sábado, marzo 31, 2007

Por mis padres soy el que soy, pero también soy el que soy por mis hermanos.
Los hermanos son los segundos seres de tu vida con los que estableces un diálogo cotidiano, y el diálogo es intercambio de conocimiento. Si las vivencias son lo que tú eres (Recuerden: yo y mis circunstancias), por los hermanos tienes conciencia de ti mismo, porque son también parte de ti mismo. Aquél que odia a sus hermanos, en el fondo, está odiándose a sí mismo.
Mis primeros recuerdos de mi vida, aparte de un joven al que le principiaba la calvicie y una mujer de dulce mirada y pelo corto, son una niña viendo cómo se alejaba un barquito hecho con una tarrina de mantequilla en un riachuelo y un bebé enorme vestido con un pijama de múltiples colores en una cuna. Esos niños son de los primeros seres que yo he visto en mi vida y sé que son los responsables de ser el que soy y de no ser el que no soy.
Las primeras lecciones de compartir, tolerancia, solidaridad y conviencia las aprendí con ellos. Mis juguetes no eran mis juguetes, eran nuestros juguetes (para desgracia de mi hermana sobre todo, a la que más de una muñeca rompí); mi habitación no era mi habitación, era nuestra habitación (aunque al cabo de tiempo, con lo bibliófilo que siempre ha sido mi hermano, fue más su habitación que mía); su dolor era mi dolor y sus sufrimientos eran mis sufrimientos. Mi vida no se entendería si borraran de mis recuerdos las partes en las que están mis hermanos, que son casi todas.
El éxito que ellos consigan en la vida, como el éxito que consiga yo, serán en gran parte debido a lo que hemos vivido juntos y a lo que hemos aprendido en común. Hemos sido a la vez maestros y discípulos los unos de los otros. Si puedo mirar al pasado sonriendo es porque ellos están en él, porque ha sido ahora cuando me he dado cuenta de que en ninguna de las experiencias desagradables que he vivido estaban ellos, y sí en todas las que fui feliz.
Y recordar, por supuesto, a ese hermano tardío que tuve a los veintiún años pero que paradójicamente tenía la misma edad que yo: mi cuñado. Tú ya no viniste para enseñarme más cosas, pero viniste para hacerme disfrutar otra vez de la experienca de volver a conocer a un hermano. Ahora, tú y mi hermana sois padres y me hacéis a mí un poco padre también.
Decía Unamuno que entregarse a los demás es desvivirse. No estoy deacuerdo. Nosotros,
al desvivirnos por ser hermanos, hemos vivido a la enésima potencia. Papá y mamá no se desvivieron por nosotros. Papá y mamá, al dárnoslo todo, VIVIERON.
Y yo, estando con todos vosotros, mi famila, tampoco me desvivo...
...Yo, VIVO.
Y ahora, me voy a merendar una magdalena mojada en té.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tristemente me has recordado lo que no he tenido durante muchos años y lo que ahora muchas veces me falta. Yo he tenido la suerte de tener "hermanas postizas" y me han dado en muchas ocasiones mucho más de lo que me ha dado mi familia. Yo guardo esas ocasiones en lo más profundo de mi ser y cuando me siento sola o necesito esa cercanía de la que hablas, sólo tengo que recordar.

Anónimo dijo...

Yo tengo la suerte de tener de los dos tipos de hermanas y el amor que siento es igual.
Deseas su felicidad,ayudas y te ayudan en los momentos más difíciles de la vida (nunca lo olvidaré) creces con ellas y gracias a ellas.
Y este amor aún tiene más importancia porque fue elegido.
Un besazo muy fuerte

Anónimo dijo...

Érase una vez una niña con 2 añitos y una mami con barrigola... al de pocos meses salió de la barrigola otra niña... más mona... eso sí que era una niña rolliza.. más mona...

Siempre jugaban juntas... las vestían igual (eso no les gustaba mucho)... iban a todos los lados juntas... y desde que tienen uso de razón... han odio la historia... de cuando papá y mamá estaban en la sala... viendo la tele... y las niñas durmiendo... pero la pequeñita que tenía poquitos meses... se puso a llorar... y como no la oían... su hermanita... que tenía 2 años y pico... la saco de la cuna no saben como... y se la llevo a la sala... tapadita con la manta y arrastrando la manta... y entro y dijo... "la shiqui etá lloando" y sus papás siempre lo contaban riendo... que no tienen ni idea de cómo la pudo sacar de la cuna... y que para haberse "matao"... con la mantita arrastrando entre los pies...


Si que es cierto que con los hermanos aprendemos mucho y llegamos a ser quienes somos... no tenía mi habitación... ni mis juguetes... todo era compartido... te enseña que no solo estás tú en el mundo...

Muxuak.
Mss. Hyde.