domingo, febrero 18, 2007


Yo, para aficionarme a una música determinada, necesito escucharla una y otra vez. Cuando ya he escuchado una melodía varias veces, es cuando entra dentro de mi escala de preferencias. Mi chica, cuando hacemos un viaje largo, se suele quejar de que siempre estoy escuchando el cd una y otra vez. Eso me pasa porque cuanto más oigo un grupo de melodías, más quiero volver a él.
Mi época dorada de repetición musical era la adolescencia. Para mí esa época es la mejor para asociar la música a estados emocionales. No es casual que las grandes bandas empezaran a formarse en los mismos días que las espinillas. En ese estadio de la vida buscando afanosamente nuestra banda sonora, dando lugar a mezclas raras. Por ejemplo, yo me leí enterito el Quijote en unas vacaciones de mis dieciséis años escuchando el Music for de Masses de Depeche Mode. Reconozco que es una curiosa combinación, pero ahora, cuando escucho otra vez el cd, no puedo evitar el acordarme de pasajes del don Quijote. Probad a escuchar Pimpf leyendo el episodio de la cueva de Montesinos.
Sé que puede parecer absurdo, pero la adolescencia es la época del las mezcolanzas extravagantes. Un amigo mío inventó la cerve-cola. Si lo pensáis un poco, veréis que en el fondo tiene más sentido que el calimocho.
Mi chica y yo tenemos dos o tres canciones que pusieron banda sonora a varios momentos importantes de nuestra vida: por ejemplo, cuando nos pusimos a bailar en un pub como si fuéramos cortesanos de Versalles. Todavía no éramos novios. Recuerdo también cuando le improvisé la letra utilizando una canción setentera y que supondría el poner de común acuerdo nuestra decisión de vivir juntos... ¡Cuánto me emociona el escribir ésto!
Y llegamos al punto en el que tenemos que reconocer a la música un gran apoyo mnemotécnico. Las denostadas canciones del verano, por ejemplo. Yo escucho "el camaleón" de King África y no me cuesta verme cubata en mano y bailongo en alguna fiestuqui guapa de antaño. Y cuando escucho el Mambo Number five, ése que salió hace unos cuantos años también, me retrotrae a un fin de semana loco en Gandía en el que disfrutamos como enanos. No os digo más ejemplos para no aburriros.
Sin embargo, y siento decirlo, no asocio la música clásica a estados sublimes de percepción sensorial; lo asocio a los trenes de cercanías de la Comunidad de Madrid. Además, aprovecho para decir a los gestores del ferrocarril que por favor procuren poner piezas alegres, porque ir a una entrevista de trabajo sonando una sinfonía de Mahler de las que compuso deprimido a más no poder no es el mejor apoyo para salir airoso de un proceso selectivo; igual pasa si iba al trabajo. Muchas veces entraba al despacho con ganas de ahorcarme con el cable del teléfono. Procuraré reescribir mi historia con la música clásica escuchándola en sitios mejores. Queda pendiente dicha revisión.
Y bueno, termino este artículo con el objetivo de demostrar que el bakalao no es música. ¿Pues alguien se acuerda de alguna canción bakala que se pueda asociar a algo? Tal vez por eso es una cosa que gustó especialmente a los que nada tenían en la cabeza. A lo mejor les gustaba porque hacía eco en sus cráneos vacíos, no lo sé.
Ponen mucha música en los anuncios. Los anunciantes saben que tienen medio camino ganado si dan con la melodía acertada. Encima, rescatan canciones magníficas olvidadas por todo salvo por los melómanos. Es una cosa de agradecer a la publicidad, aunque no tenga otro fin que el vender.
En fin, como dijeron los ABBA, que de música entienden un rato: Thank you for the music. Y como dijo Massiel:
La, la, la.

3 comentarios:

Sonofotlon dijo...

Sí definitivamente en mi vida todo los momentos mas y menos importantes cuando los recuerdos siempre es con una música de fondo. Dios creo que no quiso que fuera un virtuoso de la musica, ni siquiera que tenga una voz maravillosa, por que debería creer que si lo hubiese hecho yo no daría importancia a la humanidad y viviría "en","para" y "de" ella.

Anónimo dijo...

Yo no tengo oído... los genes de las artes se los llevo mi hermana...

Hace tiempo que no escucho mucha música... prefiero el silencio... no sé por qué... supongo que será según el momento... pero hoy llevo todo el dia con la canción de un anuncio en la cabeza... repitiéndola y repitiéndola... nananana...y ni tan siquiera sé que narices anuncian...

Que mono el las canciones que tiene con su chica... aisssshhhh Jekylete... de nuevo en paños menores...

Jajajaja... me encanta..

Muxuak.
Mss. Hide.

Anónimo dijo...

Has empezado el post en minúscula... y ese "yo"... se merece una Y como una catedral...

La RAE, desde el sillón H.

Por cierto... sillón de estos de relax... que dan masaje y todo...