domingo, julio 15, 2007

Acabo de ver la excelente película de Robert Zemeckis "Regreso al futuro", y juzgo que esa producción es bastante mejor que muchos de los estrenos actuales. Sin embargo, he encontrado que su guión, con ser brillante, recurre a alguno de los tópicos del cine norteamericano (dicen varias veces eso tan sobado, manido e indemostrado tantas veces por tantos hombres de que uno puede conseguir todo lo que desea sólo con proponérselo) Además, justo en el tramo final, recurre a una de esas manipulaciones que se hace más evidente con el paso del tiempo.
En varias secuencias de la película se hace referencia al robo por parte del profesor de material radiactivo a terroristas libios. En una de las últimas secuencias, el personaje interpretado por Michael J. Fox se le llena la boca cuando ve entrar en el aparcamiento a la Volkswagen conducida por la terrorista: Libios, dice con toda la expresividad de la que es capaz. Podrían ser marroquíes, italianos, egipcios o españoles. Pero son libios, uno de los pueblos malos de moda de los ochenta.
Por aquella época, Ronald Reagan (al que también se menciona en la película, más simpáticamente que al puelo libio, todo hay que decirlo) se las tenía tiesas con varios pueblos desgraciados del planeta: es el caso de Nicaragua, cuando en 1984 apoyó a los militares y palamilitares en contra del gobierno legítimo, que propiciaron enormes pérdidas en vidas humanas y económicas en el país. O el polémico caso del Irán-Contra, donde algunos de sus altos funcionarios de la administración se vieron implicados en la venta de armas a los iraníes para ayudarles a masacrar iraquíes. Como vemos, lo de hacer el mal al pueblo de Irak viene de lejos. Por cierto, posteriormente, George Bush padre se encargó de conceder el indulto a los altos funcionarios implicados en el escándalo. Igualito haría su hijo con Libby, otro sinvergüenza que llegó muy lejos en la Casa Negra, que es como se debería conocer a partir de ahora la residencia presidencial, por culpa de una de las dinastías más corruptas de la historia, acaso de peor catadura y más mortíferos que los Claudios o los Borgia, que ya es decir.
En la época en que se filmó "regreso al futuro", Rambo se encargaba de ayudar a los afganos a liberar el país de la opresión comunista, y James Bond se encargaba también de ponerle las cosas difíciles a los rusos en los destinos más turísticos del planeta.
El 15 de abril de 1986, Ronald Reagan ordenó el bombardeo de Trípoli y Bengasi, al parecer en represalia por el ataque de unos terroristas a una discoteca de Berlín frecuentada por ciudadanos estadounidenses. Vamos, todo en su justa medida: vuelan una discoteca del norte de Europa, y a cambio, armas una masacre en dos ciudades del norte de África.
Muchos estadounidenses saldrían de ver "Regreso al futuro" pensando en que los libios son tipos fáciles de engañar y tontos, pero muy peligrosos por tener uranio, componente fundamental para hacer una bomba atómica. Cuando al día siguente, supieran que su presidente, ese simpático cow-boy que también menciona la película, ordenaba el bombardeo contra dos ciudades libias, no lo verían con malos ojos, dado que serían guaridas de libios tontos, pero peligrosos como los de la película.
Se podría hacer un documental de cómo en series de televisión o en películas como ésta que os menciono, el gobierno norteamericano extendió su brazo manipulador para vender a la globalidad del público sus sucias maniobras contra los pueblos iraquíes, libios, nicaragúenses y por qué no decirlo, soviéticos y afganos.
He de reconocer que Regreso al futuro es un gran producto cinemátográfico, pero desgraciadamente está contaminado por ponzoña ideológicamente interesada. Un pequeño veneno que no mata, pero que nubla la razón. Afortunadamente, ahora el veneno en forma de actores disfrazados de terroristas libios es totalmente inocuo, y podemos disfrutar de esa magnífica película, ya que hoy el gobierno estadounidense no tiene necesidad de matar a libios. Al menos, de momento. Ahora, lo que nos debe preocupar son esas películas actuales en las que no las están metiendo una ponzoña parecida sin darnos cuenta. Lo malo es lo sutiles que son, y a lo mejor tienen que pasar veinte años para que nos demos cuenta de que nos han metido doblado el turbante marroquí, si es que les da por invadir Marruecos, y eso que los marroquíes no suelen llevar turbante.

1 comentario:

Sonofotlon dijo...

no solo el gobierno, sino la iglesia. Siempren nos venden un malo, como para justificar que va a hacer un terrible acto de terrorismo, pero con el uso de la palabra de dios y tambien la cinematografia, nos dicen que que van a hacer algo que es necesario para la"HUMANIDAD". Muchas veces he pensado si es un deporte.