero claro, también le es ahora muy difícil encontrar a Bin Laden y eso que tienen satélites y cámaras por todos los lados. Es posible que por eso el equipo A fuera tan escurridizo, en tiempos en que esas tecnologías no estaban tan avanzadas.
Hace poco, vi un episodio del Gran Héroe americano, esa serie que se emitió en las tardes del mes de agosto del 84 y que iba de un rubiales y su amigo del gobierno americano. Al rubiales le habían dado un traje extraterrestres bondadosos, que estaban muy de moda. Hacía poco que Sepielberg había rodado "encuentros en la tercera fase" y "ET" y Cocoon, que dirigiera Ron Howard, estaba en fase de producción.
En el episodio que vi, se decía que el amigo estuvo en Centroamérica "ayudando" a los pobrecitos del país a tener gobernantes justos y tal. Recomiendo leer los estudios políticos de Chomsky para comprobar el tipo de "favores" que el gobierno de Reagan prestó a algunos países iberoamericanos. Creo que todavía se lo están agradeciendo. Es curioso comprobar cómo la manipulación de la opinión pública se hace más evidente con el paso del tiempo y lo imperceptible que es en su momento. En serio, yo me creí entonces que los norteamericanos fueron a hacer el bien a sus vecinos del sur.
Y luego estaba el coche fantástico. Y no sólo lo era por hablar. Creo que incluso funcionaba sin gasolina, ni siquiera con gasoil. Han pasado más de veinte años desde que se estrenara la serie y aún hoy los coches funcionan con derivados del petróleo. Eso sí que lo hacía fantástico. En lo demás los autos de hoy sí que se parecen a dicho protagonista mecánico: te marcan los itinerarios, te dicen que una rueda está poco inflada, que una puerta ha quedado abierta... Además, la luz que tenía KITT roja por delante, los de hoy la tienen por detrás. Vale, es la tercera luz de freno, pero mola como la de KITT. Por lo demás, la serie era tan monótona como las anteriores. A Michael Knight siempre las cosas le salía bien ("me encantan que los planes salgan bien, que diría Hannibal Smith) y siempre había villanos que no morían porque las balas sólo eran para amedrentar. Por lo demás, me encantaba el reloj CASIO con el que el personaje interpretado por David Hasselhoff llamaba a su coche. Desde entonces me viene la afición por los relojes digitales.
En fin, creo que no debería haber reposiciones en la tele, pues el recuerdo embellece todo lo que proviene de nuestro pasado. No obstante, como tengo buena memoria a largo plazo, seré de los pocos a los que la infancia no les parece esa arcadia feliz. Definitivamente, no creo que cualquier tiempo pasado fuera mejor. Ni las series de televisión, tampoco.
viernes, enero 18, 2008
Actualmente, la mala leche nacional más famosa bulle, sobre todo, en las cabezas de dos célebres filólogos hispánicos de los que os vais a sorprender en cuanto os dé sus nombres:
Jorge Javier Vázquez, presentador de "Aquí hay Tomate" en Telecinco y Fedeguico Jiménez Losantos, conductor del programa "Las mañanas" de la COPE.
¿A que sorprende que sean filólogos?
Será por la falta de salidas profesionales de la Filología Hispánica, será que estudiar literatura predispone a algunos a la sátira y la mala baba, lo cierto es que menudos representantes tenemos en los medios de esta gran carrera. Vamos, a años luz de ese profesor de literatura inglesa que interpretaba Robin Williams en "el club de los poetas muertos" que susurraba a sus alumnos el tópico del Carpe Diem ¿Qué pasa, que la literatura inglesa templa el caracter y propicia la aventura romántica, en contraposición con la española, que fomenta el insulto ocurrente y la humillación continuada?
Referentes no digo yo que no tengan. Quevedo tenía la lengua más afilada del mundo, y más te valía estar entre sus amigos que entre sus enemigos. Si no, que se lo pregunten a Góngora:
SONETO A LUIS DE GÓNGORA
Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;
apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?
No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.
O se lo pregunten a esa vecina madrileña del siglo XVII a la que el poeta no duda en llamar, por casquivana y licenciosa, con el nombre literario de aquella patricia romana que obsesionaba al gran Catulo:
A UNA ADÚLTERA
Sólo en ti, Lesbia, vemos que ha perdido
el adulterio la vergüenza al cielo,
pues que tan claramente y tan sin velo
has los hidalgos huesos ofendido.
Por Dios, por ti, por mí, por tu marido,
que no sepa tu infamia todo el suelo:
cierra la puerta, vive con recelo,
que el pecado nació para escondido.
No digo yo que dejes tus amigos,
mas digo que no es bien que sean notados
de los pocos que son tus enemigos.
Mira que tus vecinos afrentados,
dicen que te deleitan los testigos
de tus pecados más que tus pecados.
Y para terminar con Quevedo, uno en el cual podemos dar fe de que la maledicencia era moneda corriente en la corte. Y como decía mi abuelo: a vaca corneadora, no faltarán rasguños:
REFIERE EL MISMO SUS DEFECTOS EN BOCAS DE OTROS
Muchos dicen mal de mí,
y yo digo mal de muchos;
mi decir es más valiente,
por ser tantos y ser uno.
Que todos digan verdad,
por imposible lo juzgo;
que yo la diga de todos,
con mi licencia lo dudo.
Por eso no los condeno,
por eso no me disculpo;
no faltará quien nos crea
a los otros y a los unos...
Deberíamos reconocer que no le faltó elegancia a la hora de reconocer que a él también le habían dado unos cuantos sopapos verbales.
Por eso, cuando veo a los dos zopilotes mencionados arriba no encajar los golpes que otros justamente les dan, se ponen malcarados y responden con más insidia, ingeniosa las menos veces, grosera y con falta de sal las más de ellas, siento vergüenza ajena y estoy por solicitar que en las respectivas facultades donde estudiaron esta noble carrera de humanidades les retiren el título, y no porque insulten, sino por hacerlo burdamente. Por cierto, jamás a ambos, después de sus trayectorias profesionales, se les podrá llamar humanistas.
Es cierto que la mala baba nunca faltó a los artistas: "Viejo pedorro" llamaba Buñuel a Unamuno, mientras que a Lorca le decía a su vez maricón y le dedicaba "el perro andaluz", y además enviaba una carta a Juan Ramón Jiménez criticando con dureza infinita "Platero y yo", mientras que éste decía de León Felipe que era "el menos malo de los malos poetas", y ya os mencioné lo del ornitorrinco de Gasset. Los ejemplos que podía dar son muchos. Como podemos ver, la mala leche española no es de ahora, sólo que ahora se vende muy cara y es de peor calidad.
Por mi parte, no me pide el cuerpo el tener mala leche, aunque reconozco que en este país está hoy muy bien pagada. Quién sabe, a lo mejor estoy pecando de ingenuo y me estoy cegando una salida profesional. Malditos valores que me inculcaron mis padres...
Jorge Javier Vázquez, presentador de "Aquí hay Tomate" en Telecinco y Fedeguico Jiménez Losantos, conductor del programa "Las mañanas" de la COPE.
¿A que sorprende que sean filólogos?
Será por la falta de salidas profesionales de la Filología Hispánica, será que estudiar literatura predispone a algunos a la sátira y la mala baba, lo cierto es que menudos representantes tenemos en los medios de esta gran carrera. Vamos, a años luz de ese profesor de literatura inglesa que interpretaba Robin Williams en "el club de los poetas muertos" que susurraba a sus alumnos el tópico del Carpe Diem ¿Qué pasa, que la literatura inglesa templa el caracter y propicia la aventura romántica, en contraposición con la española, que fomenta el insulto ocurrente y la humillación continuada?
Referentes no digo yo que no tengan. Quevedo tenía la lengua más afilada del mundo, y más te valía estar entre sus amigos que entre sus enemigos. Si no, que se lo pregunten a Góngora:
SONETO A LUIS DE GÓNGORA
Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;
apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?
No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.
O se lo pregunten a esa vecina madrileña del siglo XVII a la que el poeta no duda en llamar, por casquivana y licenciosa, con el nombre literario de aquella patricia romana que obsesionaba al gran Catulo:
A UNA ADÚLTERA
Sólo en ti, Lesbia, vemos que ha perdido
el adulterio la vergüenza al cielo,
pues que tan claramente y tan sin velo
has los hidalgos huesos ofendido.
Por Dios, por ti, por mí, por tu marido,
que no sepa tu infamia todo el suelo:
cierra la puerta, vive con recelo,
que el pecado nació para escondido.
No digo yo que dejes tus amigos,
mas digo que no es bien que sean notados
de los pocos que son tus enemigos.
Mira que tus vecinos afrentados,
dicen que te deleitan los testigos
de tus pecados más que tus pecados.
Y para terminar con Quevedo, uno en el cual podemos dar fe de que la maledicencia era moneda corriente en la corte. Y como decía mi abuelo: a vaca corneadora, no faltarán rasguños:
REFIERE EL MISMO SUS DEFECTOS EN BOCAS DE OTROS
Muchos dicen mal de mí,
y yo digo mal de muchos;
mi decir es más valiente,
por ser tantos y ser uno.
Que todos digan verdad,
por imposible lo juzgo;
que yo la diga de todos,
con mi licencia lo dudo.
Por eso no los condeno,
por eso no me disculpo;
no faltará quien nos crea
a los otros y a los unos...
Deberíamos reconocer que no le faltó elegancia a la hora de reconocer que a él también le habían dado unos cuantos sopapos verbales.
Por eso, cuando veo a los dos zopilotes mencionados arriba no encajar los golpes que otros justamente les dan, se ponen malcarados y responden con más insidia, ingeniosa las menos veces, grosera y con falta de sal las más de ellas, siento vergüenza ajena y estoy por solicitar que en las respectivas facultades donde estudiaron esta noble carrera de humanidades les retiren el título, y no porque insulten, sino por hacerlo burdamente. Por cierto, jamás a ambos, después de sus trayectorias profesionales, se les podrá llamar humanistas.
Es cierto que la mala baba nunca faltó a los artistas: "Viejo pedorro" llamaba Buñuel a Unamuno, mientras que a Lorca le decía a su vez maricón y le dedicaba "el perro andaluz", y además enviaba una carta a Juan Ramón Jiménez criticando con dureza infinita "Platero y yo", mientras que éste decía de León Felipe que era "el menos malo de los malos poetas", y ya os mencioné lo del ornitorrinco de Gasset. Los ejemplos que podía dar son muchos. Como podemos ver, la mala leche española no es de ahora, sólo que ahora se vende muy cara y es de peor calidad.
Por mi parte, no me pide el cuerpo el tener mala leche, aunque reconozco que en este país está hoy muy bien pagada. Quién sabe, a lo mejor estoy pecando de ingenuo y me estoy cegando una salida profesional. Malditos valores que me inculcaron mis padres...
jueves, enero 17, 2008
Si me tuviera que retratar, podría decir que yo he escrito parte de este fragmento:
"Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño; la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies."
Ya sabéis que lo escribió alguien con más talento que yo. Tengo la nariz larga y afilada, similar a cómo se la suelen dibujar a él. Mi frente también es alta, tirando a despejada (y que no se depeje más por muchos años) Eso sí, todavía no he llegado a la hora en que peino canas y mis barbas, si me las dejara, serían rubias, como las de él. Por cierto, también tengo problemas de dentición, menos mal que la ciencia odontológica ha avanzado una barbaridad y luzco buena dentadura, pero seguramente de no existir los maravillosos dentistas, a quien Dios guarde por muchos años, luciría una pobreza de dientes similar a la del genio. Mi cuerpo tampoco es grande ni pequeño, calzo un 44 y me pongo rojo en la playa si no me doy crema del factor 26 por lo menos , lo que os dará idea de que también tengo la piel más bien tirando a blanco irlandés ebrio o blanco escocés cantarín.
Aquí acaban mis similitudes con el gran genio. Ya quisiera yo de parecerme en su escritura y tener siquiera la mitad de su talento, pero cada uno es como es y ha de vivir la vida con las herramientas físicas e intelectuales que el destino ha puesto en su mano.
Pero que nadie se ponga impertinente desairándome por quién me comparo. A ver si tengo que soltar el ornitorrinco.
"Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño; la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies."
Ya sabéis que lo escribió alguien con más talento que yo. Tengo la nariz larga y afilada, similar a cómo se la suelen dibujar a él. Mi frente también es alta, tirando a despejada (y que no se depeje más por muchos años) Eso sí, todavía no he llegado a la hora en que peino canas y mis barbas, si me las dejara, serían rubias, como las de él. Por cierto, también tengo problemas de dentición, menos mal que la ciencia odontológica ha avanzado una barbaridad y luzco buena dentadura, pero seguramente de no existir los maravillosos dentistas, a quien Dios guarde por muchos años, luciría una pobreza de dientes similar a la del genio. Mi cuerpo tampoco es grande ni pequeño, calzo un 44 y me pongo rojo en la playa si no me doy crema del factor 26 por lo menos , lo que os dará idea de que también tengo la piel más bien tirando a blanco irlandés ebrio o blanco escocés cantarín.
Aquí acaban mis similitudes con el gran genio. Ya quisiera yo de parecerme en su escritura y tener siquiera la mitad de su talento, pero cada uno es como es y ha de vivir la vida con las herramientas físicas e intelectuales que el destino ha puesto en su mano.
Pero que nadie se ponga impertinente desairándome por quién me comparo. A ver si tengo que soltar el ornitorrinco.
miércoles, enero 16, 2008
Le vi en el último examen que me presenté para auxiliar administrativo. Era un viejo compañero de mi penúltimo trabajo, en la universidad, donde por cierto, me encontraba muy a gusto, en mi despachito, con mi ordenador, alejado del mundanal ruido, en el extremo más recóndito del campus. Si no fuera por mi vocación de profesor, diría que echo bastante de menos ese trabajo de cifras y letras, en el cual yo era mi propio jefe, mi organizador. Pocos eran a los que yo tenía que rendir cuentas. Ventajas de trabajar en un departamento de una facultad. Gracias a ello, además, aprendí cómo funcionaba por dentro la universidad y he de decir que no la conozco sólo como alumno, también sé algo de sus mecanismos, sus leyes, tanto escritas como no escritas, que de eso tiene también algo una de las más benéficas instituciones que tiene un país.
La universidad también participa de esos males que están corroyendo a la sociedad de hoy, pues como no podía ser de otra manera, es parte de la misma. De eso mucho puede decir mi conocido, tanto o más que yo mismo.
Mi antiguo compañero venía al mismo examen que yo, era, por lo tanto, otro competidor más, alguien al que yo tenía que batir para conseguir la ansiada plaza fija. Sin embargo, lo que me contó me hizo desearle toda la suerte del mundo, tanto o más que la que tuviera yo para conseguir el ansiado puesto dentro de la administración.
Él, como yo, cubrió una plaza de interino. Estuvo más tiempo que yo como trabajador de la universidad porque tuvo la suerte de que su plaza no salió hasta bastante tiempo después que la mía. Pero se enteró de su salida de una manera especialmente cruel. Un día le llamó el que antaño gestionaba parte del departamento de personal:
-Oye, que te llamo para darte la enhorabuena por el feliz nacimiento de tu hijo
-Gracias, hombre. Es un detalle que hayas llamado.
-Lástima que esta vez no se cumpla aquello de que los niños traen un pan debajo del brazo...
-¿Cómo?¿Qué quieres decir?
-Ah, pero..¿No te has enterado? ¡Dios mío! Me parece que he metido la pata...
-No me digas que vienen a cubrir mi plaza.
-Pensé que lo sabías. De verdad que lo siento mucho. Mira, yo no sé cómo arreglar esto. Te pido mil disculpas. No sabes cómo lo siento.
-Más lo siento yo, desde luego.
-Bueno, no desesperes. Si me entero de algo...Lo que sea...¿En qué puesto quedaste en la lista?...Veré lo que puedo hacer... De verdad, cuánto siento la metedura de pata.
Cuando colgó, mi compañero le vinieron a la mente toda clase de improperios para el inoportuno metepatas. Demasiado humano es querer matar al mensajero. Pero la racionalidad se impuso pronto y mi compañero pensó que no era plan de asesinar a alguien, pues no quería que su hijo creciera con su padre en la cárcel. Bastante tenía con tener a su padre en el paro.
Pero un clavo sustituye otro clavo. Creo que ahora su plaza la cubre un chico que se gasta todo el dinero en hacer tunning a su coche, al fin de al cabo, qué más da quien haga el trabajo, si un padre de familia o un flipado del automovilismo, si algo sobra en este mundo son seres humanos, incluidos un padre, una madre y sus hijos. Por cierto, que a la madre ya la habían echado antes. Nos dieron la patada a los dos a la vez.
¿Y qué más da la vida de esa familia al estado? Dicen las campanudas voces del PP que van a crear un ministerio de la familia. Me parece muy bien ¿Será para defender a estas familias de circunstancias tan adversas como ésta o por si el hijo les sale maricón? ¿Y para qué crear un nuevo ministerio, si desde el ministerio de trabajo se puede defender muy bien a las familias, luchando contra la precariedad laboral?
Siempre he defendido el legítimo anhelo que tiene el interino de procurar que esa plaza temporal que cubre se convierta en su plaza fija. El triste caso de esta familia da fe de que estoy en lo cierto. Y si mi opinión no os parece autorizada, os recomiendo leer Miau, del gran maestro Galdós, donde el problema de los funcionarios cesantes ya viene tratado con todo el drama que eso conlleva.
La gente dice que si los funcionarios son privilegiados, que si los días moscosos, que si las vacaciones, que si el sueldo, que ya es más que decente comparado con el sector privado. Pues bien: yo digo que ojalá todos fuéramos funcionarios. Fijos.
Eso sí que sería un buen objetivo del futuro ministerio de la familia, y no el perseguir homosexuales y condones.
La universidad también participa de esos males que están corroyendo a la sociedad de hoy, pues como no podía ser de otra manera, es parte de la misma. De eso mucho puede decir mi conocido, tanto o más que yo mismo.
Mi antiguo compañero venía al mismo examen que yo, era, por lo tanto, otro competidor más, alguien al que yo tenía que batir para conseguir la ansiada plaza fija. Sin embargo, lo que me contó me hizo desearle toda la suerte del mundo, tanto o más que la que tuviera yo para conseguir el ansiado puesto dentro de la administración.
Él, como yo, cubrió una plaza de interino. Estuvo más tiempo que yo como trabajador de la universidad porque tuvo la suerte de que su plaza no salió hasta bastante tiempo después que la mía. Pero se enteró de su salida de una manera especialmente cruel. Un día le llamó el que antaño gestionaba parte del departamento de personal:
-Oye, que te llamo para darte la enhorabuena por el feliz nacimiento de tu hijo
-Gracias, hombre. Es un detalle que hayas llamado.
-Lástima que esta vez no se cumpla aquello de que los niños traen un pan debajo del brazo...
-¿Cómo?¿Qué quieres decir?
-Ah, pero..¿No te has enterado? ¡Dios mío! Me parece que he metido la pata...
-No me digas que vienen a cubrir mi plaza.
-Pensé que lo sabías. De verdad que lo siento mucho. Mira, yo no sé cómo arreglar esto. Te pido mil disculpas. No sabes cómo lo siento.
-Más lo siento yo, desde luego.
-Bueno, no desesperes. Si me entero de algo...Lo que sea...¿En qué puesto quedaste en la lista?...Veré lo que puedo hacer... De verdad, cuánto siento la metedura de pata.
Cuando colgó, mi compañero le vinieron a la mente toda clase de improperios para el inoportuno metepatas. Demasiado humano es querer matar al mensajero. Pero la racionalidad se impuso pronto y mi compañero pensó que no era plan de asesinar a alguien, pues no quería que su hijo creciera con su padre en la cárcel. Bastante tenía con tener a su padre en el paro.
Pero un clavo sustituye otro clavo. Creo que ahora su plaza la cubre un chico que se gasta todo el dinero en hacer tunning a su coche, al fin de al cabo, qué más da quien haga el trabajo, si un padre de familia o un flipado del automovilismo, si algo sobra en este mundo son seres humanos, incluidos un padre, una madre y sus hijos. Por cierto, que a la madre ya la habían echado antes. Nos dieron la patada a los dos a la vez.
¿Y qué más da la vida de esa familia al estado? Dicen las campanudas voces del PP que van a crear un ministerio de la familia. Me parece muy bien ¿Será para defender a estas familias de circunstancias tan adversas como ésta o por si el hijo les sale maricón? ¿Y para qué crear un nuevo ministerio, si desde el ministerio de trabajo se puede defender muy bien a las familias, luchando contra la precariedad laboral?
Siempre he defendido el legítimo anhelo que tiene el interino de procurar que esa plaza temporal que cubre se convierta en su plaza fija. El triste caso de esta familia da fe de que estoy en lo cierto. Y si mi opinión no os parece autorizada, os recomiendo leer Miau, del gran maestro Galdós, donde el problema de los funcionarios cesantes ya viene tratado con todo el drama que eso conlleva.
La gente dice que si los funcionarios son privilegiados, que si los días moscosos, que si las vacaciones, que si el sueldo, que ya es más que decente comparado con el sector privado. Pues bien: yo digo que ojalá todos fuéramos funcionarios. Fijos.
Eso sí que sería un buen objetivo del futuro ministerio de la familia, y no el perseguir homosexuales y condones.
martes, enero 15, 2008
De Unamuno me ha contado el gran profesor Julio Rodríguez Puértolas una anécdota muy sabrosa que ya os contaré otro día, pero de momento, quiero recordar aquella otra anécdota famosa de don Miguel y de don José Ortega y Gasset, que menudo par.
Don Miguel era catedrático y cada vez que hablaba sentaba, como no podía ser de otra manera, cátedra, perdón por la redundancia. Era, a decir de algunos, víctima de una enfermedad llamada yoísmo, que para los que no lo sepan, no es otra cosa que ponerse uno como el centro del universo. Cada vez que don Miguel decía "Yo opino", allí no se oía ni una mosca. Se decía que él no dialogaba, que su especialidad eran los monólogos, los cuales todo el mundo sabe que no vienen bien para las tertulias, acaso un poco mejor para las conferencias. La suficiencia unamuniana tenía bastante "mosqueados" a algunos, y entre ellos, parece ser que Ortega y Gasset, que también era propenso a ser magnífica novia de la boda, muerto del entierro y niño del bautizo, no era de los menos enfadados por el magno ego del sabio, así que soltó lo del ornitorrinco. Para quien no lo sepa, un día no soportó más y dijo, bien cargado de ironía que, cuando don Miguel entra en una sala “echa en medio su ego como quien suelta un ornitorrinco”. A lo mejor lo que echaba de menos don José es no tener él en el brazo a su vez algún que otro animal de las antípodas, cuando menos un koala.
¿Y esto que moraleja tiene? Pues nada, que en el fondo está bien eso de quererse uno: tanto don Miguel como don José (siempre se trataban de usted y con el don delante) eran estupendos vendedores de sí mismos y de eso se trata la vida. Por eso, no tengáis miedo de ser demasiado egocéntricos, que ya vendrán los demás para haceros humildes. Pero si ya traíais de serie esa hermosa cualidad, tan mal valorada, por lo menos haced todo lo posible por amaros un poquito a vosotros mismos.
A ver si alguien se os adelanta y trae su propio ornitorrinco.
lunes, enero 14, 2008
Pese a las encendidas descalificaciones contra ella de mi crítico de cabecera favorito, Carlos Boyero, una tarde de sábado me cogí en DVD "el club de lucha" y luchando contra mis ideas preconcebidas que un cráneo cinematográfico y autorizado, de pluma esbelta y verbo fácil tuvo a bien ponerme en mis alocadas neuronas, al final tuve que decir que la película me gustó. Y digo que quizá sea de las películas que más me han marcado de todas las que he visto y que no me extrañaría que una vez corregida la miopía de los tiempos que corren sea alguna vez considerada como un clásico que todo el mundo debiera ver y acaso comprender, desnudándola, eso sí, de mamporros y demás farfollas que no permiten ver el mensaje oculto de la película. Tan oculto como ese pene que aparece justo al final del metraje y que apenas está en nuestra vista unas milésimas de segundo. Creo que ya tengo una opinión autorizada: he visto la película tres veces, la última, de madrugada en un pase por televisión, y si la primera, como ya he dicho, me gustó pero me avergonzó decirlo, la segunda me encantó todavía más y ya pensé que Carlos Boyero a lo mejor estaba equivocado, y por fin, en el tercer visionado, caí rendido a los pies de Edward Norton y de Brad Pitt, que mano a mano hacen un repaso de lo que somos los hombres de hoy y la sociedad en que vivimos. En una parte de la película, el líder encarnado por Brad Pitt, le da como tarea a sus acólitos que provoquen una pelea con alguien de la calle y que la pierdan. En las siguientes secuencias vemos cómo intentan cumplir con lo ordenado, pero se encuentran con que la mayoría de la gente hará todo lo posible por evitar la lucha: la gente es de natural pacífica. Recuerdo que leí un libro del eminente psiquiatra Luis Rojas Marcos en el cual decía que la mayoría de los hombres y mujeres del mundo son pacíficos y que la violencia en realidad son los casos puntuales y en virtud de lo cual, por ello son los que casi siempre copan las noticias. En la película, el hecho de que el común de los mortales no pelee no se ve como una crítica, de ser así, lo que en realidad hubiera mandado el guapo álter ego interpretado por Brad Pitt es que no sólo hubieran provocado la pelea contra seres pacíficos, además, les hubiera ordenado a sus fieles machacar a los infelices ¿Por qué manda una cosa así? ¿Para dar la oportunidad a los inocentes de sentirse bien ganando una pelea?¿Para demostrar que los seres humanos no son incivilizados?¿Para sacar por un momento a los infelices pacíficos de este mundo de su abulia? Porque en el fondo, la película es un canto contra la indiferencia de esta generación, la nuestra, que sólo se conforma con ser consumidores y no ciudadanos; que vuelve del trabajo cansada sin el menos atisbo de sentirse realizada; que no reacciona ante las injusticias de este mundo; que no tiene ni ideas, ni aspiraciones; que es, en definitiva, carne de cañón; como se decía antiguamente, los desheredados de este mundo que ni creen en la utopías, ni mucho menos salen a buscarlas. En definitiva, la generación del conformismo.
Por eso, porque tiene ideas disfrazadas de mala intención que merecen que la película se vea una, dos, veinte veces, me es difícil de calificar como una película de mamporros. No, no es mamporrera, como una película de Terence Hill y Bud Spencer, de Silvester Stallone o de Arnold Schwarzenegger; no es simplemente violenta como cualquiera de Quentin Tarantino (vale, me encantó Reservoir Dogs y Pulp Fiction); no es un panfleto de una sociedad encantada de haberse conocido. Es, ante todo y sobre todo, un manifiesto en contra de la indiferencia de todos nosotros: la generación que rehusamos ser ciudadanos rebeldes para ser sólo mansos consumidores.
No sé quién dijo que el cine no cambia la sociedad. Es cierto: han pasado casi diez años del estreno de la película y seguimos embebidos en esta espiral de consumismo y conformismo que ataca la cinta, pero como todas las grandes obras, nos deja más claro quiénes somos y cuál es el espíritu de nuestro tiempo, el "zeitgeist" que dirían los románticos alemanes. Estamos haciendo cosas que va en contra de nuestra realización como individuos y la cuestión no es liarse a puñetazos con el prójimo, como en un principio parece querer decir el mensaje de la película. Si hacemos una lectura profunda, en realidad a lo que incita es a algo mucho más destructivo pero a la vez más liberador. Quede para el amable lector la elección de la palabra que más convenga a los dos epítetos.
miércoles, enero 09, 2008
Me levanto hoy con la pésima noticia de que Mario Benedetti, uno de los grandes poetas que prestaron su voz a los oprimidos está ingresado en un hospital. Maestro, sólo recordarte tus propias palabras:
AHORA VALE LA PENA
Ahora vale la pena.
Dios
se quedó dormido.
Todos sabemos que esto
no es
definitivo
que es una suerte loca
quizá un breve
delirio.
Ahora vale la pena
vivir
aunque haga frío
aunque la tarde vuele.
O no vuele.
Es lo mismo.
Ahora sí
pero luego
si Dios no se despierta
qué pasará
dios mío.
Que pase lo que quiera maestro, pero de momento, quédate con nosotros, que te queda mucho por hacer, muchos versos por hilar, en un mundo que anda en crisis de poemas.
martes, enero 08, 2008
Es una noticia que no me gustaría que se me hubiera metido en la cabeza:
Circula por la red un vídeo de un conocido futbolista del Valencia, en el cual aparece masturbándose. Omito decir su nombre (ya hago mal mencionando el hecho) porque no quiero añadir más leña al fuego. Un hipócrita coro le está cantando al humillado muchacho "pajillero, pajillero" como si no hubieran caído alguna vez en el pecadillo de Onán, que diría en una de sus canciones Ismael Serrano.
Estamos ante una noticia que he visto esta mañana en el telediario de la televisión nacional, en el periódico gratuito, en el portal de Internet... Vamos, toda España se ha enterado de que hay un futbolista que hace lo que todo el mundo a su edad ¿Cómo puede ser eso noticia? Me levanto, como todas las mañanas, con la esperanza de encontrarme que han detenido a un conocido presidente por genocida y me encuentro con esta estupidez.
Habremos de tener mucho cuidado con las Webcams. Esos artefactos a los que permitimos estar presentes en nuestros momentos más íntimos pueden ser altamente traicioneros. Si no, que se lo pregunten a nuestro ruborizado amigo, al que deseo el suficiente vigor toda la vida para poder seguir con tan placentera práctica. O mejor aún: para yacer con alguien siempre que lo desee.
Aunque reconozcámoslo, eso de que se haga público el que practica el onanismo le deja en mala posición. En eso, París Hilton o la pionera Pamela Anderson salen más airosas con sus coitos universalmente observados. Al fin y al cabo, se las puede ver cómo se lo montan con sus chavales, y despiertan sana envidia. Ellas, sus mozos o todos a la vez, según el cristal con que se mire. A mí si me dan a elegir entre que me filmen de una manera o de otra no lo dudo, pues ya sabéis los que me leéis que no me gusta ser individualista.
Suscribo totalmente la reflexión que leí en un foro: "no es lo malo cometer un delito sino que te vean. Caemos como fieras sobre la falta ajena, nos escandalizamos de tal acción pero cuando llega la noche o cualquier momento oportuno...nos salva que no está conectada la WebCam " Pero ojo, dejemos claro que la masturbación no es un delito y creo que sí debería serlo la intromisión en la intimidad ajena. Para mí, los verdaderamente avergonzados y arrepentidos deberían ser aquellos que colgaron el video en la red y esos que lo utilizan para dar noticias que ocultan realidades más importantes. Esos sí que son culpables.
lunes, enero 07, 2008
A la familia la defienden los que jamás van a fundar una, me refiero a los grandes jerarcas de la iglesia. Por el celibato, se entiende. Qué curioso: ven una amenaza en los homosexuales, las lesbianas, las uniones civiles... todos los malvados unidos contra la familia. Pero sorprende la mayor amenaza de todas: me refiero al celibato, claro está. Parece ser que empezó a exigirse en el siglo IV de nuestra era con el fin de abaratar costes; al fin y al cabo, los curas solteros son menos caros de mantener que los casados. Pues yo lo que haría, de ocupar el trono de Pedro, es hacer una inversión económica en la familia, pues menudos tiempos que corren.
Dice este Papa con cara de haber hecho muchas malicias entre bambalinas: “existen ataques preocupantes contra la familia” Bueno, pues la mejor manera de responder esos ataques es liberar del celibato a los sacerdotes y estos se pongan a crear familias como locos. Y además, numerosas, que para algo tienen prohibido el condón, pues es un invento hecho expresamente para evitar que proliferen los hijos de la iglesia católica.
Le pregunto a todas las madres españolas si tienen intención de hacerse lesbianas y disolver todas las familia en vista de cómo está el patio. Me dicen que no, pero que si el estado camina por la senda del laicismo al ritmo en lo que está haciendo, tal vez sí lo hagan. Nada de verse con cierta periodicidad con sus hijos, ni mucho menos amarnos los unos a los otros. Los tiempos laicos marcan que cambiemos nuestra orientación sexual en cuanto tengamos la primera oportunidad y que si nos tenemos que odiar como sólo unos invertidos indeseables pueden hacerlo, que lo hagamos, que el gobierno es el que manda.
En otro orden de cosas, he llegado a un acuerdo con mi chica por el cual si el Estado sigue dando tantas libertades y ampliando derechos como hasta ahora, en cuanto tengamos la primera oportunidad, abortaremos, independientemente si el hijo es deseado o no. Dado que tenemos el derecho a la interrupción del embarazo, de poco inteligentes sería no hacer uso de tal. Mi chica se muestra entusiasmada con la idea y yo también, pues la perspectiva de abortar nos lleva a la euforia casi tanto como a las mujeres que se valen actualmente de ese derecho, plenas de alegría en cuanto saben que van a ir al quirófano. Casi no podemos dormir de la ilusión ¿Quién no ha soñado alguna vez con ir al ginecólogo por tal circunstancia? La pena es que no esté prohibido, porque en tiempos pasados el aborto entraba dentro del mundo de la aventura, lo misterioso, de las emociones fuertes en las que te jugabas la vida a cara o cruz en un sótano insalubre.
Es verdad que el número de divorcios es preocupante, y que es mejor que una mujer arruine su vida viviendo con quien ya no quiere o que la maltrate. Se nos olvida con demasiada frecuencia que la vida es un valle de lágrimas y mucho más para los pobres. Que los trabajos sean temporales no quiere decir que los matrimonios también tengan que serlo. Con unas determinadas cosas hay que ser tolerante, pero con otras no. La iglesia no se pronuncia contra el trabajo precario porque el matrimonio es más importante y porque la gente con problemas económicos entra en el cielo justo después de los virtuosos que no los han tenido en su vida. La ausencia de trabajo es una fuente importante de intranquilidad e inestabilidad, pero también es la segunda puerta de entrada que controla Pedro, luego entonces, doctores no debe tener la Iglesia para reivindicarlo.
Yo tengo planes en el futuro: pediré al tribunal eclesiástico que me corresponda la anulación matrimonial, después, solicitaré audiencia con el papa y le pediré que me conceda el permiso para unirme en santo matrimonio con Rouco Varela. Si nos lo da (casi seguro, todavía figuro en el censo de la Iglesia como católico, aunque nadie me haya pedido mi consentimiento de seguir ahí) nos casaremos y adoptaremos como hijo a algún gran financiero que pertenezca al Opus Dei, que nos garantice un buen pasar hasta el final de nuestros días. Y como se le ocurra abortar más le vale no estar arruinado, que se llevará una paliza que para qué contarlo.
domingo, enero 06, 2008
Se queja una sobrina mía de las muestras exacerbadas de cariño de su abuela, y es normal: la abuela procede de un tiempo en el cual la gente no se mostraba hostil al cariño. Hoy, sin embargo, el cariño está proscrito, es mercancía emocional sospechosa. Cuidado con los besos, cuidado con los abrazos; nos pueden desarmar y dejarnos indefensos ante la fría civilización.
Para relacionarnos con los demás, hemos desarrollado una batería de armas que incluso empleamos en nuestro círculo íntimo: rígidos cuando nos acarician, sarcásticos en las reuniones, irónicos ante las torpezas, lacónicos ante el diálogo... El hombre y la mujer actual tiene que aprender la hostilidad que paradójicamente identifica al hombre actual y "civilizado".
Tal vez por eso, valoro cuando me abrazan, me acarician, me hacen un mohín de cariño... No provengo de una familia que se prodigue en gestos afectivos(lo que no nos convierte en malas personas), lo que hace que valore mucho a las personas que saben expresar amor con las manos y con su cara. Desgraciadamente, en la actualidad, los gestos del cariño son un reducto del pasado, de esos seres viejos, grotescos, arrugados y sobones.
Aunque nadie lo diga, lo digo yo: vivimos en un mundo en el cual es de buen gusto ser adusto con los demás, que no es otra cosa que un masoquismo social en el que todos participamos y en el que salen vencedores los más maleducados de todos nosotros. Parece que todos decimos "trátame mal, que te hace atractivo y actual y así ascenderás en la pirámide social más rápidamente y obtendrás el reconocimiento social de los demás".
Por cierto, ahora que me acuerdo: también en nuestro tiempo no es fácil escuchar un elogio, salvo los dirigidos a los más fríos, que son objeto de las insinceras alabanzas más encendidas de quienes no quieren ser objeto de sus frecuentes invectivas. Los demás quedamos con la autoestima muy dañada, pues el problema de hoy en día no es que la mayoría de la gente se crezca y tenga una opinión sobrevalorada de sí misma, antes al contrario, la gente está herida por sentirse insignificante. De todos modos, tanto las alabanzas como las críticas son como la sombra de uno mismo: por grandes o pequeñas que sean, uno siempre está igual. Aún así, creo que por lo general andamos pobres de alabanzas y palabras de apoyo de los demás.
Con todo, creo que hay que besar, acariciar y hay que alabar. Afortunadamente, mi sobrina, pese a que por la sociedad sosa y hostil que le ha tocado vivir se extraña de la efusividad de su abuela, suele ser a su vez muy cariñosa y te estruja como a un osito a nada que te descuides, cosa que le agradezco, pues provengo de una familia que ama como la que más pero que no abraza. Yo mismo, a veces, me siento ridículo cuando expreso con demasiada efusividad mis sentimientos. Un problema educacional y casi cultural como otro cualquiera.
sábado, enero 05, 2008
Leo en los periódicos que el dólar está entrando en barrena y ya no saben qué hacer con la crisis. Los grandes prebostes de la economía se echan las manos a la cabeza. Todo apunta a que la época de vacas gordas (mejor decir, ladrillos gordos) ha pasado ya.
Lo curioso es que se veía venir pero no se hizo nada por evitarla.
¿Por qué se permitió que subieran los pisos como subieron? ¿Por qué se dio pábulo a tan cruel especulación, que ha dejado a las clases bajas en la calle o con el agua al cuello?
Y no será porque el fenómeno de burbuja especulativa no es conocido desde hace años y materia de estudio en todas las facultades de economía. Se podría hablar, por ejemplo, de la crisis de los tulipanes. En este Blog que os pongo la explica muy bien:
http://www.elblogsalmon.com/2005/05/11-la-burbuja-de-los-tulipanes
Después de leer esto, la pregunta que a mí me viene a la mente es: ¿Por qué dejaron que se produjera crisis? Pues no me creo que no supieran que esto iba a estallar.
Otra de las dudas que tengo es: ¿Por qué permiten los norteamericanos que su moneda, la verdadera joya de su corona baje y baje? Yo tengo mis propias respuestas, pero me las guardo. Que cada cual extraiga sus propias conclusiones.
Nuestra economía está mal porque la estadounidense está mal. Funcionamos como los niños siameses, que si uno se cae el otro va detrás. De Europa, hemos sido los discípulos más aventajados de esta economía neoliberal (especulación con el ladrillo, costes laborales tirando a la baja) y como a ellos, se nos presentan tiempos difíciles para los que esperemos se encuentre remedio a corto plazo.
Pero no me creo que no supieran que iba a llegar esta crisis. Cuando sintonizaba la radio especializada en temas económicos, los "expertos" hablaban de aterrizaje suave, de ralentización, y adornaban su discurso con neologismos pedantes para tranquilizar a los oyentes. Nos espera un duro batacazo contra el suelo, nada de los aterrizajes que hablan.
Lo que más rabia me da es que creo que esto no es casual y lo tenían perfectamente calculado. No es por esa frase que oigo tanto en las radios especializadas en economía: "Lo cierto es que le mercado obedece a factores imprevisibles que hacen muy difíciles lanzar un pronóstico". No me creo que no sepan. Pienso que lo que buscan es sembrar la confusión y que la ciudadanía no se entere de nada.
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viernes, enero 04, 2008
Hubo un tiempo glorioso en el que en todas las universidades madrileñas hacían fiestas que eran todo un homenaje al botellón. Glorioso para los que participábamos en ellos, los disolutos alumnos, no tanto para el resto de la comunidad universitaria, que veía con pavor cómo quedaba el campus de nevado de bolsas de supermercado, vasos de plástico y demás desperdicios generados de la ingesta etílica estudiantil. Lo cierto es que los que participábamos en dichos encuentros no nos caracterizábamos por nuestro civismo, y no hubiera estado de más que hubiéramos recogido esos desperdicios, pero cuando ya estábamos borrachos no pensábamos en las bolsitas del Carrefour en las que venían nuestro calimocho, la litrona y demás.
Por eso, cuando la gente critica el botellón yo me callo, porque entiendo que tienen razón, pero también comprendo a los jóvenes que lo hacen, porque están tan tiesos como mis amigos y yo lo estábamos en nuestra época de ingesta alcohólica al raso.
Cuando íbamos en el tren a una de esas facultades donde se organizaban esas fiestas al aire libre, mi amigo del alma y compañero de juergas me enseñó su foto:
-Mira Opo, con quién estoy saliendo
-Joder, tío, pues sí que esta buena ¡Anda ya, no me creo que estés tú saliendo con este pibón!
-Que sí, tío que sí ¿Cuándo te he mentido yo?
-Muchas veces
-Ya... pero no en temas relacionados con mujeres. Además, la podrás ver tú mismo. He quedado ahora con ella y con unas colegas suyas.
-A ver si es verdad, que siempre dices que vamos a quedar con no sé quién y luego no aparece ni Dios.
Nos bajamos del tren y nos dirigimos a la cafetería de la facultad de mi amigo, y efectivamente, allí estaba su chica con unas colegas. La cosa pintaba bien. Hicimos las presentaciones oportunas y nos fuimos al DIA y compramos para hacer calimocho, cervezas y una botella de whisky VAT 69 de triste recuerdo, como veremos después.
De las otras chicas recuerdo poco, porque no las vi más que ese día. Reconozco que al ser la nueva pareja de mi amigo me fijé un poco más en ella: era guapa, de facciones regulares,rubia e iba bien vestida, pulcra, con falda corta y botas altas. No era muy alta, pero llamaba la atención. Contrastaba ante el mar reinante de desperdicios, gente bulliciosa y según en qué rincón, con olor a meados, donde la gente va a hacer sus confidencias.
-¿Qué Opo, te mola mi chica?
-Joder tío, está superbuena
Estuvimos charlando el grupo de todo un poco, y yo venga darle al whisky, que, ahora que lo pienso...¡Estaba malísimo!¡Por Dios, cómo podía beber eso! Claro que, por 669 pelas no iba a esperar uno de malta...Lo peor es que se me puso un dolor de cabeza espantoso. Me tuve que despedir del grupo e irme a mi casa, borracho y suspenso otra vez en el arte de amar. No como mi colega, que tenía a su rubia.
Tiempo después cortaron, no me preguntéis la razón.
Pasaron los años y suspendieron las fiestas de la mayoría de las facultades, lo cual me dio bastante pena por los estudiantes que vinieron detrás de nosotros. Me siento mal por ellos porque pagaron lo guarros que fuimos nosotros. En fin, acabamos las carreras y mi amigo salía de una relación para meterse en otra. Hasta que un día:
-¿Sabes Opo, con quién estoy ahora?
-No, dímelo
-¿Tú te acuerdas de esa novia que tuve en la facultad...?
-¿De cuál de ellas?
-De Rosana.
-Joder, es que ahora no caigo.
-Sí, hombre, que era rubia, muy mona.
-Me acabas de describir al ochenta por ciento de las tías con las que has estado.
- Te tienes que acordar... Una que solía llevar falda.
-Sí, las tías suelen llevar falda
-¡Pero qué gilipollas...! A ver...ésa de cuando te dio el punto y te marchaste porque
te dolía la cabeza.
-Espera, que ya recuerdo... ¡Ah, sí! El puñetero VAT 69. Joder, qué mierda de whisky. Y encima no me comí un colín con las amigas de ella.
-¿Pero sabes quién te digo?
- Sí, hombre, sí: "Por la raja de tu falda, yo, sufrí un piñazo con un Seat Panda..."
- ¡Ay, qué bobo!¿Te acuerdas, no?
-Que sí coño, que sí.
-Pues hemos vuelto a salir juntos.
-¡Coooño!¿Después de tanto tiempo?
-Sí, Opo, sí. Y te voy a decir otra cosa que te vas a caer de culo.
-¿El qué?
-Se iba a casar en noviembre y lo ha dejado por mí.
-¡No me jodas!
-ya ves.
- Desde luego, es lo que te faltaba por hacer.
-Ya te digo, es una responsabilidad.
-¿Por qué tu responsabilidad? En todo caso, de ella.
-Ya, pero es que lo ha dejado por mí.
-Hombre tú no le has empujado a que dejara al novio, en todo caso, ha sido ella la que lo ha hecho.
-Pero yo me siento un poco mal.
-Yo creo la que se tenía que sentir mal es ella, ¿no?
-Yo qué sé, Opo, yo qué sé.
-¿Ahora qué vais a hacer?
-Pues quiero que las cosas vayan lentas, pero no sé, a lo mejor, en un futuro me voy a vivir con ella, no lo sé.
Deben referirse a esto cuando dicen que la vida es cíclica. Mi amigo volvía con una de sus viejas novias, a la que no veíamos desde hace, por lo menos, diez años. Principiando el otoño, quedamos parte de nuestro grupo con el de ella. Reconozco que sentía curiosidad por ver cómo había pasado el tiempo por ella, pues todavía tenía el recuerdo de esa chica de diecinueve años, y no me imaginaba cómo podría estar con treinta y tantos. Pues la encontré guapa, con el pelo más corto, con algo más de ojeras. Conducía un Mini Cooper. Pero seguía llevando botas altas. Ni rastro de bolsas de plástico a su alrededor.
-El tiempo no pasa igual para todos. Qué bien te veo.
-Yo te veo muy... Que has madurado.
-No sé cómo tomarme eso que me has dicho, pero bueno.
Su mirada no era en absoluto ingenua y quizá nunca lo fue. Cuando hablaba por el móvil, lo hacía con esa seguridad impostada que tienen los ejecutivos. Ella lo era. Pese a estar escudado por mis dos buenos amigos, no terminaba de sentirme cómodo con ella y su gente. Pero era la nueva compañera de mi amigo y yo hacía todo lo posible por pasarlo bien. Además, no había VAT 69 por ninguna parte, lo cual era de agradecer. En un momento de la noche, mi amigo hizo ademán de besarla, pero ella rechazó el beso. Fue un instante diminuto, pero no sé por qué, se me quedó grabado en la memoria.
Les dejé en una churrería. Pese a no haber bebido VAT 69, tenía un dolor de cabeza monumental. Ya no hacíamos botellón, pero no por ello lo que te meten en los bares es mejor que lo que tomábamos cuando no teníamos dinero, además, de un tiempo a esta parte me recupero peor de las resacas.
Los meses siguientes estuvieron jugando al gato y al ratón con el entorno de ella. Aparentaban ser sólo amigos, pues ella no quería quedar como la mujer fatal que deja plantada al novio a los pocos meses de la boda porque alguien se le había cruzado en el camino. De todos modos, la gente, que tiene como lema eso del piensa mal y acertarás, debía intuir que entre mi amigo y ella había más que una amistad venida de lejos. Un viejo amor de facultad y todo eso.
Pero a mi amigo le molestaba ese teatro. Era consciente de que ella estaba en una situación difícil, quedaba como la mala de la película que había destrozado la vida a una persona inocente. Estaban envueltos en un lastimoso juego de simulación:
-¿Sabes que me ha rogado que vaya a una boda de un primo suyo con él porque no quiere decirle a su familia todavía que lo hemos dejado?
-Hoy voy a quedar con mis amigas, pero es mejor que tú no vengas porque todavía no les he dicho que estamos saliendo.
-De momento, mejor me voy yo sola de alquiler. Claro que quiero que vivas conmigo, pero más adelante, cuando las aguas se calmen.
-He quedado con él para devolverle algunas cosas ¡Se me ha echado a llorar! Menos mal que no sabe nada de lo nuestro.
Pese a todo, las cosas no iban mal. Se lo pasaban bien juntos, se acordaban de la facultad, de la cafetería... De lo que no se acordaban era de los botellones, de la mugre, de los hostales cutres de los viajes organizados con los compañeros de clase.
-Joder Opo, si es que no le gusta más que lo caro. Nos hemos ido a Málaga y hemos estado en un hotel cinco estrellas, me conozco todos los japoneses que hay en Madrid ¿Tú sabes la pasta que nos dejamos?
-Bueno, piensa que el dinero está para gastarlo.
-Ya tío, pero acostumbrado a nosotros, que cada vez que salimos no nos gastamos un duro...
- Si es que te has buscado una muy fina ¡Como para llevarla a los guarros a comer una ración de calamares!
A todo esto, él se seguía acordando de su anterior novia, Isabel, a la que no le importaba ir a los guarros, ni a hostales, que no había pisado nunca a un japonés. Quizá no tenían que haberlo dejado. Tal vez...
Rosana poco a poco fue rehaciendo su vida. Se fue de alquiler a un piso en Pintor Rosales. Mi amigo esperaba que le propusiera que se fuera a vivir con ella. No se había planteado nunca marcharse de Laguna, donde vivimos, pero cambió de opinión de buenas a primeras:
-Sabes, Opo, estoy pensando en irme a vivir al centro. Laguna está cada vez peor. En mi barrio ya no hay quien pare. Estoy mirando alguna cosilla por La latina
-¿Y qué se te ha perdido a ti por la Latina?
-Es que me pilla más cerca del curro.
-Pues Laguna no está tan mal.
-Ya tío, pero yo qué sé. Así cambio de aires.
Pero pasaba el tiempo, y ni él encontró nada a su gusto en La latina y Pintor Rosales cada vez estaba más lejos.
-Tú eres mi chico ideal, pero espera un tiempo.
-Tía, pero yo no sé qué es lo que quieres. Yo no puedo seguir con esta pantomima
-Ten un poco de paciencia.
Las llamadas se hicieron cada vez más espaciadas con el devenir de los días. Cada vez que hablaban las conversaciones eran más y más frías. Y no sé quién lo dijo, qué más da:
-Yo creo que deberíamos dejarlo por un tiempo.
La verdad es que fastidia mucho terminar una historia de amor así. Ya sabéis, el amor de juventud, qué bonito es el reencuentro, y fueron felices y comieron perdices... Bueno, en este caso sushi, y yo me bebí a su salud un cubata de VAT69 y no me dolió la cabeza... y todo es posible si el amor lo dibuja el Pintor Rosales...Pero nada de eso ocurrió.
Mi amigo quiere invitar a Isabel una vez más a un bocata de calamares, que en nada tiene que envidiar al pescado japonés. Marca su número. A ver si está disponible esta tarde.
Rosana, la chica de las botas altas, mira a través de la ventana para ver si ve pasar a Pedro Almodóvar, pues le han dicho que se ha comprado casa en su mismo barrio. Ella, tan glamurosa, no le importaría ser protagonista de una de sus películas, pero teme que esa historia suya, de novio que deja a los pies de los caballos, de viejo reencuentro en un antiguo amor, de ejecutiva de éxito moderado pero de gustos caros, apenas si da para un pequeño relato que no acaba como debería. Además, mujeres al borde de un ataque de nervios ya está rodada.
Por eso, cuando la gente critica el botellón yo me callo, porque entiendo que tienen razón, pero también comprendo a los jóvenes que lo hacen, porque están tan tiesos como mis amigos y yo lo estábamos en nuestra época de ingesta alcohólica al raso.
Cuando íbamos en el tren a una de esas facultades donde se organizaban esas fiestas al aire libre, mi amigo del alma y compañero de juergas me enseñó su foto:
-Mira Opo, con quién estoy saliendo
-Joder, tío, pues sí que esta buena ¡Anda ya, no me creo que estés tú saliendo con este pibón!
-Que sí, tío que sí ¿Cuándo te he mentido yo?
-Muchas veces
-Ya... pero no en temas relacionados con mujeres. Además, la podrás ver tú mismo. He quedado ahora con ella y con unas colegas suyas.
-A ver si es verdad, que siempre dices que vamos a quedar con no sé quién y luego no aparece ni Dios.
Nos bajamos del tren y nos dirigimos a la cafetería de la facultad de mi amigo, y efectivamente, allí estaba su chica con unas colegas. La cosa pintaba bien. Hicimos las presentaciones oportunas y nos fuimos al DIA y compramos para hacer calimocho, cervezas y una botella de whisky VAT 69 de triste recuerdo, como veremos después.
De las otras chicas recuerdo poco, porque no las vi más que ese día. Reconozco que al ser la nueva pareja de mi amigo me fijé un poco más en ella: era guapa, de facciones regulares,rubia e iba bien vestida, pulcra, con falda corta y botas altas. No era muy alta, pero llamaba la atención. Contrastaba ante el mar reinante de desperdicios, gente bulliciosa y según en qué rincón, con olor a meados, donde la gente va a hacer sus confidencias.
-¿Qué Opo, te mola mi chica?
-Joder tío, está superbuena
Estuvimos charlando el grupo de todo un poco, y yo venga darle al whisky, que, ahora que lo pienso...¡Estaba malísimo!¡Por Dios, cómo podía beber eso! Claro que, por 669 pelas no iba a esperar uno de malta...Lo peor es que se me puso un dolor de cabeza espantoso. Me tuve que despedir del grupo e irme a mi casa, borracho y suspenso otra vez en el arte de amar. No como mi colega, que tenía a su rubia.
Tiempo después cortaron, no me preguntéis la razón.
Pasaron los años y suspendieron las fiestas de la mayoría de las facultades, lo cual me dio bastante pena por los estudiantes que vinieron detrás de nosotros. Me siento mal por ellos porque pagaron lo guarros que fuimos nosotros. En fin, acabamos las carreras y mi amigo salía de una relación para meterse en otra. Hasta que un día:
-¿Sabes Opo, con quién estoy ahora?
-No, dímelo
-¿Tú te acuerdas de esa novia que tuve en la facultad...?
-¿De cuál de ellas?
-De Rosana.
-Joder, es que ahora no caigo.
-Sí, hombre, que era rubia, muy mona.
-Me acabas de describir al ochenta por ciento de las tías con las que has estado.
- Te tienes que acordar... Una que solía llevar falda.
-Sí, las tías suelen llevar falda
-¡Pero qué gilipollas...! A ver...ésa de cuando te dio el punto y te marchaste porque
te dolía la cabeza.
-Espera, que ya recuerdo... ¡Ah, sí! El puñetero VAT 69. Joder, qué mierda de whisky. Y encima no me comí un colín con las amigas de ella.
-¿Pero sabes quién te digo?
- Sí, hombre, sí: "Por la raja de tu falda, yo, sufrí un piñazo con un Seat Panda..."
- ¡Ay, qué bobo!¿Te acuerdas, no?
-Que sí coño, que sí.
-Pues hemos vuelto a salir juntos.
-¡Coooño!¿Después de tanto tiempo?
-Sí, Opo, sí. Y te voy a decir otra cosa que te vas a caer de culo.
-¿El qué?
-Se iba a casar en noviembre y lo ha dejado por mí.
-¡No me jodas!
-ya ves.
- Desde luego, es lo que te faltaba por hacer.
-Ya te digo, es una responsabilidad.
-¿Por qué tu responsabilidad? En todo caso, de ella.
-Ya, pero es que lo ha dejado por mí.
-Hombre tú no le has empujado a que dejara al novio, en todo caso, ha sido ella la que lo ha hecho.
-Pero yo me siento un poco mal.
-Yo creo la que se tenía que sentir mal es ella, ¿no?
-Yo qué sé, Opo, yo qué sé.
-¿Ahora qué vais a hacer?
-Pues quiero que las cosas vayan lentas, pero no sé, a lo mejor, en un futuro me voy a vivir con ella, no lo sé.
Deben referirse a esto cuando dicen que la vida es cíclica. Mi amigo volvía con una de sus viejas novias, a la que no veíamos desde hace, por lo menos, diez años. Principiando el otoño, quedamos parte de nuestro grupo con el de ella. Reconozco que sentía curiosidad por ver cómo había pasado el tiempo por ella, pues todavía tenía el recuerdo de esa chica de diecinueve años, y no me imaginaba cómo podría estar con treinta y tantos. Pues la encontré guapa, con el pelo más corto, con algo más de ojeras. Conducía un Mini Cooper. Pero seguía llevando botas altas. Ni rastro de bolsas de plástico a su alrededor.
-El tiempo no pasa igual para todos. Qué bien te veo.
-Yo te veo muy... Que has madurado.
-No sé cómo tomarme eso que me has dicho, pero bueno.
Su mirada no era en absoluto ingenua y quizá nunca lo fue. Cuando hablaba por el móvil, lo hacía con esa seguridad impostada que tienen los ejecutivos. Ella lo era. Pese a estar escudado por mis dos buenos amigos, no terminaba de sentirme cómodo con ella y su gente. Pero era la nueva compañera de mi amigo y yo hacía todo lo posible por pasarlo bien. Además, no había VAT 69 por ninguna parte, lo cual era de agradecer. En un momento de la noche, mi amigo hizo ademán de besarla, pero ella rechazó el beso. Fue un instante diminuto, pero no sé por qué, se me quedó grabado en la memoria.
Les dejé en una churrería. Pese a no haber bebido VAT 69, tenía un dolor de cabeza monumental. Ya no hacíamos botellón, pero no por ello lo que te meten en los bares es mejor que lo que tomábamos cuando no teníamos dinero, además, de un tiempo a esta parte me recupero peor de las resacas.
Los meses siguientes estuvieron jugando al gato y al ratón con el entorno de ella. Aparentaban ser sólo amigos, pues ella no quería quedar como la mujer fatal que deja plantada al novio a los pocos meses de la boda porque alguien se le había cruzado en el camino. De todos modos, la gente, que tiene como lema eso del piensa mal y acertarás, debía intuir que entre mi amigo y ella había más que una amistad venida de lejos. Un viejo amor de facultad y todo eso.
Pero a mi amigo le molestaba ese teatro. Era consciente de que ella estaba en una situación difícil, quedaba como la mala de la película que había destrozado la vida a una persona inocente. Estaban envueltos en un lastimoso juego de simulación:
-¿Sabes que me ha rogado que vaya a una boda de un primo suyo con él porque no quiere decirle a su familia todavía que lo hemos dejado?
-Hoy voy a quedar con mis amigas, pero es mejor que tú no vengas porque todavía no les he dicho que estamos saliendo.
-De momento, mejor me voy yo sola de alquiler. Claro que quiero que vivas conmigo, pero más adelante, cuando las aguas se calmen.
-He quedado con él para devolverle algunas cosas ¡Se me ha echado a llorar! Menos mal que no sabe nada de lo nuestro.
Pese a todo, las cosas no iban mal. Se lo pasaban bien juntos, se acordaban de la facultad, de la cafetería... De lo que no se acordaban era de los botellones, de la mugre, de los hostales cutres de los viajes organizados con los compañeros de clase.
-Joder Opo, si es que no le gusta más que lo caro. Nos hemos ido a Málaga y hemos estado en un hotel cinco estrellas, me conozco todos los japoneses que hay en Madrid ¿Tú sabes la pasta que nos dejamos?
-Bueno, piensa que el dinero está para gastarlo.
-Ya tío, pero acostumbrado a nosotros, que cada vez que salimos no nos gastamos un duro...
- Si es que te has buscado una muy fina ¡Como para llevarla a los guarros a comer una ración de calamares!
A todo esto, él se seguía acordando de su anterior novia, Isabel, a la que no le importaba ir a los guarros, ni a hostales, que no había pisado nunca a un japonés. Quizá no tenían que haberlo dejado. Tal vez...
Rosana poco a poco fue rehaciendo su vida. Se fue de alquiler a un piso en Pintor Rosales. Mi amigo esperaba que le propusiera que se fuera a vivir con ella. No se había planteado nunca marcharse de Laguna, donde vivimos, pero cambió de opinión de buenas a primeras:
-Sabes, Opo, estoy pensando en irme a vivir al centro. Laguna está cada vez peor. En mi barrio ya no hay quien pare. Estoy mirando alguna cosilla por La latina
-¿Y qué se te ha perdido a ti por la Latina?
-Es que me pilla más cerca del curro.
-Pues Laguna no está tan mal.
-Ya tío, pero yo qué sé. Así cambio de aires.
Pero pasaba el tiempo, y ni él encontró nada a su gusto en La latina y Pintor Rosales cada vez estaba más lejos.
-Tú eres mi chico ideal, pero espera un tiempo.
-Tía, pero yo no sé qué es lo que quieres. Yo no puedo seguir con esta pantomima
-Ten un poco de paciencia.
Las llamadas se hicieron cada vez más espaciadas con el devenir de los días. Cada vez que hablaban las conversaciones eran más y más frías. Y no sé quién lo dijo, qué más da:
-Yo creo que deberíamos dejarlo por un tiempo.
La verdad es que fastidia mucho terminar una historia de amor así. Ya sabéis, el amor de juventud, qué bonito es el reencuentro, y fueron felices y comieron perdices... Bueno, en este caso sushi, y yo me bebí a su salud un cubata de VAT69 y no me dolió la cabeza... y todo es posible si el amor lo dibuja el Pintor Rosales...Pero nada de eso ocurrió.
Mi amigo quiere invitar a Isabel una vez más a un bocata de calamares, que en nada tiene que envidiar al pescado japonés. Marca su número. A ver si está disponible esta tarde.
Rosana, la chica de las botas altas, mira a través de la ventana para ver si ve pasar a Pedro Almodóvar, pues le han dicho que se ha comprado casa en su mismo barrio. Ella, tan glamurosa, no le importaría ser protagonista de una de sus películas, pero teme que esa historia suya, de novio que deja a los pies de los caballos, de viejo reencuentro en un antiguo amor, de ejecutiva de éxito moderado pero de gustos caros, apenas si da para un pequeño relato que no acaba como debería. Además, mujeres al borde de un ataque de nervios ya está rodada.
jueves, enero 03, 2008
¡Ahí está Esperanza!¡Cómo le da al morapio mi presidenta! ¡Con dos cojones, sí señor!
Me sirvo del ciberlugar de este tristememo para deciros una cosa:
El metro de Madrid está hecho una porquería. Unos facciosos desalmados han manchado algunas entradas con aceite para que la gente se rompa los huesos. Menos mal que nuestra presidente, la sin par Esperanza Aguirre, en un alarde de firmeza propio de la mejor Margaret Thatcher, ha amenazado con rescindir el contrato con las empresas encargadas de la limpieza del metro, ante al imposibilidad de tomar medidas legales contra la huelga, ya que nuestro incompleto código penal no tiene tipificada ésta como delito.
El metro apesta y la culpa no es de los bajos salarios, la precariedad laboral de las subcontratas y la temporalidad. La culpa es de los trabajadores, que eluden su responsabilidad de que las estaciones estén limpias porque son unos vagos, y cualquier motivo es bueno para no trabajar. Se cuenta que hasta algunos han simulado tener depresiones derivadas de esta situación. Qué indecentes y teatrales personajes.
Manuel Lamela, el consejero de Transportes, otrora consejero de sanidad que puso las cosas en su sitio en el Hospital Severo Ochoa, será el encargado de solucionar la crisis. Y si lo tiene que hacer mintiendo, como hizo con el hospital, pues mentirá a quien haga falta y montando las ruedas de prensa que sean necesarias. Todo sea porque
esos muertos de hambre vuelvan a su trabajo. Y si no son ellos, que sean otros.
Uno de los mayores errores que se cometió a la hora de redactar la constitución es la de permitir el derecho de huelga. La subcontratación se ideó precisamente, entre otras cosas, para paliar esta anomalía legislativa derivada del espíritu progre que contamina la Carta Magna. De resultas de todo ello, en el subterráneo de Madrid hay un hedor insoportable, suma de la fetidez de sólidos y de la fetidez que dimana del ideario rojazo y revolucionario.
Rendíos, pues estáis solos. Os debísteis conformar con los 900 euros de sueldo que recibís, que no os defienden ni los medios de comunicación que en teoría os respaldan. Gilipollas.
Por cierto, Opo. Vaya mierda de entrada que escribiste ayer. Es peor de lo que nos tienes acostumbrados. En el fondo lo que tienes es envidia, que tu nunca estarás con un pedazo de pibón como Carla Bruni. ¿O acaso no serás maricón? Ya me estás haciendo sospechar, tanto defender a los gayer. Ya lo dice el refrán: quien se acuesta con niños, meado se levanta... o le han dado por el culo, que será tu caso.
miércoles, enero 02, 2008
En Francia, el cartel de estos señores que aquí veis está censurado. Sí, el país que siempre ha ido a la vanguardia en cuestión de libertades, derechos y todas esas cosas buenas que son y han sido dignas de admiración en nuestra patria. O de envidia, sí, que los franceses siempre nos han dado por el culotte, que se traduce por calzón, no seáis mal pensados vosotros también.
Ahí les tenéis: dos mocetones, presumiblemente en los prolegómenos del acto sexual, o sea, justo antes de que el uno le sople la nuca al otro ¿Y qué? ¡Cuántos suspiros habrá habido esta nochevieja, cuánta lujuria, y nadie se escandaliza por ver a una pareja disfrutando en la penumbra! ¿Qué importancia tiene el erotismo violeta de ese cartel? No entiendo la sorpresa y la polémica. Hombres desnudos se han visto por docenas en el cine, por ejemplo. Nadie se escandalizó en su día por ver a un gladiador semidesnudo repartiendo mandobles. En mi humilde opinión, a mí me parece más inmoral un asesinato que dos personas amándose, pero a lo mejor estoy equivocado.
Hace una semana Sarkozy paseó, más hinchado que un pavo real, junto a la bellísima Carla Bruni, entre las pirámides de Egipto, emulando al otro gran conquistador francés, Napoleón. Dejó claro que la grandeur de Francia pasa por el amor heterosexual, que es el único que nos quiere vender este flamante jefe de estado. En definitiva: pasa por su entrepierna. Él ha venido para poner orden en Francia, y nos enseña lo que es el verdadero amor. Él y su chica son la verdadera representación del amor en Francia, y no esos gladiadores abrazados.
Censuran el cartel no porque fomenta el uso del preservativo, sino porque fomenta las ganas de acostarse con un gladiador en lugar de con Carla Bruni, cosa que debe de ofender muchísimo a Sarkozy, después de estar tanto tiempo haciendo de David Beckham en los alrededores del Nilo. Este hombre no descansa. Cuando yo estuve en París todavía no se habían celebrado la segunda vuelta de las elecciones francesas: pues bien, por cada afiche de Ségolène Royal que vi en los quioscos de prensa, había diez de Nicolás Sarkozy. Ésos son los carteles que un galo debe admirar. El presidente galo se esfuerza mucho por salir en todo tipo de papeles, no sólo en los carteles. Para ello trabaja mucho, el pobre. Que todo el mundo tenga claro que no estaba en Egipto de vacaciones; sin duda alguna, era un viaje de trabajo. Todos los franceses deberán amar a Carla Bruni y admirar a su presidente, así se ve en el póster preparado para el imaginario colectivo nuestros vecinos del norte y es el que ahora debe aparecer en los quioscos franceses.
Que haya censura en el país vecino no debe extrañarnos. Hay una terrible ola de conservadurismo a nivel mundial y Francia no debe quedar ajena a ella, que en eso consiste la globalización. Que antaño fuera ejemplo tolerancia no la exonera de nada y si hay que prohibir la fotografía de dos tipos besándose, se prohíbe y a otra cosa.
Siempre nos quedarán las fotos de los besos de Carla Bruni.
martes, enero 01, 2008
Después de las borracheras de hoy y de anteayer tengo unos dieciocho millones de neuronas menos, y creo que entre ellas estaban donde yo tenía almacenado el tema 3 de la oposición, el que va de lenguaje y pensamiento (unos dicen que primero fue el lenguaje y después el pensamiento, mientras otros piensan que es la revés) y ahora ni siquiera busco una explicación a tan interesante cuestión porque con el sueño que tengo me queda el talento justo para pasar el día. Es más, dudo que ahora mismo tenga pensamiento, estoy con piloto automático y vivo sin vivir en mí, pero no por místico y apasionado, sino por borracho y desneuronado.
Qué infortunio. Ahora tendré que volver a aprenderme el tema 3 y no sé si tengo neuronas de repuesto. Además, una de las neuronas que han sobrevivido a la quema me está diciendo que es un dilema irresoluto. Pues si personas más sabias que yo lo han intentado y no lo han conseguido, no sé por qué habría de ser yo el que dé respuesta al enigma.
Hoy voy a irme pronto a la cama, para mañana levantarme con la cabeza despejada. Volveré mañana a ese tema tres, pues ahora no tengo ni mi lenguaje ni mi pensamiento para muchos trotes.
¿Acaso no será primero los gruñidos y balbuceos que uno tiene justo antes de estar totalmente despierto?
Etiquetas:
Tema tres: lenguaje y pensamiento
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