Esta mañana vino una chica rubia a presentar sus papeles para la plaza fija de la administración. A mí me toca encarnar al funcionario parapetado detrás de un mostrador, a ella, la anhelante opositora que odia la gris burocracia. Y vaya si la odia.
Uno tiene ciertas tablas en esto de la administración. Intenta que el yo-tristopositor se desligue del yo-guardián de la burocracia, pero hay veces que tanta agresividad en una persona hacen que uno esté a punto de perder los papeles, la educación, el oremus y la madre que le parió a este absurdo de sociedad. Porque no me diréis que no es absurdo que un temporal haga de gris funcionario recogiendo a otros pobres temporales los papeles necesarios para optar a una plaza fija.
La rubia luchaba contra todo: contra las bases de la convocatoria, contra las normas establecidas y contra mí. El caso es que, a pesar de ser víctima de sus invectivas, yo la entendía. Me acordaba cuando yo me ponía colérico contra las jugarretas de las compañías telefónicas y llamaba al servicio de atención al cliente y me atendía una pobre operadora que la tenían allí como monigote sufridor de los golpes causados por los desmanes de sus superiores. Así me sentía yo: por un lado, me pagaban por defender el proceso selectivo, por otro, comprendía la agresividad de la rubia, harta tanto como yo de estar saltando constantemente de un trabajo a otro, sin estabilidad y teniendo que enfrentarse a multitud de procesos absurdos para un mismo puesto de trabajo como si no hubiera demostrado ya su valía en ese puesto de trabajo que ha desempeñado una y mil veces.
Por lo menos no me insultó. Ahora, en comunicación no verbal, hizo un repaso contra mí de todos los gestos que tenemos los humanos para representar enfado, hostilidad, odio y agresividad. Y yo diciéndome: "tranquilo, Tristopositor, que no va contra ti. Va contra el funcionario gris que le está diciendo que esos puntos no le valen porque
así lo marcan las normas de la convocatoria". Pero claro, como la chica rubia no ve otra cara a la convocatoria que la mía, ni otra voz de las normas que la que le digo yo, pues hala, a recibir por todos los lados. Y claro, tú pierde la compostura, que verás lo que te pasa a ti por vocear a una aspirante y llamarla por el nombre del puerco.
Si al menos fuera fijo, bueno. Aguantaba con estoicismo los envites. Sería condescendiente con ella y le diría "Hijita mía, ya te llegará" Pero resulta que estoy como ella, harto de andar dando saltos de una empresa a otra y encima teniendo que defender un proceso selectivo que ojalá no existiera.
¿Existe el libre albedrío? Nos preguntaba esta mañana un periodista a los lectores en el periódico gratuito que me ofrecieron en la estación de tren donde empieza mi jornada diaria. Desde aquí digo que no existe el libre albedrío. Ni para la chica ni para mí. Está claramente reñido con nuestra supervivencia.
Quizás el poco libre albedrío que yo pueda tener son estas pequeñas revelaciones que os hago a vosotros, amables lectores.
miércoles, febrero 28, 2007
martes, febrero 27, 2007
Para que un personaje de cualquier obra literaria trascienda tiene que tener una personalidad propia inolvidable y nada plana: inolvidables son los personajes de la serie de Makinavaja del tristemente desaparecido dibujante Ramón Tosas, IVÁ. De planos sólo tienen que están hechos en dos dimensiones.
Aparecieron en la revista española el Jueves allá por los ochenta. Es una revista de corte satírico e irreverente que ha tenido en nómina a parte de los mejores dibujantes independientes. Y hablando de independencia, se puede decir que es el único medio escrito aquí en España que no obedece a espurios intereses económicos.
Se puede considerar la serie Makinavaja como un cómic de corte anarquista, por la libertad de pensamiento y por la irreverencia mostradas. Ramón Tosás se inspiró, dice el mito, para el personaje principal que da nombre a la serie, en un delincuente real que estuvo envuelto en un asunto turbio del cual se hicieron eco los periódicos de la época.
Maki es un atracador de bancos que estuvo en la cárcel durante el franquismo. no por ideología, pero estuvo. Debió ser por el contacto con los presos políticos, lo cierto es que Maki, pese a ser marginal y apartado de la sociedad, desarrolló una conciencia de clase y una querencia por las utopías. Pero también le hizo un hombre curtido en la vida, tal vez debido a los golpes recibidos por sus brutales circunstancias. Pasados los años, en la España de la democracia, Maki sigue a lo suyo. Eso sí, más viejo y más nostálgico. También más utópico, por qué no decirlo. Le acompaña su amigo el Popeye, que menos preocupado por las utopías, sí que lo está por su sobrepeso. Es el gordo eternamente a dieta. Está mucho más apegado al terruño que Maki y es menos culto. Pese a eso, es el compañero de fatigas. Les acompañan el Pirata, el moromierda, el pitufo y otros personajes secundarios.
Del Makinavaja se hicieron obras de teatro, películas de cine y una serie de televisión. Pese a la muerte de IVÁ, en el jueves no se atreven a dejar de reeditar la historias de Makinavaja. Su frescura, su humor y su calidad justifican que sigan haciéndolo. Con el Makinavaja puedes reír y hasta hacerte pensar. Sigue vigente.
El hueco dejado por la serie es muy difícil de rellenar, porque los personajes están muy bien construídos. Realmente hace tiempo que no me encuentro, ni en el cine, ni en las novelas, ni mucho menos en los cómics, personajes tan bien retratados como los de aquél cómic. Habría que recurrir a los clásicos para encontrarme a seres de papel que parezcan estar tan vivos como aquéllos. O a Mafalda.
Recomiendo, a todos los que no los conozcan, su lectura. Eso sí, tendrán que tener el ánimo preparado para grandes dosis de humor negro, que lo hay por litros de tinta. Pero estoy seguro que la lectura de esos cómics será de mucho provecho para quien se anime a hacerlo.
Es una pena que Ramón Tosás se nos fuera en un accidente, allá por el 93.
lunes, febrero 26, 2007
"Dejen de estirar la mano para ver si llueve, dejen de pedir, que eso sólo los hace parásitos" Les dijo Alan García, presidente de Perú, a los habitantes de Huaycan, un barrio pobre de Lima, la capital.
Leo que es un "barrio que se nutrió en los ochenta de familias que procedían de la sierra, huidos de la violencia terrorista", justo en los años en que Alan García gobernó por primera vez (!) Sobre Huaycán también leo que "La pobreza afecta a amplios sectores de la población de ese sitio, y un factor determinante de ello es la falta de empleo y los bajos niveles de ingresos que obtienen por las actividades de sobrevivencia que realizan" Yo les recomendaría a los habitantes del barrio que hicieran caso a su presidente y montaran un Wall-Mart.
Me imagino que los habitantes de Huaycán pedirán a su presidente cosas como unas infraestructuras decentes, sanidad, educación y empleo digno. Pero pedir eso a un liberal corrupto es como pedir a Giorgio Armani que la mona vestida de seda desfile por sus pasarelas.
Pero, confundido por la afirmación del gobernante, intento dilucidar qué es lo que realmente quiso decir. Un político nunca es claro. Busco en el diccionario la definición de parásito: "organismo vegetal o animal que vive a costa de otro" El ejemplo más claro, un piojo. Yo no he visto a ningún piojo que estire la mano para ver si llueve. Como mucho, estira esa especie de trompa para ver si pica ¿Por qué llamará Allan García parásitos a los que debe asegurar como gobernante un porvenir y bienestar? Ah no, que me he equivocado. Alan García se refiere quizá a la segunda acepción: " Se aplica a la persona que vive a costa de otra o que no presta ningún servicio a la sociedad" Alan García ha decidido no prestar como gobernante un servicio a la sociedad, en este caso, ayudar en sus problemas ¡Pero cobra de los contribuyentes peruanos, es su servidor! Si vive a costa del pueblo, pero no atiende a sus obligaciones como gobernante, hemos de decir entonces que Alán García es un parásito.
Yo estaría contento de ser habitante de Huaycán: tiene un gobernante que es uno de los suyos. Más corrupto y sinvergüenza, pero uno de los suyos.
Me he fijado que Alán García tiene bastante cabello, al igual que Mario Vargas Llosa, que lo alaba siempre que tiene ocasión. Tanto pelo tiene bastantes atractivos para los piojos.
¿Será por eso que está tan enfadado con los habitantes de Huaycán? Los piojos son como los problemas de conciencia: pican y no dejan de picar hasta que los eliminas. No sé que es mejor para el pobre Alan que reparte sabiduría: si una loción antipiojos para los del la cabeza o un millar de camiones con mangueras de aguas para limpiar las calles de Huaycán.
O mejor: esperar que llueva, con el permiso del monóxido de carbono que durante tantos años expulsaron los coches oficiales de Alan I García, el empiojado.
domingo, febrero 25, 2007
Ayer estuve viendo, hasta altas horas de la noche, "el silencio de los corderos" y bueno, es un buen trhiller y blablablá, pero lo que más me llamó la atención es... Lo mal que ha resitido el paso del tiempo el vestuario de los actores, sobre todo el de las mujeres. Parece ser que el director, Jonathan Demme, hizo que Jodie Foster llevara dos tallas más de vestido por no se cuál intención dramática. Pero lo que no tiene nombre es el vestuario que llevaba el resto del reparto de la película. Sobre todo la mujer que hacía de senadora republicana a la que el sicópata había secuestrado a la hija (¿estamos ante otro caso de propaganda política subliminal?)
El vestuario que llevaba la senadora seguro que era muy caro, para dar a entender que era una mujer de posición. Pero esas hombreras, ese maquillaje, ese peinado, esas joyas le hacían parecer, a ojos de hoy, un verdadero adefesio. Eso sí, seguro que un snob como Hannibal Lecter le debió parecer el súmmum de la elegancia, porque mira que el tío era pesado con lo bonito que era el bolso de la Jodie Foster, frente a los zapatos baratos. A mí el bolso me parecía horroroso; de los zapatos no puedo opinar porque no me fijé.
Claro que, la película, pese a hacerse en el año 91, todavía estaba influida por los horrores estéticos de los ochenta, una de las décadas más horribles en lo que a moda se refiere, y nunca mejor dicho. Si vosotros véis una película porno de la época y otra de otro género cualquiera, no notaréis diferencias de vestuario y maquillaje significativas: todas eran vestidas (o desnudadas) por el mismo patrón hortera.
El silencio de los corderos, en otros aspectos, resiste bien el paso del tiempo, pero compárense las ropas con las que llevaban el plantel de actores de Casablanca, de cincuenta años antes y cuya estética de ropero ha resistido mejor los envites del calendario. Ni punto de comparación. A todos nos gustaría ser tan elegantes como los del bar de Rick. En cambio, me amputaría una mano si tuviera que ponerme alguna de las corbatas de los compañeros de Jodie Foster, además, sería capaz de cambiarme de acera si mi chica llevara un modelito similar al de la senadora republicana.
Nos pintan en la película a Hannibal Lecter como un hijo de puta refinado. Pero hasta los refinados en la época eran horteras: Un hombre que presume de comer hígado humano regado con finísimo chianti no debería permitirse el ponerse una peluca rubia que le hacía parecerse más a una camarera de un bar de alterne que a un asesino que se sabe de memoria todo el catálogo de productos de la firma Louis Vuitton.
Os digo que estaba más elegante cuando llevaba esa máscara puesta para que no mordiera a nadie.
El vestuario que llevaba la senadora seguro que era muy caro, para dar a entender que era una mujer de posición. Pero esas hombreras, ese maquillaje, ese peinado, esas joyas le hacían parecer, a ojos de hoy, un verdadero adefesio. Eso sí, seguro que un snob como Hannibal Lecter le debió parecer el súmmum de la elegancia, porque mira que el tío era pesado con lo bonito que era el bolso de la Jodie Foster, frente a los zapatos baratos. A mí el bolso me parecía horroroso; de los zapatos no puedo opinar porque no me fijé.
Claro que, la película, pese a hacerse en el año 91, todavía estaba influida por los horrores estéticos de los ochenta, una de las décadas más horribles en lo que a moda se refiere, y nunca mejor dicho. Si vosotros véis una película porno de la época y otra de otro género cualquiera, no notaréis diferencias de vestuario y maquillaje significativas: todas eran vestidas (o desnudadas) por el mismo patrón hortera.
El silencio de los corderos, en otros aspectos, resiste bien el paso del tiempo, pero compárense las ropas con las que llevaban el plantel de actores de Casablanca, de cincuenta años antes y cuya estética de ropero ha resistido mejor los envites del calendario. Ni punto de comparación. A todos nos gustaría ser tan elegantes como los del bar de Rick. En cambio, me amputaría una mano si tuviera que ponerme alguna de las corbatas de los compañeros de Jodie Foster, además, sería capaz de cambiarme de acera si mi chica llevara un modelito similar al de la senadora republicana.
Nos pintan en la película a Hannibal Lecter como un hijo de puta refinado. Pero hasta los refinados en la época eran horteras: Un hombre que presume de comer hígado humano regado con finísimo chianti no debería permitirse el ponerse una peluca rubia que le hacía parecerse más a una camarera de un bar de alterne que a un asesino que se sabe de memoria todo el catálogo de productos de la firma Louis Vuitton.
Os digo que estaba más elegante cuando llevaba esa máscara puesta para que no mordiera a nadie.
sábado, febrero 24, 2007
Grave problema es el estar también sujeto a convencionalismos sociales con tus allegados, pese a lo mucho que te quieren. Es la teoría de la flatulencia no frustrada que voy a exponeros ahora mismo. Ojo, digo flatulencia, porque parece ser que para mis amigos argentinos "estar en pedo" significa estar bebido y no estar soportando el gas letal de otra persona (camarerooo... Otra copa, por favor).
Estás en un ascensor lleno de gente y de repente tienes ganas de expeler una ventosidad. Puedes arriesgarte a que salga silencioso pero también cabe la posibilidad de que salga Júpiter Tronante envuelto en una nube de metano. Si sale con silenciador, pueden pasar dos cosas: que sea inodoro o que asfixies a los tres inocentes que están a tu lado. Piénsatelo bien cuando te venga una flatulencia en un ascensor; de ti dependen que vidas humanas se queden en un muero porque no muero. Los espacios cerrados están contraindicados contra los bárbaros del sur. En cambio, si sale con todo un aparato de rayos y truenos, pero sin molestias a las doce tribus de Egipto, date por satisfecho, porque afortunadamente no vas a volver a ver a nadie de esa gente que esta pensado "¡pero qué cerdo es este tío!"
Sin embargo, si estás en tu casa, con tu pareja, con tus hermanos, cuñados y padres, nada importará que tu trombón de varas resuene por encima de toda la orquesta. Lo único que pasará es que una ejército de flautas traveseras te ataque con una serie de agudos recordándote con melodía rechinante la parte animal de tu ser. Pero egoísta como eres, y a sabiendas de que te van a seguir queriendo igual, volverán los oscuros gases a pasear por los rincones más cercanos de la sección más femenina de los instrumentos de viento.
Así que ya sabéis, niños: lo de los pedos hacerlo en vuestras casas en compañía de vuestros mayores y, por supuesto, nunca aplicad una llama cerca de vuestras posaderas frente al ser amado, pues eso significaría vuestra muerte social y el fin de una bonita historia; la llama del culo nunca enciende la fogata del amor.
Por cierto, cuando son las flautas traveseras las que sueltan melodía por su parte trasera, hay que tomárselo con más humor que si somos los trombones de varas los ejecutores. Sus melodías, por lo general, son más breves y espaciadas en el tiempo, pero cuando más daño hacen es con su silencio. Cuando una flauta travesera abre lo mejor de dos mundos y sale el gas cautivo y desarmado, se echan a temblar los apéndices nasales de los santos varones que aunque no morirán entre dolores, si lo harán entre olores. En esos casos, yo recomiendo la técnica aplicada con éxito a mi hermana y a mi mujer: un pellizco por no irse la baño. Las guardianas de las buenas costumbres pedorretiles no sólo no deben ser honradas, sino también parecerlo.
Por último, un consejo: huid de aquellos hipócritas que dicen que sus seres amados sueltan por la fontanería de la entrepierna Channel número 5 y cuyos gases huelen a agua de rosas. Si son capaces de mentir por una cosa así, qué no dirán a nuestras espaldas.
(Cuando nos hayamos ido en do mayor, claro).
Estás en un ascensor lleno de gente y de repente tienes ganas de expeler una ventosidad. Puedes arriesgarte a que salga silencioso pero también cabe la posibilidad de que salga Júpiter Tronante envuelto en una nube de metano. Si sale con silenciador, pueden pasar dos cosas: que sea inodoro o que asfixies a los tres inocentes que están a tu lado. Piénsatelo bien cuando te venga una flatulencia en un ascensor; de ti dependen que vidas humanas se queden en un muero porque no muero. Los espacios cerrados están contraindicados contra los bárbaros del sur. En cambio, si sale con todo un aparato de rayos y truenos, pero sin molestias a las doce tribus de Egipto, date por satisfecho, porque afortunadamente no vas a volver a ver a nadie de esa gente que esta pensado "¡pero qué cerdo es este tío!"
Sin embargo, si estás en tu casa, con tu pareja, con tus hermanos, cuñados y padres, nada importará que tu trombón de varas resuene por encima de toda la orquesta. Lo único que pasará es que una ejército de flautas traveseras te ataque con una serie de agudos recordándote con melodía rechinante la parte animal de tu ser. Pero egoísta como eres, y a sabiendas de que te van a seguir queriendo igual, volverán los oscuros gases a pasear por los rincones más cercanos de la sección más femenina de los instrumentos de viento.
Así que ya sabéis, niños: lo de los pedos hacerlo en vuestras casas en compañía de vuestros mayores y, por supuesto, nunca aplicad una llama cerca de vuestras posaderas frente al ser amado, pues eso significaría vuestra muerte social y el fin de una bonita historia; la llama del culo nunca enciende la fogata del amor.
Por cierto, cuando son las flautas traveseras las que sueltan melodía por su parte trasera, hay que tomárselo con más humor que si somos los trombones de varas los ejecutores. Sus melodías, por lo general, son más breves y espaciadas en el tiempo, pero cuando más daño hacen es con su silencio. Cuando una flauta travesera abre lo mejor de dos mundos y sale el gas cautivo y desarmado, se echan a temblar los apéndices nasales de los santos varones que aunque no morirán entre dolores, si lo harán entre olores. En esos casos, yo recomiendo la técnica aplicada con éxito a mi hermana y a mi mujer: un pellizco por no irse la baño. Las guardianas de las buenas costumbres pedorretiles no sólo no deben ser honradas, sino también parecerlo.
Por último, un consejo: huid de aquellos hipócritas que dicen que sus seres amados sueltan por la fontanería de la entrepierna Channel número 5 y cuyos gases huelen a agua de rosas. Si son capaces de mentir por una cosa así, qué no dirán a nuestras espaldas.
(Cuando nos hayamos ido en do mayor, claro).
viernes, febrero 23, 2007
Supongo que muchos habréis visto Casablanca, una de las mejores películas de todos los tiempos. La película que vi de niño y que sigue ilusionándome de adulto.
Recuerdo que la primera vez que la vi fue en una pequeña Grundig de catorce pulgadas en blanco y negro. La echaron a las diez de la noche aproximadamente. Lo recuerdo porque casi todos los días me solía acostar sobre esa hora, pero como me metí enseguida en la historia, convencí a mi madre que por una vez me dejara quedarme hasta tarde. La sensación imborrable que me dejó la tengo tan viva que me puedo ver perfectamente en mi pijamita, con los ojos como platos, viendo una de las películas más bellamente contadas.
¿Cómo es posible que les saliera una película tan buena como Casablanca sin tener el guión escrito desde el principio? Es algo que no puedo comprender. Además, todo encaja como un puzzle, está hecha de tal manera que todo parece estar concebido para ese final que le dieron. Después, me enteré que tenían preparados varios finales. Menos mal que se quedaron con el único que podía hacer grande esa película.
Lo curioso es que, al igual que los Rambos de Silvester Stallone o la película "Boinas verdes", de John Wayne, no era otra cosa que una película de propaganda. Mientras que la primera era una exaltación patriótica yanqui en plena Guerra fría, la segunda era una apología de la guerra de Vietnam, mi amada película no era otra cosa que propaganda contra los nazis disfrazada de película romántica. Pero demonios, qué importa la propaganda que meten viendo esa película. Ahora se dice mucho en España la frase de que el tiempo pone a cada cual en su sitio. Hicieron la película pensando en
dirigir la opinión pública, pero afortunadamente fueron mejores cineastas que propagandistas.
Otra cosa que he leído por ahí es que Casablanca era considerada por la propia Warner
un producto de serie B. Tal es así que estuvieron a punto de darle a Ronald Reagan el papel de Rick (¡jodeeeer!). De hecho, Humprey Bogart hasta entonces, había desarrollado una carrera desigual, y a pesar de haber hecho un año antes el Halcón Maltés, otro gran peliculón, distaba mucho de ser considerado una estrella de primera fila. En cuanto a Ingrid Bergman, parece ser que la cogieron por ser sueca y europea, porque en la cerrazón de los estudios no entraba que un bellezón yanqui pudiera ser infiel. En fin, me imagino que después del resultado muchos bellezones yanquis se tirarían de los pelos.
Yo la he visto catorce veces y las que me quedan. Nunca me cansa. Es tan brillante que no sabes cómo pudo salir algo así de ese juego de improvisación que armaron entre guionistas, productores, actores y director. No se entiende. A lo mejor es eso lo que llaman la magia del cine.
La otra gran película de aquella época, Ciudadano Kane, era, sin embargo, todo lo contrario: una máquina de relojería con un engranaje complicadísimo en el que nada estaba puesto al azar o al capricho, creada por un genio de veintiséis años que quería demostrar al mundo su valía. La película me gusta y toca un tema muy actual: la ambición de un señor dedicado a la propaganda y manipulación. Con una orientación mucho más comercial, muchos años después, en la saga Bond surgió "el mañana nunca muere", con Pierce Brosnan de protagonista luchando contra un magnate de la prensa dispuesto a desatar una guerra con China para vender más periódicos. Esta vez, se cumple el dicho de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Bueno; empiezo hablando de cine y sale el tema de las propaganda. Cuál es el mensaje que nos deja Rick Blaine: hay que ser íntegros y luchar por lo que está bien.
Ese es el verdadero mensaje de la película, y el odio a los nazis... Qué importa ahora.
jueves, febrero 22, 2007
Este opositor no se da cuenta de nada. Los filósofos han muerto. Está muerto el que cree en la filosofía. Hace años, había una pintada en la Complutense en la que ponía " Dios ha muerto. Firmado: Nietzsche. Nietzsche ha muerto firmado: Dios" Ya no hay filósofos en el mundo. Afortunadamente.
Qué demonios, ni falta que hace. No nos hace falta el Ortega y Gasset ése. Se nota que él nunca estuvo en un estadio. Si ser el hombre masa que dice este tipo consiste en vibrar con tu equipo cuando marcan un gol al contrario, yo soy un hombre masa. Si consiste en ir a quemar Madrid con los colegas, no hay más hombre masa que yo. Si se trata de darle caña al cuerpo, Ortega y Cassette me ha descrito a la perfección.
La verdad es que os preguntaréis que hago yo hablando del colega ese. Ni yo mismo lo sé. Hombre, la verdad es que eso del hombre masa me ha gustado. Les voy a proponer a mis colegas que nos hagamos unas camisetas con Hulk y que ponga debajo "el hombre masa" ¡Uff! Creo que estoy desbarrando.
Recuerdo que cuando estaba en el instituto la filosofía no me gustaba nada. ¡Vaya manera de desbarrar tenía la peña! Recuerdo de un pibe de mi clase al que sí le gustaba que me ponía especialmente de los nervios. Me quedé con las ganas más de una vez de soltarle un par de hostias bien dadas. Otra de las asignaturas que no soportaba era la historia. Además, la historia siempre la escriben los rojos y te meten unas películas de miedo que no se las cree ni su padre.
Por eso me alegré tanto cuando Leí en no sé qué periódico que un japonés escribió un libro en el cual hablaba sobre el fin de la historia. Pues menos mal, porque a mí la historia no me ha gustado en la vida. Fue la única asignatura en la que suspendí cuando estaba en el instituto. El chino tenía razón: una vez caídos los comunistas, sobraban todas las teorías, más o menos era eso lo que decía el chino, creo. Bueno, no lo sé. Sólo me acuerdo que pensé que ya iba siendo hora de que alguien pusiera orden entre tanta paja mental.
Volviendo al Ortega ése, también arremete contra las marcas. Porque eso será lo del hombre marca, digo yo. Ese tío era un gilipollas. A mí me gusta la ropa buena, los coches caros y mira tú qué casualidad, que todo es de marca. Dice que están mal lo de buscar los signos distintivos. Pues mira, no. Yo soy distinto, ¿no? Pues a buscar lo que me diferencia: las marcas caras, las mejores.
¡Pero qué me está pasando, Dios! Ya estoy como en las clases de filosofía del instituto. No quería entrar al trapo y al final entraba. Como ahora. Bueno, venga, lo dejo. Mira que no quería entrar donde el idiota éste, pero es que estaba aburrido y ya me había visto todas las páginas interesantes de internet.
A ver si creo yo un blog donde podáis leer cosas que merezcan la pena.
Qué demonios, ni falta que hace. No nos hace falta el Ortega y Gasset ése. Se nota que él nunca estuvo en un estadio. Si ser el hombre masa que dice este tipo consiste en vibrar con tu equipo cuando marcan un gol al contrario, yo soy un hombre masa. Si consiste en ir a quemar Madrid con los colegas, no hay más hombre masa que yo. Si se trata de darle caña al cuerpo, Ortega y Cassette me ha descrito a la perfección.
La verdad es que os preguntaréis que hago yo hablando del colega ese. Ni yo mismo lo sé. Hombre, la verdad es que eso del hombre masa me ha gustado. Les voy a proponer a mis colegas que nos hagamos unas camisetas con Hulk y que ponga debajo "el hombre masa" ¡Uff! Creo que estoy desbarrando.
Recuerdo que cuando estaba en el instituto la filosofía no me gustaba nada. ¡Vaya manera de desbarrar tenía la peña! Recuerdo de un pibe de mi clase al que sí le gustaba que me ponía especialmente de los nervios. Me quedé con las ganas más de una vez de soltarle un par de hostias bien dadas. Otra de las asignaturas que no soportaba era la historia. Además, la historia siempre la escriben los rojos y te meten unas películas de miedo que no se las cree ni su padre.
Por eso me alegré tanto cuando Leí en no sé qué periódico que un japonés escribió un libro en el cual hablaba sobre el fin de la historia. Pues menos mal, porque a mí la historia no me ha gustado en la vida. Fue la única asignatura en la que suspendí cuando estaba en el instituto. El chino tenía razón: una vez caídos los comunistas, sobraban todas las teorías, más o menos era eso lo que decía el chino, creo. Bueno, no lo sé. Sólo me acuerdo que pensé que ya iba siendo hora de que alguien pusiera orden entre tanta paja mental.
Volviendo al Ortega ése, también arremete contra las marcas. Porque eso será lo del hombre marca, digo yo. Ese tío era un gilipollas. A mí me gusta la ropa buena, los coches caros y mira tú qué casualidad, que todo es de marca. Dice que están mal lo de buscar los signos distintivos. Pues mira, no. Yo soy distinto, ¿no? Pues a buscar lo que me diferencia: las marcas caras, las mejores.
¡Pero qué me está pasando, Dios! Ya estoy como en las clases de filosofía del instituto. No quería entrar al trapo y al final entraba. Como ahora. Bueno, venga, lo dejo. Mira que no quería entrar donde el idiota éste, pero es que estaba aburrido y ya me había visto todas las páginas interesantes de internet.
A ver si creo yo un blog donde podáis leer cosas que merezcan la pena.
miércoles, febrero 21, 2007
Poneos en situación: un curso sobre Ortega y Gasset. El profesor habla sobre la obra más importante del filósofo: la rebelión de las masas.
"El hombre es naturalmente débil y carente de una personalidad suficientemente sólida como para impedir ser instrumentalizado, o, que los sistemas tienen tal fuerza que le preparan para la conversión hacia cualquier situación. b) Significaría que dominarían las circunstancias sobre su raíz personal. c) Aunque por su debilidad o su pasividad le hayan convertido en un punto de la masa, también es posible que el vaciado de su ser histórico se compense en cuanto se pueda sustituirlo por una gran riqueza social"
¡pum!¡catacatapúm!¡pum pum!¡pum pum!
¿Qué pasa ahí fuera? Miércoles de ceniza, dice alguien. Una excusa más para que el Ayuntamiento de mi ciudad se gaste el dinero en petardos. Y mientras, la biblioteca de mi barrio, cerrada.
"El hombre masa es...¡Pum, pum!¡racatacapum!¡pum!¡pum!...receptivo a lo chabacano¡catapum!..desprecia la riqueza de la cultura legada ¡pum!¡pum!..se sitúa en lo amorfo ¡racatacapum!El hombre masa ha cedido al simplismo y a la disposición a seguir a la demagogia, a la mentira, a la irreflexión, al interés, al descompromiso, etc
¡fiuuuuuuuuuuu!¡Pum!¡racatacatapum!¡pum!¡Pum!
¿Pero alquien está viendo esos fuegos artificiales? Pregunta alguien. ¿Pero alguien escucha a Ortega y Gasset? Pienso yo. De los diecisiete que somos, dudo que haya alguien que le esté entrando en la cabeza el pensamiento de Ortega y Gasset. No sólo lo digo por la profundidad de su pensamiento, que también, sino por el ruido insoportable. Parece que los estén haciendo estallar dentro de la clase.
"Hay que distinguir dos rasgos en el hombre masa: (¡fiuuuuuuuuuuuuuuuuu!):
1º. Una despreocupación para hacerse su vida en libertad, sacrificio y deseo de aprehender las cosas y de vivir con intensidad. (¡Pum!)2ª La creencia de que los signos distintivos, las marcas, las aficiones le identifican y le diferencian de los demás. (¡fiuuuuuuuuuuuuuuuuu!)El hombre masa haciendo “como todo el mundo” se cree diferente. Se ha impuesto en él lo superficial, que no requiere de la libertad responsable y que se conforma con sentir bienestar, sin la obligación del deber, sin buscar la alegría, ni el estado de felicidad. Se conforma con rodearse de cosas que den satisfacción al cuerpo para arrastrar al espíritu (¡Pum!)."
-Como mis alumnos del instituto -dice uno de mis condiscípulos-
-Todos somos, en mayor o menor medida, hombres masa. Pienso yo y no lo digo. Los de mediana edad me ganan por goleada y está mal visto defender a los jóvenes.
¡pum!¡Pum!¡Racatacapum!¡Pum!
Silencio. A callar he dicho.
-No pensé que mi clase de Ortega y Gasset iba a ser celebrada con fuegos artificiales por vuestro pueblo.-dice con retranca amable el erudito catedrático.
-La única masa que importa, la de la pólvora -Pienso yo.
"El hombre es naturalmente débil y carente de una personalidad suficientemente sólida como para impedir ser instrumentalizado, o, que los sistemas tienen tal fuerza que le preparan para la conversión hacia cualquier situación. b) Significaría que dominarían las circunstancias sobre su raíz personal. c) Aunque por su debilidad o su pasividad le hayan convertido en un punto de la masa, también es posible que el vaciado de su ser histórico se compense en cuanto se pueda sustituirlo por una gran riqueza social"
¡pum!¡catacatapúm!¡pum pum!¡pum pum!
¿Qué pasa ahí fuera? Miércoles de ceniza, dice alguien. Una excusa más para que el Ayuntamiento de mi ciudad se gaste el dinero en petardos. Y mientras, la biblioteca de mi barrio, cerrada.
"El hombre masa es...¡Pum, pum!¡racatacapum!¡pum!¡pum!...receptivo a lo chabacano¡catapum!..desprecia la riqueza de la cultura legada ¡pum!¡pum!..se sitúa en lo amorfo ¡racatacapum!El hombre masa ha cedido al simplismo y a la disposición a seguir a la demagogia, a la mentira, a la irreflexión, al interés, al descompromiso, etc
¡fiuuuuuuuuuuu!¡Pum!¡racatacatapum!¡pum!¡Pum!
¿Pero alquien está viendo esos fuegos artificiales? Pregunta alguien. ¿Pero alguien escucha a Ortega y Gasset? Pienso yo. De los diecisiete que somos, dudo que haya alguien que le esté entrando en la cabeza el pensamiento de Ortega y Gasset. No sólo lo digo por la profundidad de su pensamiento, que también, sino por el ruido insoportable. Parece que los estén haciendo estallar dentro de la clase.
"Hay que distinguir dos rasgos en el hombre masa: (¡fiuuuuuuuuuuuuuuuuu!):
1º. Una despreocupación para hacerse su vida en libertad, sacrificio y deseo de aprehender las cosas y de vivir con intensidad. (¡Pum!)2ª La creencia de que los signos distintivos, las marcas, las aficiones le identifican y le diferencian de los demás. (¡fiuuuuuuuuuuuuuuuuu!)El hombre masa haciendo “como todo el mundo” se cree diferente. Se ha impuesto en él lo superficial, que no requiere de la libertad responsable y que se conforma con sentir bienestar, sin la obligación del deber, sin buscar la alegría, ni el estado de felicidad. Se conforma con rodearse de cosas que den satisfacción al cuerpo para arrastrar al espíritu (¡Pum!)."
-Como mis alumnos del instituto -dice uno de mis condiscípulos-
-Todos somos, en mayor o menor medida, hombres masa. Pienso yo y no lo digo. Los de mediana edad me ganan por goleada y está mal visto defender a los jóvenes.
¡pum!¡Pum!¡Racatacapum!¡Pum!
Silencio. A callar he dicho.
-No pensé que mi clase de Ortega y Gasset iba a ser celebrada con fuegos artificiales por vuestro pueblo.-dice con retranca amable el erudito catedrático.
-La única masa que importa, la de la pólvora -Pienso yo.
martes, febrero 20, 2007
Cuando yo tenía ocho o nueve años, compraba unos tebeos que se llamaban don Miki. En ellos aparecían los clásicos personajes de Walt Disney que todos conocemos: Miki, Minnie, el pato Donald, Daisy, Goofy, Pluto, el tio Gilito, los sobrinitos, los golfos apandadores... En mi ingenuidad infantil pensaba que todas esas historias, algunas muy brillantes, venían de la mano del señor Walt, pero... llegó un momento en que comencé a dudar. El tío Gilito, por ejemplo, unas veces tenía la cabeza más redonda y otras más apepinada. Unas veces, los trazos de la tinta eran gordos y otras finos. Había estilos que me gustaban más que otros. Casi siempre, los más regulares e idealizados eran los que más me agradaban. Yo aprendí a dibujar con esos dibujos, y me gustaba más imitar unos que a otros ¿Pero por qué? En teoría, todo lo dibujaba Walt Disney, pero en la práctica, yo detectaba que los dibujos eran de distintas manos.
Con quien más lo noté fue con el personaje que más me llamaba la atención, el tío Gilito. No me preguntéis por qué me gustaba más el pato avaro que otros personajes, pero el caso es que era mi favorito. El tío Gilito se había hecho rico con lo de la fiebre del oro, y tal vez por el frío pasado en el Klondike tenía unos trastornos de personalidad de historieta a historieta que no se me escapaban: unas veces era magnánimo y equilibrado, otras colérico y tirano. El tío Gilito estaba medio esquizofrénico. Además, unas veces su cabeza era redonda, otras parecía un melón y otras tenía el pico más grande que la cabeza.
De todos modos, os he de decir que en esos tebeos de don Miki me contaron cosas bastante interesantes; de hecho, creo que fueron muy buenos para ayudarme a entender el mundo. También ayudó que entre sus páginas había a veces unos reportajes "para niños" en los que descubrí, por ejemplo, qué era un punki.
Pero sobre todo, descubrí la diferencia entre una persona física y una marca comercial. Primero pensé que no era sólo Walt Disney el que dibujaba las historietas y escribía los guiones, que había otros. Luego caí en la cuenta de que ni tan siquiera eso: eran dibujantes anónimos los que hacían las historietas de los personajes creados con Walt.
Era como pensar que Philip Knight diseña y cose todas las zapatillas de Nike (como castigo, debería hacerlo una larga temporada).
Seguí leyendo esos tebeos, pese a que, en un principio, me sentí estafado. Pero como me gustaban tanto, se me pasó el enfado enseguida. Después de saber que walt no estaba detrás de Walt, establecí unas preferencias sobre unos dibujantes frente a otros. Unos me parecían más graciosos que otros y notaba quién hacía su trabajo con descuido y desinterés y quien ponía oficio y talento.
Lo que siempre me ha parecido mal es que esa gente no pudiera firmar las historietas que tanto me gustaban. Todo era Walt Disney, que era Dios. Con los años, me he enterado de una cosa que intuía cuando era pequeño: que Walt Disney apenas si dibujaba algo. Hoy sé que casi todas esas películas que vienen a su nombre están dibujadas por otros. Un periódico gratuito me ha confirmado la sospecha infantil. Pareces ser que encima, Walt Disney era un mal dibujante y muy mirado para el dinero
.Como el tío Gilito.
Con el tiempo, dejé de comprar don Mikis y me pasé a Mortadelo.
Por lo menos, de él siempre supe que lo dibujaba un señor calvete con gafas que fumaba mucho. Aún hoy todavía lo hace. Ese sí que es bueno de verdad.
Con quien más lo noté fue con el personaje que más me llamaba la atención, el tío Gilito. No me preguntéis por qué me gustaba más el pato avaro que otros personajes, pero el caso es que era mi favorito. El tío Gilito se había hecho rico con lo de la fiebre del oro, y tal vez por el frío pasado en el Klondike tenía unos trastornos de personalidad de historieta a historieta que no se me escapaban: unas veces era magnánimo y equilibrado, otras colérico y tirano. El tío Gilito estaba medio esquizofrénico. Además, unas veces su cabeza era redonda, otras parecía un melón y otras tenía el pico más grande que la cabeza.
De todos modos, os he de decir que en esos tebeos de don Miki me contaron cosas bastante interesantes; de hecho, creo que fueron muy buenos para ayudarme a entender el mundo. También ayudó que entre sus páginas había a veces unos reportajes "para niños" en los que descubrí, por ejemplo, qué era un punki.
Pero sobre todo, descubrí la diferencia entre una persona física y una marca comercial. Primero pensé que no era sólo Walt Disney el que dibujaba las historietas y escribía los guiones, que había otros. Luego caí en la cuenta de que ni tan siquiera eso: eran dibujantes anónimos los que hacían las historietas de los personajes creados con Walt.
Era como pensar que Philip Knight diseña y cose todas las zapatillas de Nike (como castigo, debería hacerlo una larga temporada).
Seguí leyendo esos tebeos, pese a que, en un principio, me sentí estafado. Pero como me gustaban tanto, se me pasó el enfado enseguida. Después de saber que walt no estaba detrás de Walt, establecí unas preferencias sobre unos dibujantes frente a otros. Unos me parecían más graciosos que otros y notaba quién hacía su trabajo con descuido y desinterés y quien ponía oficio y talento.
Lo que siempre me ha parecido mal es que esa gente no pudiera firmar las historietas que tanto me gustaban. Todo era Walt Disney, que era Dios. Con los años, me he enterado de una cosa que intuía cuando era pequeño: que Walt Disney apenas si dibujaba algo. Hoy sé que casi todas esas películas que vienen a su nombre están dibujadas por otros. Un periódico gratuito me ha confirmado la sospecha infantil. Pareces ser que encima, Walt Disney era un mal dibujante y muy mirado para el dinero
.Como el tío Gilito.
Con el tiempo, dejé de comprar don Mikis y me pasé a Mortadelo.
Por lo menos, de él siempre supe que lo dibujaba un señor calvete con gafas que fumaba mucho. Aún hoy todavía lo hace. Ese sí que es bueno de verdad.
domingo, febrero 18, 2007
Yo, para aficionarme a una música determinada, necesito escucharla una y otra vez. Cuando ya he escuchado una melodía varias veces, es cuando entra dentro de mi escala de preferencias. Mi chica, cuando hacemos un viaje largo, se suele quejar de que siempre estoy escuchando el cd una y otra vez. Eso me pasa porque cuanto más oigo un grupo de melodías, más quiero volver a él.
Mi época dorada de repetición musical era la adolescencia. Para mí esa época es la mejor para asociar la música a estados emocionales. No es casual que las grandes bandas empezaran a formarse en los mismos días que las espinillas. En ese estadio de la vida buscando afanosamente nuestra banda sonora, dando lugar a mezclas raras. Por ejemplo, yo me leí enterito el Quijote en unas vacaciones de mis dieciséis años escuchando el Music for de Masses de Depeche Mode. Reconozco que es una curiosa combinación, pero ahora, cuando escucho otra vez el cd, no puedo evitar el acordarme de pasajes del don Quijote. Probad a escuchar Pimpf leyendo el episodio de la cueva de Montesinos.
Sé que puede parecer absurdo, pero la adolescencia es la época del las mezcolanzas extravagantes. Un amigo mío inventó la cerve-cola. Si lo pensáis un poco, veréis que en el fondo tiene más sentido que el calimocho.
Mi chica y yo tenemos dos o tres canciones que pusieron banda sonora a varios momentos importantes de nuestra vida: por ejemplo, cuando nos pusimos a bailar en un pub como si fuéramos cortesanos de Versalles. Todavía no éramos novios. Recuerdo también cuando le improvisé la letra utilizando una canción setentera y que supondría el poner de común acuerdo nuestra decisión de vivir juntos... ¡Cuánto me emociona el escribir ésto!
Y llegamos al punto en el que tenemos que reconocer a la música un gran apoyo mnemotécnico. Las denostadas canciones del verano, por ejemplo. Yo escucho "el camaleón" de King África y no me cuesta verme cubata en mano y bailongo en alguna fiestuqui guapa de antaño. Y cuando escucho el Mambo Number five, ése que salió hace unos cuantos años también, me retrotrae a un fin de semana loco en Gandía en el que disfrutamos como enanos. No os digo más ejemplos para no aburriros.
Sin embargo, y siento decirlo, no asocio la música clásica a estados sublimes de percepción sensorial; lo asocio a los trenes de cercanías de la Comunidad de Madrid. Además, aprovecho para decir a los gestores del ferrocarril que por favor procuren poner piezas alegres, porque ir a una entrevista de trabajo sonando una sinfonía de Mahler de las que compuso deprimido a más no poder no es el mejor apoyo para salir airoso de un proceso selectivo; igual pasa si iba al trabajo. Muchas veces entraba al despacho con ganas de ahorcarme con el cable del teléfono. Procuraré reescribir mi historia con la música clásica escuchándola en sitios mejores. Queda pendiente dicha revisión.
Y bueno, termino este artículo con el objetivo de demostrar que el bakalao no es música. ¿Pues alguien se acuerda de alguna canción bakala que se pueda asociar a algo? Tal vez por eso es una cosa que gustó especialmente a los que nada tenían en la cabeza. A lo mejor les gustaba porque hacía eco en sus cráneos vacíos, no lo sé.
Ponen mucha música en los anuncios. Los anunciantes saben que tienen medio camino ganado si dan con la melodía acertada. Encima, rescatan canciones magníficas olvidadas por todo salvo por los melómanos. Es una cosa de agradecer a la publicidad, aunque no tenga otro fin que el vender.
En fin, como dijeron los ABBA, que de música entienden un rato: Thank you for the music. Y como dijo Massiel:
La, la, la.
Los que tenemos la escritura como afición solemos a recurrir a aquellos lugares comunes que nos son más atractivos: los tópicos, que son esos temas manidos que han sido repasados una y otra vez, mil y una noches. Muchas veces, para criticar una obra de creación se suele decir "eso es un topicazo".El problema es que casi todo lo que nos preocupa es tópico: el amor, la situación del mundo, la carestía, la guerra... Hay tantos temas-tópico que podría escribir un artículo haciendo una enumeración de todos los temas de los que se escribe en los periódicos, en blog y se hablan en tertulias. Lo cierto es que se habla casi siempre de lo mismo. Lo único que cambia es la forma de contarlo.
Solemos desechar un tema por tópico, bien porque no nos gusta, bien por lo repetitivo que se muestra el autor con el mismo o bien porque ya hemos leído una cosa parecida a otras personas. Podemos llegar al hartazgo de muchas maneras.
Los que escribimos no podemos evitar el caer en el tópico. Yo mismo, de adolescente, escribí inflados poemas románticos o sobre la amistad. Ahora escribo sobre las injusticias... En definitiva, escribo sobre lo que ya ha preocupado a otros. Es difícil ser original, pues como seres humanos que somos, pensamos y sentimos las mismas cosas que otros. Si nos gusta leer una determinada cosa es porque eso nos es más familiar o afín. No hay nada nuevo bajo el sol. De vez en cuando, alguien hace una pequeña revolución, como cuando Cervantes inventó la novela (precisamente por eso es un grande). De todos modos, el Quijote no deja de ser un libro de caballerías donde el héroe se enamora de una dama más o menos guapa.
Entiendo que algunas cosas de las que escribo os parezcan tópicas, bien porque son viejas historias que estáis cansados de escuchar o de leer, que ya afortunadamente las tenéis superadas o que simplemente son temas que os traen al fresco. Vale. Es cierto. Pasad a otro blog. No tenéis por qué leer otra vez más de lo mismo. De acuerdo. Tenéis razón. Todos los bloggeros nos parecemos.
Cuando era adolescente me preocupaba más ser original, pero cuando descubrí que otros pensaban y sentían las mismas cosas que yo, entonces decidí que escribiría y escribiría, y si de uno de mis escritos salía algo original, entonces, me podía dar por satisfecho. Llegué a la conclusión de que ser original es, en algunos casos, decir lo mismo que todo el mundo con otras palabras. Es decir te quiero sin decir te quiero. Empleando una cerilla como metáfora, por ejemplo: Ser único como esa llama irrepetible pero que tan igual es a las de otras cerillas. Irrepetible pero igual a otros es el amor de cada uno de nosotros.
En fin, uno, como no podía ser de otra manera, es sensible a las críticas, y más de los lectores que más me quieren (¿verdad, Saruca?)Pero bien venidas son si me hacen mejorar.
Tendré que ser más original para presentar mis tópicos reivindicativos.
Solemos desechar un tema por tópico, bien porque no nos gusta, bien por lo repetitivo que se muestra el autor con el mismo o bien porque ya hemos leído una cosa parecida a otras personas. Podemos llegar al hartazgo de muchas maneras.
Los que escribimos no podemos evitar el caer en el tópico. Yo mismo, de adolescente, escribí inflados poemas románticos o sobre la amistad. Ahora escribo sobre las injusticias... En definitiva, escribo sobre lo que ya ha preocupado a otros. Es difícil ser original, pues como seres humanos que somos, pensamos y sentimos las mismas cosas que otros. Si nos gusta leer una determinada cosa es porque eso nos es más familiar o afín. No hay nada nuevo bajo el sol. De vez en cuando, alguien hace una pequeña revolución, como cuando Cervantes inventó la novela (precisamente por eso es un grande). De todos modos, el Quijote no deja de ser un libro de caballerías donde el héroe se enamora de una dama más o menos guapa.
Entiendo que algunas cosas de las que escribo os parezcan tópicas, bien porque son viejas historias que estáis cansados de escuchar o de leer, que ya afortunadamente las tenéis superadas o que simplemente son temas que os traen al fresco. Vale. Es cierto. Pasad a otro blog. No tenéis por qué leer otra vez más de lo mismo. De acuerdo. Tenéis razón. Todos los bloggeros nos parecemos.
Cuando era adolescente me preocupaba más ser original, pero cuando descubrí que otros pensaban y sentían las mismas cosas que yo, entonces decidí que escribiría y escribiría, y si de uno de mis escritos salía algo original, entonces, me podía dar por satisfecho. Llegué a la conclusión de que ser original es, en algunos casos, decir lo mismo que todo el mundo con otras palabras. Es decir te quiero sin decir te quiero. Empleando una cerilla como metáfora, por ejemplo: Ser único como esa llama irrepetible pero que tan igual es a las de otras cerillas. Irrepetible pero igual a otros es el amor de cada uno de nosotros.
En fin, uno, como no podía ser de otra manera, es sensible a las críticas, y más de los lectores que más me quieren (¿verdad, Saruca?)Pero bien venidas son si me hacen mejorar.
Tendré que ser más original para presentar mis tópicos reivindicativos.
sábado, febrero 17, 2007
sábado, febrero 18, 2007
Hoy he ayudado a unos amigos a hacer uno de los actos más raros que se pueden hacer en la España de Hoy: mudanza. Mis amigos, que tuvieron la suerte de pillar sus respectivos pisos a un precio razonablemente bueno, han podido hacer lo que antes era normal para unas personas con treinta años. Me refiero, claro está, a emanciparse. Han tenido que vivir en casas de sus padres más tiempo de la cuenta porque se nos están imponiendo unos plazos absurdos (en los dos sentidos: de tiempo y de hipoteca).
Se extrañan los europeos del norte que españoles e italianos nos marchemos de casa tarde. Es lógico. Ellos, con sus estados de bienestar (por desgracia ahora en proceso de desmantelamiento en todos sus países), se van de sus casas nada más cumplir los veinte, para instalarse en una vivienda de alquiler, generalmente cedida por sus respectivos estados. Nos ven demasiado talluditos para irnos de casa, con razón. Pero les desafío a muchos de ellos que intenten vivir de alquiler en un país como España donde los sueldos son mil euros (si llegan) y los alquileres en cualquier ciudad unos setecientos. Y por supuesto, sin que el estado español oferte suficientes viviendas de alquiler de precios baratos. Muchos también se quedarían en casa de sus padres a la espera de mejor oportunidad.
Recordemos las palabras de nuestro gran ministro de Economía, don Pedro Solbes. "el umbral del dolor de los ciudadanos puede ser muy alto" Es verdad, señor ministro. Los
españoles hemos demostrado tener una capacidad de aguante sólo superada por el pueblo
japonés. Porque mira que hemos tenidos malos y crueles gobernantes que nos han hecho pasar las de Caín y aquí estamos, aguantando con lo que nos echen.
Qué lástima que no todo el mundo aquí en España puede tener las caras de ilusión de mis amigos. Seguro que no piensan en el valor de sus casas, piensan sólo que tienen un HOGAR. En España tocamos a una vivienda por cada dos habitantes. Lo que no hay tanto son hogares. Miles de jóvenes que, sin ser mendigos, son tan pobres que no tienen dónde vivir. Eso es España y eso es lo que nos han hecho el gobierno socialista y popular en connivencia con la gran banca y las constructoras.
Me da miedo pensar que España pueda caer otra vez en el enfrentamiento civil. El umbral del dolor de los españoles es muy alto, pero la gota se puede desbordar cualquier día y caer en la violencia generalizada como otras veces en nuestra historia.
Lo malo es que parece que no hay voluntad porque la cosa cambie.
Me encanta ver a mis amigos felices y orgullosos de tener un hogar. Me gustaría mucho más que, por ejemplo, mi hermano, que todavía vive con mis padres, pudiera también tener esa dicha. Ojalá esta locura pase pronto y no vuelvan a jugar jamás con nosotros una partida de póquer con las cartas marcadas y poniendo sobre el tapete como apuesta el HOGAR de cada uno de nosotros.
Hoy he ayudado a unos amigos a hacer uno de los actos más raros que se pueden hacer en la España de Hoy: mudanza. Mis amigos, que tuvieron la suerte de pillar sus respectivos pisos a un precio razonablemente bueno, han podido hacer lo que antes era normal para unas personas con treinta años. Me refiero, claro está, a emanciparse. Han tenido que vivir en casas de sus padres más tiempo de la cuenta porque se nos están imponiendo unos plazos absurdos (en los dos sentidos: de tiempo y de hipoteca).
Se extrañan los europeos del norte que españoles e italianos nos marchemos de casa tarde. Es lógico. Ellos, con sus estados de bienestar (por desgracia ahora en proceso de desmantelamiento en todos sus países), se van de sus casas nada más cumplir los veinte, para instalarse en una vivienda de alquiler, generalmente cedida por sus respectivos estados. Nos ven demasiado talluditos para irnos de casa, con razón. Pero les desafío a muchos de ellos que intenten vivir de alquiler en un país como España donde los sueldos son mil euros (si llegan) y los alquileres en cualquier ciudad unos setecientos. Y por supuesto, sin que el estado español oferte suficientes viviendas de alquiler de precios baratos. Muchos también se quedarían en casa de sus padres a la espera de mejor oportunidad.
Recordemos las palabras de nuestro gran ministro de Economía, don Pedro Solbes. "el umbral del dolor de los ciudadanos puede ser muy alto" Es verdad, señor ministro. Los
españoles hemos demostrado tener una capacidad de aguante sólo superada por el pueblo
japonés. Porque mira que hemos tenidos malos y crueles gobernantes que nos han hecho pasar las de Caín y aquí estamos, aguantando con lo que nos echen.
Qué lástima que no todo el mundo aquí en España puede tener las caras de ilusión de mis amigos. Seguro que no piensan en el valor de sus casas, piensan sólo que tienen un HOGAR. En España tocamos a una vivienda por cada dos habitantes. Lo que no hay tanto son hogares. Miles de jóvenes que, sin ser mendigos, son tan pobres que no tienen dónde vivir. Eso es España y eso es lo que nos han hecho el gobierno socialista y popular en connivencia con la gran banca y las constructoras.
Me da miedo pensar que España pueda caer otra vez en el enfrentamiento civil. El umbral del dolor de los españoles es muy alto, pero la gota se puede desbordar cualquier día y caer en la violencia generalizada como otras veces en nuestra historia.
Lo malo es que parece que no hay voluntad porque la cosa cambie.
Me encanta ver a mis amigos felices y orgullosos de tener un hogar. Me gustaría mucho más que, por ejemplo, mi hermano, que todavía vive con mis padres, pudiera también tener esa dicha. Ojalá esta locura pase pronto y no vuelvan a jugar jamás con nosotros una partida de póquer con las cartas marcadas y poniendo sobre el tapete como apuesta el HOGAR de cada uno de nosotros.
viernes, febrero 16, 2007
Leo en el periódico que Levi´s tiene planteado el emprender acciones judiciales contra todos aquellos fabricantes de vaqueros de la competencia que imiten su logo con forma de alas de gaviota de los bolsillos; pues qué bien. ¿Y por qué no dan todo el dinero que saquen a la ONG "Gaviotas sin Fronteras"? ¡Cuántos polluelos quedan indefensos en la vida porque sus papás gaviota mueren presos de las hélices de los barcos! ¡Cuántos pierden a sus madres porque se ahogan con los plásticos de las latas!
Porque, bien mirado, los verdaderos dueños del diseño de alas de gaviota son las propias gaviotas, por lo menos hasta que tenga la certeza de que Dios existe y sea a él al que debamos pagar el derecho. Entonces, ¿con qué derecho Levís patenta una cosa que por derecho pertenece a otros? Un simple cómputo: Levi´s lleva cosiendo alas de gaviota en los bolsillos de sus pantalones unos 100 años. Las gaviotas llevan usando sus alas unos cientos de miles ¿De quién es entonces el diseño? Además, el trabajo de investigación y desarrollo llevado a cabo por millones de gaviotas ha sido inconmensurable e imponderable¡Cuántas no se habrán roto la cabeza contra el suelo en sus investigaciones de perfeccionamiento de sus alas!.
Además, yo creo que Levi´s debería pagarnos los derechos a todos los humanos por sus imitaciones de las piernas humanas, que además no están muy conseguidas: asemejan más a unas tuberías que a las extremidades inferiores de los humanos. Igualmente, la marca Levi´s debería pagar derechos a los herederos de la primera modista por el uso de la costura y a los herederos del que ideó el botón para
abrochar.
En fin, parece ser que la locura no ha hecho más que comenzar. Microsoft lleva años intentando patentar el doble click (¿quién no ha llamado dos veces a un timbre?)Otros quieren privatizar el agua que bebemos y después el aire que respiramos, y no me extrañaría nada que Nike pidiera dinero a los fabricantes de palos de Hockey por el sospechoso parecido del logo de la conocida marca de zapatillas con dichos utensilios.
En fin, yo os aconsejo que os patentéis a vosotros mismos, no sea que en un futuro os encontréis con la desagradable sorpresa de que sois de otros. ¿No sabéis que están intentando patentar el genoma humano?
Permaneced alerta.
Porque, bien mirado, los verdaderos dueños del diseño de alas de gaviota son las propias gaviotas, por lo menos hasta que tenga la certeza de que Dios existe y sea a él al que debamos pagar el derecho. Entonces, ¿con qué derecho Levís patenta una cosa que por derecho pertenece a otros? Un simple cómputo: Levi´s lleva cosiendo alas de gaviota en los bolsillos de sus pantalones unos 100 años. Las gaviotas llevan usando sus alas unos cientos de miles ¿De quién es entonces el diseño? Además, el trabajo de investigación y desarrollo llevado a cabo por millones de gaviotas ha sido inconmensurable e imponderable¡Cuántas no se habrán roto la cabeza contra el suelo en sus investigaciones de perfeccionamiento de sus alas!.
Además, yo creo que Levi´s debería pagarnos los derechos a todos los humanos por sus imitaciones de las piernas humanas, que además no están muy conseguidas: asemejan más a unas tuberías que a las extremidades inferiores de los humanos. Igualmente, la marca Levi´s debería pagar derechos a los herederos de la primera modista por el uso de la costura y a los herederos del que ideó el botón para
abrochar.
En fin, parece ser que la locura no ha hecho más que comenzar. Microsoft lleva años intentando patentar el doble click (¿quién no ha llamado dos veces a un timbre?)Otros quieren privatizar el agua que bebemos y después el aire que respiramos, y no me extrañaría nada que Nike pidiera dinero a los fabricantes de palos de Hockey por el sospechoso parecido del logo de la conocida marca de zapatillas con dichos utensilios.
En fin, yo os aconsejo que os patentéis a vosotros mismos, no sea que en un futuro os encontréis con la desagradable sorpresa de que sois de otros. ¿No sabéis que están intentando patentar el genoma humano?
Permaneced alerta.
jueves, febrero 15, 2007
Antes, tú acababas tus estudios y punto. A trabajar se ha dicho. Ahora no basta con eso. Mientras trabajas de temporal, tienes que hacer en tu tiempo libre cursos y máster para poder competir con otros en el difícil mercado laboral que nos ha tocado vivir.
Lo de antaño molaba mucho. Salías de la universidad con tu título debajo del brazo y ¡hala! El chalé en las afueras y el audi sólo era una cuestión de tiempo. Daba igual si en la universidad habías estado hincando los codos o haciendo el gañán con la tuna, el caso es que el haber pasado por las aulas universitarias te garantizaba un buen puesto. Daba igual, por supuesto, lo tonto que fueras. El universitario español tenía el futuro a sus pies. La cosa era porque en los años sesenta, uno de cada veinte españoles tenían título universitario, y claro, ser licenciado de lo que fuera daba caché y prestigio. Sentaban cátedra sin ser catedráticos. Ahora, sin embargo, uno de cada cuatro españoles tiene título universitario, no tienen prestigio en modo alguno y la mayoría de los licenciados son pobres.
Tal vez por eso muchos licenciados se hayan visto obligados a iniciar la carrera de los diplomas, que me imagino yo hará que muchos no aparezcan por sus casas hasta bien tarde. Hay diplomillas, diplometes y diplomazos. Otra forma de criba.
Esto viene a colación porque estoy trabajando en un proceso selectivo para la administración pública. Hemos empezado dicho proceso con licenciados y diplomados y ya os mencioné en una ocasión que ha habido gente que ha venido con una maleta llena de papeles. Esos masteres y demás certificados de anís del mono de menos categoría dan puntos para conseguir la ansiada plaza fija. Os puedo asegurar que la gente está desesperada por encontrar trabajo estable, sino de qué iba a sacrificar tanto tiempo libre del que no va a poder tener otra vez jamás en cursos cuyo único valor es el certificado de horas que expiden.
Titulillos, titulazos y tituletes, ésa es la cuestión. Otra zanahoria más en frente de nuestros morros. Y mientras, no se sabe quien, negándonoslo todo: dónde vivir, dónde trabajar, cómo existir.
Lo de antaño molaba mucho. Salías de la universidad con tu título debajo del brazo y ¡hala! El chalé en las afueras y el audi sólo era una cuestión de tiempo. Daba igual si en la universidad habías estado hincando los codos o haciendo el gañán con la tuna, el caso es que el haber pasado por las aulas universitarias te garantizaba un buen puesto. Daba igual, por supuesto, lo tonto que fueras. El universitario español tenía el futuro a sus pies. La cosa era porque en los años sesenta, uno de cada veinte españoles tenían título universitario, y claro, ser licenciado de lo que fuera daba caché y prestigio. Sentaban cátedra sin ser catedráticos. Ahora, sin embargo, uno de cada cuatro españoles tiene título universitario, no tienen prestigio en modo alguno y la mayoría de los licenciados son pobres.
Tal vez por eso muchos licenciados se hayan visto obligados a iniciar la carrera de los diplomas, que me imagino yo hará que muchos no aparezcan por sus casas hasta bien tarde. Hay diplomillas, diplometes y diplomazos. Otra forma de criba.
Esto viene a colación porque estoy trabajando en un proceso selectivo para la administración pública. Hemos empezado dicho proceso con licenciados y diplomados y ya os mencioné en una ocasión que ha habido gente que ha venido con una maleta llena de papeles. Esos masteres y demás certificados de anís del mono de menos categoría dan puntos para conseguir la ansiada plaza fija. Os puedo asegurar que la gente está desesperada por encontrar trabajo estable, sino de qué iba a sacrificar tanto tiempo libre del que no va a poder tener otra vez jamás en cursos cuyo único valor es el certificado de horas que expiden.
Titulillos, titulazos y tituletes, ésa es la cuestión. Otra zanahoria más en frente de nuestros morros. Y mientras, no se sabe quien, negándonoslo todo: dónde vivir, dónde trabajar, cómo existir.
miércoles, febrero 14, 2007
Esto era un hombre que decía ser poeta, sólo que tenía todos sus poemas en la cabeza y ninguno puesto en un papel. Viajaba en tren, se cruzaba con una linda muchacha y ya tenía una neurona de su cerebro dispuesta a lanzar un poema. Pero cuando agarraba el bolígrafo nunca sabía poner en el papel el poema que la mujer le hacía hecho sentir. Se iba de juerga con sus amigos y después de una noche memorable, no le salían las palabras para describirla. Nuestro hombre era un poeta que no era poeta.
Cada vez que escribía, sus frases salían desobedeciendo todas las reglas de sintaxis y acaso de ortografía. Cada vez que intentaba de hacer un soneto o una lira siempre acababa rimando con los verbos en participio de pasado o haciendo el final de verso con palabras que siempre rimaran con camión. Al final, desistía en el empeño de hacer un poema.
Él sabía que la vida de un creador no era fácil; todo estaba en el disco duro de su cráneo, pero el problema era sacarlo. Él no sólo tenía en su cabeza poemas, tenía obras de teatro inconmensurables, novelas brillantísimas, relatos geniales y hasta excelentes películas. Pero no tenía ni idea de cómo proceder para sacar todo este material a la luz, bien escondido en sus neuronas. Él era novelista, ensayista, de todo, tenía grandes obras completas en su cabeza.
Admiraba a un filósofo por encima de los demás: a Sócrates. Lo admiraba sobre todo, porque había logrado pasar a la posteridad sin que viéramos una coma puesta por él. Casi todo su pensamiento viene de lo que han dicho los demás. Le parecía maravilloso. Sócrates era de los pocos hombres que se había liberado de la dictadura del negro sobre blanco. Miles de veces, nuestro poeta se puso en su escritorio un folio en blanco, y miles de veces, sus garabatos acabaron en la basura. Es una pena , se decía a sí mismo, ser escritor y no saber escribir.
No obstante, él se dedicaba a vivir como un auténtico escritor. Participaba en tertulias, acudía a seminarios y ponencias, con el tiempo se ganó un auténtico respeto. Muchas veces, la gente pensaba que era él y no otro el poeta que iba a leer unos poemas de creación propia o a dar la conferencia de turno. Su atuendo era más de poeta que el de los propios poetas. Los poetas que yo conozco visten zapatillas, tejanos, camisetas de manga larga (vamos, uno de los uniformes que lleva todo el mundo) Él, sin embargo, vestía como debe vestir un poeta: esa chaqueta de pana marrón con coderas, ese jersey de cuello alto, esos pantalones beige, esa bufanda de cuadros. Era el poeta perfecto vestido por el Corte Inglés. Para hacer más creíble si cabe el atuendo, acompañaba el conjunto una pipa casi siempre apagada y gafas de pasta.
Pero elhombre seguía sin escribir. Muchas veces, sus compañeros de tertulia le decían: "Venga hombre, ¿cuándo nos vas a traer unos poemas tuyos?" a lo que él, invariablemente, repondía: "yo entiendo mi obra como un poema total y todavía no he puesto colofón a ese poema con el que estoy trabajando. Cuando de el final, seréis los primeros en ver mi obra" El problema es que el poema no tenía ni colofón ni apertura ni nada.
Más de una vez estuvo tentado de presentar "el gran poema blanco sobre fondo blanco", pero no lo hizo porque el truco estaba muy visto y se le iba a ver el plumero.
Pasaron los años, y cada vez se hizo más refinado para eludir la curiosidad que despertaba su inexistente obra en el círculo literario en el que se movía, necesitó leer cada vez más para desorientar a sus contertulios en un laberinto de erudición. Leyó muchos libros, no sólo a los clásicos y modernos , sino también a sus exégetas. Poco a poco se fue haciendo una voz autorizada. Y de tanto leer buena literatura, el miedo por escribir y no hacerlo bien fue todavía a más.
A día de hoy, sigue siendo el escritor menos fecundo del mundo. El verdadero escritor frustrado. Si queréis saber de él, preguntad al profesor que no enseña, la médico que no cura, al albañil que no construye o al filósofo que jamás tuvo una explicación del mundo propia.
martes, febrero 13, 2007
Había una mujer que era muy optimista, pero escribía unos poemas tan terribles que todos aquellos que los leían entraban en una melancolía muy profunda. Empezó a escribir con quince años, y tenía una amiga a la que quería más que a nadie en este mundo. la quería tanto que le dedicó uno de sus primeros poemas en una tarjeta de felicitación que escribió con motivo del cumpleaños de ésta:
"Esos hierros que ahora son cadenas
que tienen a tus dientes cautivos
se conviertan en mariposas que podrás guardar
entre los pliegues de grasa que rodean
tu ombligo"
Su amiga, al leer esto, comenzó a ponerse roja y a continuación, un torrente de lágrimas empezaron a caer corriente abajo hasta llegar al canal de sus pechos, que ya por entonces empezaban a presentar un volumen considerable. La gran amistad se perdió para siempre. Ahora son, simplemente, conocidas que intercambian un hola y adiós en el super. Un día, se encontraron en la cola de la pescadería, y obligadas por las circunstancias, conversaron:
-¿Cómo te va?
-Bueno, ya por fin termino la tesis
-se te ve bien
- a ti también. Lo bueno que tenéis las gorditas es que no os salen arrugas. Dicen que es por la grasa de la piel.
¿por qué, de entre las miles de cosas que la podía decir, le salieron justamente esas palabras?
Ella pensaba que las viejas rencillas habían pasado. Pero vio cómo, otra vez, la que fuera su amiga se le ponía la cara roja.
Pero estamos adelantando acontecimientos: con dieciocho años tuvo su primer novio, al que conoció porque éste repitió el último curso de bachillerato. Muchas tardes de aquel año estuvieron yendo a un parque donde pasear su amor. Cuando volvían a sus respectivas casas, ella volvía a sus estudios y él a su videoconsola. De resultas de
de ambas conductas, ella al final de curso sacó varios sobresalientes y notables y a él le quedaron tres, una menos que el año anterior. Antes de ir a la fiesta de fin de curso, quedaron como siempre en el parque. Ella, quería hacer el momento más especial si cabe, regalándole el libro de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" con la siguiente dedicatoria.
"Cariño, te regalo este libro,
que tal vez no entiendas
(no te preocupes, que yo te explicaré lo que haga falta)
aunque tengas inteligencia media-baja,
yo te quiero.
Todos somos seres limitados
¿Por eso estar contigo va a ser malo?
El chico tiró el libro y la dejó sola en el banco. Ella no sabía qué pasaba. Pero intuía que ese día marcaba el fin de sus días de instituto y de adolescencia.
La última vez que vio a su ex-novio fue en esa misma noche, en el hospital. Ingresó por coma etílico.
Ella no sabía por qué la gente reaccionaba tan mal. Su padre siempre le había dicho que debíamos tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros, y ella siempre había procurado portarse bien con los demás. Pero siempre las personas a las que quería terminaban por abandonarla. No sabía por qué. A su ex amiga le había prestado libros, le había dejado dormir en su casa. A su ex-novio le había ayudado en los estudios, con poco éxito. Esa misma noche, se quedó hasta que por fin despertó del coma. Si siempre se había portado bien, ¿por qué la abandonaban?
En la universidad, formó parte de un grupo de amigos que en primero de carrera se llevaban muy bien. Siempre estaban en la cafetería juntos y los fines de semana quedaban para salir. Hasta que llegó un día, que en el grupo empezó a haber mal ambiente, empezaron a llevarse mal entre ellos. Había dos facciones irreconciliables, y ella estaba en medio de las dos. Acabaron por dividirse. Ella no entendía por qué. Hasta que un día, una de las que fueron sus mejores amigas de universidad, le espetó:
- No te enfades por lo que te voy a decir, pero parte del mal rollo es debido a que tú te has ido de la lengua.
-¿queeee? ¡Pero si a mi me ha pillado en medio siempre dentro de vuestras discusiones!
- Ya, pero no sé cómo te lo montas, pero siempre te las arreglabas para sacar en todas las conversaciones los temas más escabrosos. pensábamos que lo hacías a posta,
pero luego nos dimos cuenta que lo haces sin mala intención, pero eso sí, alguna de las cosas que dijiste cayeron como una bomba.
-Pero qué me dices, tía. Si yo nunca pretendí hacer daño a nadie.
-Si no lo dudo. Pero no sé como te las arreglas para crear situaciones embarazosas.
Después de eso, apenas hablaba con la gente. Se volvió una gris sombra. No hablaba por no meter la pata. Su problema, su enorme problema, es que le habían hecho incapaz para la mentira. Se acordaba frecuentemente de aquel cuento del niño que fue el único que vio al rey desnudo, y ella lamentó haber sido tantas veces ese niño. Se acordaba también de ese dicho que decía que la verdad siempre resplandece al final, cuando se ha ido todo el mundo. Por eso ella se encontraba tan sola. Se había ido todo el mundo. Para paliar su soledad, escribía poemas sobre todo, pero todo a sus ojos, era gris y ruinoso.
Cuando estaba en quinto de carrera, decidió presentar un poema largo para el certamen
que organizaba la universidad. Lo ganó. En el breve discurso que dijo el organizador del certamen, el catedrático de literatura renacentista, le dedicó las siguientes palabras:
...Una de las razones por la que hemos dado el premio a esta joven poetisa es porque el jurado hacía tiempo que no nos encontrábamos con un uso más acertado de la sátira u de la ironía. El triste juego de imágenes y máscaras, que parecen reales, no lo son. Son deformidades de lo real, juegos, que nos propone la poetisa y que el lector inteligente debe de aceptar de buen grado. Debemos mirarlos con la alegría de que en el fondo, no todo está perdido.
¿Pero qué dice este hombre?-Pensó ella- Yo no deformo nada. Yo cuento lo que veo. Yo no soy irónica ni satírica. Yo no hago nada de lo que él dice que hago. Se supone que es uno de lo mejores críticos literarios de este país. Qué está diciendo. Yo no hago nada de eso.
Cuando subió al estrado a recoger el premio, se limitó a decir gracias, dejando a todo el mundo sorprendido por el gran laconismo con el que recibió el premio.
Estuvo varios años más en la universidad preparando la tesis titulada "la apariencia y la mentira en el teatro del siglo de Oro" y no fue más que una sombra que iba y venía en los pasillos del Departamento.
La verdad tiene que caer en suelo fértil, dice otro aforismo y esta sociedad es un verdadero secarral, yerma de sinceridad. Cuando terminó la tesis, decidió coger una beca e irse a Japón, donde, por el desconocimiento del idioma, no tendría que preocuparse por abrir la boca y decir una inconveniencia. Por lo menos, hasta que aprendiera el idioma, si es que le daba tiempo a aprenderlo en el año que le duraba la beca.
Hace ya algún tiempo que la verdad huyó de este país. No importaría nada que su majestad el Rey diera el próximo discurso de navidad desnudo.
Sospecho que nadie se iba a dar cuenta.
"Esos hierros que ahora son cadenas
que tienen a tus dientes cautivos
se conviertan en mariposas que podrás guardar
entre los pliegues de grasa que rodean
tu ombligo"
Su amiga, al leer esto, comenzó a ponerse roja y a continuación, un torrente de lágrimas empezaron a caer corriente abajo hasta llegar al canal de sus pechos, que ya por entonces empezaban a presentar un volumen considerable. La gran amistad se perdió para siempre. Ahora son, simplemente, conocidas que intercambian un hola y adiós en el super. Un día, se encontraron en la cola de la pescadería, y obligadas por las circunstancias, conversaron:
-¿Cómo te va?
-Bueno, ya por fin termino la tesis
-se te ve bien
- a ti también. Lo bueno que tenéis las gorditas es que no os salen arrugas. Dicen que es por la grasa de la piel.
¿por qué, de entre las miles de cosas que la podía decir, le salieron justamente esas palabras?
Ella pensaba que las viejas rencillas habían pasado. Pero vio cómo, otra vez, la que fuera su amiga se le ponía la cara roja.
Pero estamos adelantando acontecimientos: con dieciocho años tuvo su primer novio, al que conoció porque éste repitió el último curso de bachillerato. Muchas tardes de aquel año estuvieron yendo a un parque donde pasear su amor. Cuando volvían a sus respectivas casas, ella volvía a sus estudios y él a su videoconsola. De resultas de
de ambas conductas, ella al final de curso sacó varios sobresalientes y notables y a él le quedaron tres, una menos que el año anterior. Antes de ir a la fiesta de fin de curso, quedaron como siempre en el parque. Ella, quería hacer el momento más especial si cabe, regalándole el libro de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" con la siguiente dedicatoria.
"Cariño, te regalo este libro,
que tal vez no entiendas
(no te preocupes, que yo te explicaré lo que haga falta)
aunque tengas inteligencia media-baja,
yo te quiero.
Todos somos seres limitados
¿Por eso estar contigo va a ser malo?
El chico tiró el libro y la dejó sola en el banco. Ella no sabía qué pasaba. Pero intuía que ese día marcaba el fin de sus días de instituto y de adolescencia.
La última vez que vio a su ex-novio fue en esa misma noche, en el hospital. Ingresó por coma etílico.
Ella no sabía por qué la gente reaccionaba tan mal. Su padre siempre le había dicho que debíamos tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros, y ella siempre había procurado portarse bien con los demás. Pero siempre las personas a las que quería terminaban por abandonarla. No sabía por qué. A su ex amiga le había prestado libros, le había dejado dormir en su casa. A su ex-novio le había ayudado en los estudios, con poco éxito. Esa misma noche, se quedó hasta que por fin despertó del coma. Si siempre se había portado bien, ¿por qué la abandonaban?
En la universidad, formó parte de un grupo de amigos que en primero de carrera se llevaban muy bien. Siempre estaban en la cafetería juntos y los fines de semana quedaban para salir. Hasta que llegó un día, que en el grupo empezó a haber mal ambiente, empezaron a llevarse mal entre ellos. Había dos facciones irreconciliables, y ella estaba en medio de las dos. Acabaron por dividirse. Ella no entendía por qué. Hasta que un día, una de las que fueron sus mejores amigas de universidad, le espetó:
- No te enfades por lo que te voy a decir, pero parte del mal rollo es debido a que tú te has ido de la lengua.
-¿queeee? ¡Pero si a mi me ha pillado en medio siempre dentro de vuestras discusiones!
- Ya, pero no sé cómo te lo montas, pero siempre te las arreglabas para sacar en todas las conversaciones los temas más escabrosos. pensábamos que lo hacías a posta,
pero luego nos dimos cuenta que lo haces sin mala intención, pero eso sí, alguna de las cosas que dijiste cayeron como una bomba.
-Pero qué me dices, tía. Si yo nunca pretendí hacer daño a nadie.
-Si no lo dudo. Pero no sé como te las arreglas para crear situaciones embarazosas.
Después de eso, apenas hablaba con la gente. Se volvió una gris sombra. No hablaba por no meter la pata. Su problema, su enorme problema, es que le habían hecho incapaz para la mentira. Se acordaba frecuentemente de aquel cuento del niño que fue el único que vio al rey desnudo, y ella lamentó haber sido tantas veces ese niño. Se acordaba también de ese dicho que decía que la verdad siempre resplandece al final, cuando se ha ido todo el mundo. Por eso ella se encontraba tan sola. Se había ido todo el mundo. Para paliar su soledad, escribía poemas sobre todo, pero todo a sus ojos, era gris y ruinoso.
Cuando estaba en quinto de carrera, decidió presentar un poema largo para el certamen
que organizaba la universidad. Lo ganó. En el breve discurso que dijo el organizador del certamen, el catedrático de literatura renacentista, le dedicó las siguientes palabras:
...Una de las razones por la que hemos dado el premio a esta joven poetisa es porque el jurado hacía tiempo que no nos encontrábamos con un uso más acertado de la sátira u de la ironía. El triste juego de imágenes y máscaras, que parecen reales, no lo son. Son deformidades de lo real, juegos, que nos propone la poetisa y que el lector inteligente debe de aceptar de buen grado. Debemos mirarlos con la alegría de que en el fondo, no todo está perdido.
¿Pero qué dice este hombre?-Pensó ella- Yo no deformo nada. Yo cuento lo que veo. Yo no soy irónica ni satírica. Yo no hago nada de lo que él dice que hago. Se supone que es uno de lo mejores críticos literarios de este país. Qué está diciendo. Yo no hago nada de eso.
Cuando subió al estrado a recoger el premio, se limitó a decir gracias, dejando a todo el mundo sorprendido por el gran laconismo con el que recibió el premio.
Estuvo varios años más en la universidad preparando la tesis titulada "la apariencia y la mentira en el teatro del siglo de Oro" y no fue más que una sombra que iba y venía en los pasillos del Departamento.
La verdad tiene que caer en suelo fértil, dice otro aforismo y esta sociedad es un verdadero secarral, yerma de sinceridad. Cuando terminó la tesis, decidió coger una beca e irse a Japón, donde, por el desconocimiento del idioma, no tendría que preocuparse por abrir la boca y decir una inconveniencia. Por lo menos, hasta que aprendiera el idioma, si es que le daba tiempo a aprenderlo en el año que le duraba la beca.
Hace ya algún tiempo que la verdad huyó de este país. No importaría nada que su majestad el Rey diera el próximo discurso de navidad desnudo.
Sospecho que nadie se iba a dar cuenta.
lunes, febrero 12, 2007
Al final he decidido que voy a hacer caso a aquéllos que dicen que la cultura también consiste en no leer ciertas cosas. El hijo neoliberal del gran neoliberal Mario Vargas Llosa ha sacado otra vez junto con otros autores el libro del Manual del perfecto idiota iberoamericano, en el que arremeten, cómo no, contra la gente que no cree que haya que privatizarlo todo, contra los que creen que los gobiernos de Washington han hecho mucho mal en Latinoamérica. Arremeten, en definitiva, contra la gente de izquierdas. Si queréis más datos, podéis leer el artículo en el País donde papá Vargas hace publicidad del libro de su hijito. Corred, corred amantes del capitalismo norteamericano, a las librerías a comprarlo. Yo me quedaré leyendo a Saramago, que tiene más categoría que esta caterva de sinvergüenzas.
Claro que, como buena gente de derechas que son, olvidan muchas cosas: el daño que han hecho las privatizaciones de los servicios públicos y gratuitos, la rapiña de las grandes multinacionales, las sangrientas dictaduras corruptas de derechas, de que en Estados Unidos, el país más rico del mundo, tiene en sus pueblos y ciudades a cincuenta millones de pobres... se olvidan de todo y llaman idiota a los pocos disidentes del pensamiento único.
Y caen en los errores de siempre: hablan de lo bien que va Chile ( no dicen, sin embargo, lo mal que están las clases populares y que en Chile sólo tienen educación y sanidad los que se las pueden pagar) y por supuesto, obvian la debacle Argentina (¿hay un gobierno que haya practicado con mayor alegría el neoliberalismo que el de Carlos Menem?) Vamos, que son predecibles como sólo pueden ser los derechuzos: sabes siempre por dónde te van a salir.
Claro que, presienten que la engañifa les va a durar poco: el Gran neoliberal Vargas Llosa dice a propósito del libro de su hijo que ve que se está "idiotizando la gente poco a poco" es decir, que en Latinoamérica asoma ya un movimiento de izquierdas verdaderamente serio. También lo ve en EEUU y en Europa. Señor Vargas Llosa ¿No será que la gente ya está despertando y no se cree ya esta gran estafa?
Por supuesto, vuelven otra vez a los mismo tópicos de siempre, por ejemplo, el tópico de poner a caldo a Hugo Chávez (¿Qué tendrá este señor, que hace que los dentistas obtengan pingües beneficios? Porque cada vez que oyen su nombre, a la pudiente gente de derechas, con la dentera, se le estropea el esmalte de los dientes) Sólo con ver cómo le ataca la derechona, dan ganas a irse a vivir a Venezuela.
En fin, un libro al servicio del neoliberalismo, de propaganda y que no hace más que imitar la sátira y la ironía que casi siempre golpean por la izquierda.
Señores Mario Vargas Llosa e hijo: son ustedes unos intelectuales incompetentes y no han hecho nada por mejorar este mundo. Tal vez usted, Mario, con sus millones, con sus citas con Margaret Thatcher, sus conferencias y el lujo piense que el mundo está bien hecho, que dijera el poeta. Vale. Su mundo está bien hecho, Pero deje en paz al de los demás que yo no tengo tanto dinero como usted para curarme un cáncer, por ejemplo.
En fin, cosas de idiotas neoliberales.
Claro que, como buena gente de derechas que son, olvidan muchas cosas: el daño que han hecho las privatizaciones de los servicios públicos y gratuitos, la rapiña de las grandes multinacionales, las sangrientas dictaduras corruptas de derechas, de que en Estados Unidos, el país más rico del mundo, tiene en sus pueblos y ciudades a cincuenta millones de pobres... se olvidan de todo y llaman idiota a los pocos disidentes del pensamiento único.
Y caen en los errores de siempre: hablan de lo bien que va Chile ( no dicen, sin embargo, lo mal que están las clases populares y que en Chile sólo tienen educación y sanidad los que se las pueden pagar) y por supuesto, obvian la debacle Argentina (¿hay un gobierno que haya practicado con mayor alegría el neoliberalismo que el de Carlos Menem?) Vamos, que son predecibles como sólo pueden ser los derechuzos: sabes siempre por dónde te van a salir.
Claro que, presienten que la engañifa les va a durar poco: el Gran neoliberal Vargas Llosa dice a propósito del libro de su hijo que ve que se está "idiotizando la gente poco a poco" es decir, que en Latinoamérica asoma ya un movimiento de izquierdas verdaderamente serio. También lo ve en EEUU y en Europa. Señor Vargas Llosa ¿No será que la gente ya está despertando y no se cree ya esta gran estafa?
Por supuesto, vuelven otra vez a los mismo tópicos de siempre, por ejemplo, el tópico de poner a caldo a Hugo Chávez (¿Qué tendrá este señor, que hace que los dentistas obtengan pingües beneficios? Porque cada vez que oyen su nombre, a la pudiente gente de derechas, con la dentera, se le estropea el esmalte de los dientes) Sólo con ver cómo le ataca la derechona, dan ganas a irse a vivir a Venezuela.
En fin, un libro al servicio del neoliberalismo, de propaganda y que no hace más que imitar la sátira y la ironía que casi siempre golpean por la izquierda.
Señores Mario Vargas Llosa e hijo: son ustedes unos intelectuales incompetentes y no han hecho nada por mejorar este mundo. Tal vez usted, Mario, con sus millones, con sus citas con Margaret Thatcher, sus conferencias y el lujo piense que el mundo está bien hecho, que dijera el poeta. Vale. Su mundo está bien hecho, Pero deje en paz al de los demás que yo no tengo tanto dinero como usted para curarme un cáncer, por ejemplo.
En fin, cosas de idiotas neoliberales.
domingo, febrero 11, 2007
Lo siento de verdad. Me cuesta admitirlo. Es muy difícil para mí deciros esto:
Practico la autocensura.
Hay cosas de mi pasado de las que podría hablar pero me las callo, hay cosas que pienso pero no las digo. Podéis pensar que he sido claro y diáfano e intuís mi ideología, pero con todo, reconozco que hay cosas que me callo. No quiero causar ningún daño a los que me quieren y me leen.
A veces también podría dejar lo puesto por las teclas, pero corrijo párrafos enteros, tal vez quitando espontaneidad al fruto de mis pensamientos que son estos negros sobre blancos. Escribir no es el acto más sincero del mundo, pues escribir es seleccionar. Una novela es una sucesión de eventos seleccionados por el escritor sobre otros, un poema es dar protagonismo a una emoción callándose otras; los poemas de amor vienen desnudos de sexo; los poemas épicos nos censuran la cobardía del héroe; las novelas picarescas la gallardía del pícaro.
Cuando se escribe una autobiografía se elude los episodios más innobles. El tener una visión más agradable de uno mismo ya es autocensurar.
Se podría decir que la autocensura es mala, pero también es inevitable. El querer dar lo mejor de uno mismo es un acto de omisión y según los cristianos, por omisión también se peca. Por cierto, puedo deciros que he renegado del cristianismo, pero sabéis que mi comportamiento tiene tanta influencia de la conducta predicada por la iglesia, que se me hace muy difícil decir que he dejado de ser cristiano.
No quiero engañarme y no quiero engañaros, pero el acto de escribir es ya de por sí un engaño. Cuando la verdad se selecciona, que es lo que mayormente se hace en un blog, estás engañándote y estás engañando.
El arte es en realidad la búsqueda de mentiras: un actor miente cuando actúa, un pintor miente cuando pinta y un escritor miente cuando escribe. Sus trozos de realidad son agujeros donde podemos ver parcialmente. ¿Por qué entonces nos gustará tanto mirar por ellos?
No os voy a contar todo. No busquéis, porque no vais a encontrar. los críticos lo que hacen es engañar cuando "traducen" las obras a los demás mortales y yo os estoy engañando.
Estuve a punto de no escribir sobre la autocensura, pero no quise caer en ella.
¿Os lo creéis?
Practico la autocensura.
Hay cosas de mi pasado de las que podría hablar pero me las callo, hay cosas que pienso pero no las digo. Podéis pensar que he sido claro y diáfano e intuís mi ideología, pero con todo, reconozco que hay cosas que me callo. No quiero causar ningún daño a los que me quieren y me leen.
A veces también podría dejar lo puesto por las teclas, pero corrijo párrafos enteros, tal vez quitando espontaneidad al fruto de mis pensamientos que son estos negros sobre blancos. Escribir no es el acto más sincero del mundo, pues escribir es seleccionar. Una novela es una sucesión de eventos seleccionados por el escritor sobre otros, un poema es dar protagonismo a una emoción callándose otras; los poemas de amor vienen desnudos de sexo; los poemas épicos nos censuran la cobardía del héroe; las novelas picarescas la gallardía del pícaro.
Cuando se escribe una autobiografía se elude los episodios más innobles. El tener una visión más agradable de uno mismo ya es autocensurar.
Se podría decir que la autocensura es mala, pero también es inevitable. El querer dar lo mejor de uno mismo es un acto de omisión y según los cristianos, por omisión también se peca. Por cierto, puedo deciros que he renegado del cristianismo, pero sabéis que mi comportamiento tiene tanta influencia de la conducta predicada por la iglesia, que se me hace muy difícil decir que he dejado de ser cristiano.
No quiero engañarme y no quiero engañaros, pero el acto de escribir es ya de por sí un engaño. Cuando la verdad se selecciona, que es lo que mayormente se hace en un blog, estás engañándote y estás engañando.
El arte es en realidad la búsqueda de mentiras: un actor miente cuando actúa, un pintor miente cuando pinta y un escritor miente cuando escribe. Sus trozos de realidad son agujeros donde podemos ver parcialmente. ¿Por qué entonces nos gustará tanto mirar por ellos?
No os voy a contar todo. No busquéis, porque no vais a encontrar. los críticos lo que hacen es engañar cuando "traducen" las obras a los demás mortales y yo os estoy engañando.
Estuve a punto de no escribir sobre la autocensura, pero no quise caer en ella.
¿Os lo creéis?
sábado, febrero 10, 2007
Antes de empezar a escribir periódicamente, cuando iba en un ascensor, cuando dejaba de escuchar a un profesor en clase, cuando estaba en la playa descansando o mirando las estrellas una tarde sin luna de verano, echaba de menos el tener una libreta donde apuntar todas las ideas que me surgieran. Pensaba que podría escribir una enciclopedia con todas las ideas distintas que se me ocurrieran.
Pero empecé una tarde de octubre a escribir y me di cuenta de que en realidad siempre pienso en las mismas cuatro cosas, todas relacionadas con la lucha por la vida y todas muy similares a las que se os ocurren a vosotros. No son tan geniales como yo pensaba y creo que ya he hablado de todo lo que me preocupa. Sería dar vueltas a lo mismo si volviera a hablar del amor, de la brutalidad caníbal del capitalismo (ahora llamado neoliberalismo), de la injusticia o de las angustias que azotan al hombre moderno, que llevan por ejemplo, a que una mujer joven y sana muera prematuramente. No sé si la hermana de la princesa murió por ingesta excesiva de barbitúricos o porque le dió un ataque al corazón ; simplemente no me parece normal que ella muriera. Simplemente.
Estoy seguro que sus angustias eran muy parecidas a las mías. Hay algo contranatura en esta sociedad en que vivimos, y creo que esa es la idea fundamental que está enquistada en mi cabeza y que expreso de mil formas diferentes. No es una idea original mía, ni por supuesto, es una idea a la que yo pueda estirar mucho en mi blog. En el ascensor, en la playa, mirando a las estrellas me venían ideas que no eran más que reflejos de una misma idea que ya alguien le puso nombre: angustia existencial.
Por supuesto, voy a seguir escribiendo. Fue Picasso el que dijo que a él la inspiración siempre le pillaba trabajando. Sé que me repetiré a algunas veces, que me pasará como a Luis Cernuda, que toda su obra parece sacada de un mismo poema troceado en mil cachos, pero no por eso voy a dejar de seguir escribiendo. Ya os dije una vez que tengo que cumplir los tres objetivos del hombre. No me será difícil lo de plantar un árbol. A ver si puedo tener un hijo. Para no morirme, puedo estar escribiendo el libro toda la vida. Dividido en cachos, como el gran poema de Cernuda.
Pero empecé una tarde de octubre a escribir y me di cuenta de que en realidad siempre pienso en las mismas cuatro cosas, todas relacionadas con la lucha por la vida y todas muy similares a las que se os ocurren a vosotros. No son tan geniales como yo pensaba y creo que ya he hablado de todo lo que me preocupa. Sería dar vueltas a lo mismo si volviera a hablar del amor, de la brutalidad caníbal del capitalismo (ahora llamado neoliberalismo), de la injusticia o de las angustias que azotan al hombre moderno, que llevan por ejemplo, a que una mujer joven y sana muera prematuramente. No sé si la hermana de la princesa murió por ingesta excesiva de barbitúricos o porque le dió un ataque al corazón ; simplemente no me parece normal que ella muriera. Simplemente.
Estoy seguro que sus angustias eran muy parecidas a las mías. Hay algo contranatura en esta sociedad en que vivimos, y creo que esa es la idea fundamental que está enquistada en mi cabeza y que expreso de mil formas diferentes. No es una idea original mía, ni por supuesto, es una idea a la que yo pueda estirar mucho en mi blog. En el ascensor, en la playa, mirando a las estrellas me venían ideas que no eran más que reflejos de una misma idea que ya alguien le puso nombre: angustia existencial.
Por supuesto, voy a seguir escribiendo. Fue Picasso el que dijo que a él la inspiración siempre le pillaba trabajando. Sé que me repetiré a algunas veces, que me pasará como a Luis Cernuda, que toda su obra parece sacada de un mismo poema troceado en mil cachos, pero no por eso voy a dejar de seguir escribiendo. Ya os dije una vez que tengo que cumplir los tres objetivos del hombre. No me será difícil lo de plantar un árbol. A ver si puedo tener un hijo. Para no morirme, puedo estar escribiendo el libro toda la vida. Dividido en cachos, como el gran poema de Cernuda.
jueves, febrero 08, 2007
Estoy ahora trabajando. Me han contratado como Auxiliar administrativo para un proceso selectivo y me estoy quedando alucinado. En primer lugar, porque me contraten a mí, temporal, para una cosa de esas características y en segundo lugar, por la de cosas que presenta la gente. No os he dicho que se trata de una oposición para especialistas con licenciatura universitaria, en el que que tienen que presentar méritos, entre los que se incluyen cursos, doctorados, publicaciones...
La gente que se presenta me está dejando alucinado. Yo necesitaría tres vidas para hacer todas las cosas que presentan algunos. Uno, por ejemplo, Llegó uno con una maleta llena de originales y sus correspondientes copias.
Su currículum en fotocopias era más extenso que el Guerra y Paz. Llegué a pensar que era mentira todo lo que estaba presentando, pero su nombre estaba en todos los papeles que presentaba. Tenía cursos de todo tipo: de ofimática, de su especialidad, de lo que está relacionado con su especialidad, de lo que no era su especialidad, de lo que asemeja raramente a su especialidad y de aquello que no es su especialidad pero le puede ser útil en el puesto al que opta. Sólo le faltaba para tener todos los cursos del mundo un certificado de macramé y la etiqueta de anís del mono. Luego encima el sujeto había hecho publicaciones y conferencias y os puedo asegurar que ni Dios en caso de existir hubiera podido estar en tantos sitios a la vez. Y en cuanto a la vida laboral, había estado en más trabajos que Hércules viviendo diecisiete vidas.
De verdad, parecía imposible que una persona sola pudiera llegar a hacer tanto.
Y si fuera ese el caso más extremo... pero es que como él, había muchos. Mujeres y hombres que parece que no han hecho otra cosa en la vida que trabajar e ir a cursos de todo tipo ¡Es que han debido aprovechar la pausa del café para hacerse un curso de Office! De verdad, la gente que se presenta es tremenda.
Claro que es que ahora es el tiempo del reciclaje continuo y las vidas laborales largas. Antes, una persona tenía dos o tres cursos y dos o tres contratos en toda su vida, pare usted de contar. Ahora la gente, en la tercera parte de tiempo, ha hecho veinte o treinta cursos y ha tenido más de setenta contratos ¿Nos hemos vuelto locos?
Dicen que el saber no ocupa lugar. Que se lo pregunten a la maleta del tipo. Y claro, es que cada vez entre nosotros nos lo ponemos más difícil. Si uno lleva una maleta repleta de documentos, otro llevará dos. Encima, discutió con una compañera mía porque le anulaba cursos que el intentaba colar de rondón. Ella se justificó diciéndole que al igual que a él le rechazaba ese tipo específico de cursos, también se los rechazaban a otros. Él contesto que no era justo que si a él le quitaban diez Mercedes, no era lo mismo que a otro que le quitaran cuatro. A lo que le contestó mi compañera que no es una cuestión de cantidad, si no de idoneidad. Pero el tipo erre que erre y eso que sólo se le dejó de baremar un 6% de la maleta.
En fin, que esto más que burocracia es burrocracia. Si siguen esta línea de papeleo los procesos selectivos de las empresas y el estado, los españoles nos cargamos la selva amazónica en tres días.
Eso sí, os aconsejo comprar cuanto antes acciones de Samsonite.
La gente que se presenta me está dejando alucinado. Yo necesitaría tres vidas para hacer todas las cosas que presentan algunos. Uno, por ejemplo, Llegó uno con una maleta llena de originales y sus correspondientes copias.
Su currículum en fotocopias era más extenso que el Guerra y Paz. Llegué a pensar que era mentira todo lo que estaba presentando, pero su nombre estaba en todos los papeles que presentaba. Tenía cursos de todo tipo: de ofimática, de su especialidad, de lo que está relacionado con su especialidad, de lo que no era su especialidad, de lo que asemeja raramente a su especialidad y de aquello que no es su especialidad pero le puede ser útil en el puesto al que opta. Sólo le faltaba para tener todos los cursos del mundo un certificado de macramé y la etiqueta de anís del mono. Luego encima el sujeto había hecho publicaciones y conferencias y os puedo asegurar que ni Dios en caso de existir hubiera podido estar en tantos sitios a la vez. Y en cuanto a la vida laboral, había estado en más trabajos que Hércules viviendo diecisiete vidas.
De verdad, parecía imposible que una persona sola pudiera llegar a hacer tanto.
Y si fuera ese el caso más extremo... pero es que como él, había muchos. Mujeres y hombres que parece que no han hecho otra cosa en la vida que trabajar e ir a cursos de todo tipo ¡Es que han debido aprovechar la pausa del café para hacerse un curso de Office! De verdad, la gente que se presenta es tremenda.
Claro que es que ahora es el tiempo del reciclaje continuo y las vidas laborales largas. Antes, una persona tenía dos o tres cursos y dos o tres contratos en toda su vida, pare usted de contar. Ahora la gente, en la tercera parte de tiempo, ha hecho veinte o treinta cursos y ha tenido más de setenta contratos ¿Nos hemos vuelto locos?
Dicen que el saber no ocupa lugar. Que se lo pregunten a la maleta del tipo. Y claro, es que cada vez entre nosotros nos lo ponemos más difícil. Si uno lleva una maleta repleta de documentos, otro llevará dos. Encima, discutió con una compañera mía porque le anulaba cursos que el intentaba colar de rondón. Ella se justificó diciéndole que al igual que a él le rechazaba ese tipo específico de cursos, también se los rechazaban a otros. Él contesto que no era justo que si a él le quitaban diez Mercedes, no era lo mismo que a otro que le quitaran cuatro. A lo que le contestó mi compañera que no es una cuestión de cantidad, si no de idoneidad. Pero el tipo erre que erre y eso que sólo se le dejó de baremar un 6% de la maleta.
En fin, que esto más que burocracia es burrocracia. Si siguen esta línea de papeleo los procesos selectivos de las empresas y el estado, los españoles nos cargamos la selva amazónica en tres días.
Eso sí, os aconsejo comprar cuanto antes acciones de Samsonite.
miércoles, febrero 07, 2007
Una vez, le pidieron opinión a José Antonio Labordeta sobre su antiguo discípulo Federico Jiménez Losantos. Encogiéndose de hombros, se limitó a contestar que simplemente "es un hombre de su tiempo". Quizás eso no es lo mejor que se puede decir de un hombre.
No es casual que Losantos se dedique a la radio: las ondas Hertzianas son evanescentes, no permanecen en el aire más que un breve periodo de tiempo, el suficiente para calentar los cascos de fieles y desafectos. Pero nada más. El día de mañana, por mucho que quieran, ni los unos ni los otros se acordarán de lo que un día dijo Federico, porque lo que dice sólo sirve para el presente. De seguir así, Losantos tiene garantizado su olvido y el de sus ideas. Es lo que les pasa a los hombres anclados en un tiempo determinado.
Hay otros hombres que vivieron su tiempo, como fueron Goya, Buñuel o Chaplin, pero lo que hicieron traspasaron las fronteras temporales y ahora les seguimos viendo actuales, porque lo grande traspasa todo tipo de fronteras, tanto temporales como físicas. Son hombres eternos.
Hay, sin embargo, hombres que fueron de su tiempo y encerrados quedaron en su tiempo: tal es el caso de Goebbels, (aunque, todo hay que decirlo, es muy imitado ahora) Millán Astray, Fernando VII y tantos otros. Gentes que buscaron tanto el beneficio inmediato que casi nada dejaron. En vida dieron mucho miedo, para la posteridad dejaron la nada. Su importancia fue una impostura del destino que nunca les debió sacar del anonimato de la historia. Tal vez usurparon el destino de los hombres buenos que debieron estar en su puesto.
Federico será recordado como una curiosidad, porque ni ahora traspasa fronteras ni en el futuro las traspasará; Federico, a fuerza de gritar quiere ser grande, pero su pequeñez no es sólo física; también va a ser eterna. No grites, Federico; ningún hombre en el futuro te va a escuchar.
Vivimos en el mundo en el que todo no dura nada. Es la dictadura de lo efímero. No hay nada más efímero que la mentira y Federico tiene las patas muy cortas. Pero nada da más dinero que lo efímero. Un mundo corrupto necesita de lo perecedero: que las mentiras, los móviles, las modas y el petróleo sean efímeros, porque para que el negocio de la mentira permanezca, tiene que ser renovado permanentemente.
Losantos está de moda y es acaudalado porque es un hombre de este tiempo efímero y porque lo perecedero da dinero. Pero que no busque la inmortalidad. Ya ha elegido ser siervo de la nada.
No es casual que Losantos se dedique a la radio: las ondas Hertzianas son evanescentes, no permanecen en el aire más que un breve periodo de tiempo, el suficiente para calentar los cascos de fieles y desafectos. Pero nada más. El día de mañana, por mucho que quieran, ni los unos ni los otros se acordarán de lo que un día dijo Federico, porque lo que dice sólo sirve para el presente. De seguir así, Losantos tiene garantizado su olvido y el de sus ideas. Es lo que les pasa a los hombres anclados en un tiempo determinado.
Hay otros hombres que vivieron su tiempo, como fueron Goya, Buñuel o Chaplin, pero lo que hicieron traspasaron las fronteras temporales y ahora les seguimos viendo actuales, porque lo grande traspasa todo tipo de fronteras, tanto temporales como físicas. Son hombres eternos.
Hay, sin embargo, hombres que fueron de su tiempo y encerrados quedaron en su tiempo: tal es el caso de Goebbels, (aunque, todo hay que decirlo, es muy imitado ahora) Millán Astray, Fernando VII y tantos otros. Gentes que buscaron tanto el beneficio inmediato que casi nada dejaron. En vida dieron mucho miedo, para la posteridad dejaron la nada. Su importancia fue una impostura del destino que nunca les debió sacar del anonimato de la historia. Tal vez usurparon el destino de los hombres buenos que debieron estar en su puesto.
Federico será recordado como una curiosidad, porque ni ahora traspasa fronteras ni en el futuro las traspasará; Federico, a fuerza de gritar quiere ser grande, pero su pequeñez no es sólo física; también va a ser eterna. No grites, Federico; ningún hombre en el futuro te va a escuchar.
Vivimos en el mundo en el que todo no dura nada. Es la dictadura de lo efímero. No hay nada más efímero que la mentira y Federico tiene las patas muy cortas. Pero nada da más dinero que lo efímero. Un mundo corrupto necesita de lo perecedero: que las mentiras, los móviles, las modas y el petróleo sean efímeros, porque para que el negocio de la mentira permanezca, tiene que ser renovado permanentemente.
Losantos está de moda y es acaudalado porque es un hombre de este tiempo efímero y porque lo perecedero da dinero. Pero que no busque la inmortalidad. Ya ha elegido ser siervo de la nada.
martes, febrero 06, 2007
Escuchando el conocido tema de Depeche Mode , Enjoy de silence, me he dado cuenta de que me es muy difícil vivir sin ruido. Siempre hay un soniquete constante, que puede ser de los electrodomésticos de tu casa, de la tele o la radio del vecino, los coches que pasan por tu calle, o el tren a lo lejos. El silencio total no existe.
Si te despiertas antes de que suene tu despertador, podrás oir los de tus vecinos. A lo largo del día escucharás sus conversaciones, sus gemidos, sus músicas en forma de flatulencias. Yo soy un gran propagador de ruidos: cuando ando, cuando hablo, cuando existo.
Somos los siervos devotos de la cacofonía. Si salimos a un bar, la música debe estar alta para que nosotros hablemos a voces: No aguantamos quedarnos en silencio con alguien porque no soportamos callar. Yo temo, que si el ambiente hace mutis, me tenga que enfrentar sólo a mis pensamientos. Elimina el diálogo interior, decía una de las enseñanzas de Don Juan de Carlos Castaneda. No hables contigo mismo. Huye del silencio.
Benditos los aires acondicionados que hacen ruido. Benditos los coches que tocan las bocinas y se estrellan y benditos los aviones, que acaban con el mundo cada vez que despegan.
Quién puede esperar un fin del mundo en silencio. Necesitamos que cuando esto acabe sea con una sinfonía de cataclismos y volcanes, que toda la humanidad pierda sus tímpanos al unísono, justo antes de ser juzgados. ¿Cómo podrán oir su veredicto miles de millones de sordos? Un fin del mundo en silencio es decepcionante. El fin del mundo ha de ser un Júpiter tronante a ritmo de música bakala. Nadie quiere un final con música blues. El día que se acabe el mundo ponedme a Wagner, que fue muy bueno componiendo música para los finales trágicos.
En un paseo nocturno en el campo vi a David Gahan disfrazado de rey pasando a mi lado. Nos cruzamos en una carretera que sorteaba un cerro. Me miró y yo le miré a él, pero no nos saludamos. Ni buenas noches ni good evening. Llegué a una presa. Me di un baño. Cuando me zambullí dentro del agua una carpa me dijo telepáticamente que los que viven en el lecho de un pantano nunca tienen estrés. Le pregunté dónde salen las próximas convocatorias para opositar a carpa y ella me respondió que aún tenía que estudiar mucho temario para llegar a ser carpa, pero que si aprobaba, me aconsejaba que eligiera como destino la luna, si es que mi chica me permitía trasladarme allí.
Después del baño, estuve andando un rato y dejé atrás mi pensamiento. Y entonces comprendí lo que me dijo David Gaham:
-El ruido del pensamiento puede ser tan horroroso que puede dejar sordo al niño al que tanto asustaste en sueños.
Entonces, un león de trapo, una jirafa de goma, una muñeca de mi hermana, un coche de policía y yo rompimos a llorar en mi corralito.
Si te despiertas antes de que suene tu despertador, podrás oir los de tus vecinos. A lo largo del día escucharás sus conversaciones, sus gemidos, sus músicas en forma de flatulencias. Yo soy un gran propagador de ruidos: cuando ando, cuando hablo, cuando existo.
Somos los siervos devotos de la cacofonía. Si salimos a un bar, la música debe estar alta para que nosotros hablemos a voces: No aguantamos quedarnos en silencio con alguien porque no soportamos callar. Yo temo, que si el ambiente hace mutis, me tenga que enfrentar sólo a mis pensamientos. Elimina el diálogo interior, decía una de las enseñanzas de Don Juan de Carlos Castaneda. No hables contigo mismo. Huye del silencio.
Benditos los aires acondicionados que hacen ruido. Benditos los coches que tocan las bocinas y se estrellan y benditos los aviones, que acaban con el mundo cada vez que despegan.
Quién puede esperar un fin del mundo en silencio. Necesitamos que cuando esto acabe sea con una sinfonía de cataclismos y volcanes, que toda la humanidad pierda sus tímpanos al unísono, justo antes de ser juzgados. ¿Cómo podrán oir su veredicto miles de millones de sordos? Un fin del mundo en silencio es decepcionante. El fin del mundo ha de ser un Júpiter tronante a ritmo de música bakala. Nadie quiere un final con música blues. El día que se acabe el mundo ponedme a Wagner, que fue muy bueno componiendo música para los finales trágicos.
En un paseo nocturno en el campo vi a David Gahan disfrazado de rey pasando a mi lado. Nos cruzamos en una carretera que sorteaba un cerro. Me miró y yo le miré a él, pero no nos saludamos. Ni buenas noches ni good evening. Llegué a una presa. Me di un baño. Cuando me zambullí dentro del agua una carpa me dijo telepáticamente que los que viven en el lecho de un pantano nunca tienen estrés. Le pregunté dónde salen las próximas convocatorias para opositar a carpa y ella me respondió que aún tenía que estudiar mucho temario para llegar a ser carpa, pero que si aprobaba, me aconsejaba que eligiera como destino la luna, si es que mi chica me permitía trasladarme allí.
Después del baño, estuve andando un rato y dejé atrás mi pensamiento. Y entonces comprendí lo que me dijo David Gaham:
-El ruido del pensamiento puede ser tan horroroso que puede dejar sordo al niño al que tanto asustaste en sueños.
Entonces, un león de trapo, una jirafa de goma, una muñeca de mi hermana, un coche de policía y yo rompimos a llorar en mi corralito.
lunes, febrero 05, 2007
"El mascarón bailará entre columnas de sangre y de números,
entre huracanes de oro y gemidos de obreros parados
que aullarán, noche oscura, por tu tiempo sin luces,
¡Oh salvaje Norteamérica!¡oh impúdica!¡oh salvaje,
tendida en la frontera de la nieve (...)"
El poema del que procede este fragmento, danza de la muerte, lo escribió Federico García Lorca cuando se encontraba en el Nueva York del Crack del 29. Las cosas pintaban muy mal y nuestro poeta supo plasmarlo. Lo malo es que nada ha cambiado. Todo sigue siendo una cuestión de sangre y de números. Que se lo pregunten a los iraquíes.
¡Qué bien han interpretado su presente los poetas de todos los tiempos!¡qué gran profeta fue Federico! Los poetas van por delante de los demás mortales. Detectan antes que nadie lo malo y lo bueno. Saben lo que nos pasa antes de habernos pasado. Las palabras del buen Federico tienen más vigencia que las de muchos artículos leídos en prensa de la semana pasada, por ejemplo, los del otro Federico sin santos. Lo sublime siempre es más duradero.
Me acuerdo que cuando llegó el año dos mil, se discutía de cuándo empezaba el siglo XXI. El siglo XXI todavía no ha llegado. Todavía dominan las bestias del siglo XX. Esperemos que cuando mueran, su herencia muera con ellos. Saben que el mundo está muy mal hecho, pero viven bien de la chapuza que han ideado para todos los demás. El mundo debe ser nuestro, de los hipopótamos que quieren ser felices.
No es casual que mataran a Federico. Le mataron sin razón, pero no sin motivo, como diría Machado. Ahora se hacen guerras en aras de la libertad. Se hacen números porque hacen libres a una pequeña minoría. Todos los demás somos negros oprimidos de Harlem. Todos somos reyes de África en traje ridículo, haciendo de botones en un hotel.
"ni constructores, ni esmeraldas, ni locos ni sodomitas" dice otra parte del poema. Federico, ¿seguro que no te apellidas Nostradamus? ¿Sabías, acaso, que ibas a morir? ¿Sabes cómo moriremos nosotros? No quiero pensar, leyéndote, que lo sabías, pues me da miedo pensar que va a ser cierto lo que cantaba un loco anarquista que no era anarquista sino un borracho:
"There is no future"
entre huracanes de oro y gemidos de obreros parados
que aullarán, noche oscura, por tu tiempo sin luces,
¡Oh salvaje Norteamérica!¡oh impúdica!¡oh salvaje,
tendida en la frontera de la nieve (...)"
El poema del que procede este fragmento, danza de la muerte, lo escribió Federico García Lorca cuando se encontraba en el Nueva York del Crack del 29. Las cosas pintaban muy mal y nuestro poeta supo plasmarlo. Lo malo es que nada ha cambiado. Todo sigue siendo una cuestión de sangre y de números. Que se lo pregunten a los iraquíes.
¡Qué bien han interpretado su presente los poetas de todos los tiempos!¡qué gran profeta fue Federico! Los poetas van por delante de los demás mortales. Detectan antes que nadie lo malo y lo bueno. Saben lo que nos pasa antes de habernos pasado. Las palabras del buen Federico tienen más vigencia que las de muchos artículos leídos en prensa de la semana pasada, por ejemplo, los del otro Federico sin santos. Lo sublime siempre es más duradero.
Me acuerdo que cuando llegó el año dos mil, se discutía de cuándo empezaba el siglo XXI. El siglo XXI todavía no ha llegado. Todavía dominan las bestias del siglo XX. Esperemos que cuando mueran, su herencia muera con ellos. Saben que el mundo está muy mal hecho, pero viven bien de la chapuza que han ideado para todos los demás. El mundo debe ser nuestro, de los hipopótamos que quieren ser felices.
No es casual que mataran a Federico. Le mataron sin razón, pero no sin motivo, como diría Machado. Ahora se hacen guerras en aras de la libertad. Se hacen números porque hacen libres a una pequeña minoría. Todos los demás somos negros oprimidos de Harlem. Todos somos reyes de África en traje ridículo, haciendo de botones en un hotel.
"ni constructores, ni esmeraldas, ni locos ni sodomitas" dice otra parte del poema. Federico, ¿seguro que no te apellidas Nostradamus? ¿Sabías, acaso, que ibas a morir? ¿Sabes cómo moriremos nosotros? No quiero pensar, leyéndote, que lo sabías, pues me da miedo pensar que va a ser cierto lo que cantaba un loco anarquista que no era anarquista sino un borracho:
"There is no future"
domingo, febrero 04, 2007
Este fin de semana fuimos un grupo de amigos a un albergue a disfrutar del campo. Estábamos ayer dando un paseo nocturno, y en nuestra conversación surgió la idea que siempre sale cuando vas al campo y te lo pasas bien: ¿por qué no mando todo al carajo y me voy a vivir a un pueblo?
El silencio, la vida sosegada, el aire puro, los atractivos de una vida sencilla. Es muy tentador. Nosotros no elegimos vivir en ciudad. Fueron nuestros padres, que dejaron su vida de agricultores y cambiaron también nuestro destino. Pero la ciudad no nos gusta. Mucha prisa, mucha contaminación y mucha infelicidad.
A quién no le gusta el campo en un paseo nocturno...la conversación se vuelve placentera, el caminar, sosegado. Se valora más que nunca la amistad. En la gran urbe, hemos dejado atrás las rigideces sociales y la hipocresía. ¿Quién no desea venirse al campo?
Empiezas a hacer cálculos: cuánto costaría el hacerte con una casa, con cuánto podrías vivir... la idea va tomando forma. Pero ahora vienen las dudas. Recuerdas que ahora tus conocimientos en programación de vídeo o de itinerarios de transporte público o de carreteras ya no te valen de nada. Ahora necesitas saber cuándo es más idónea la siembra de la patata o cuánto abono debes echar para que te salgan unos buenos tomates. ¿y eso quién lo sabe? Buscas en el google. ¡Vaya, pues hay información sobre el cultivo de la patata! También he encontrado un abono magnífico para el tomate llamado COMPO. ¿Lo venderán en el Leroy Merlín? No sé, preguntaré a mi abuelo si ése es el abono que utilizaba. Aún así, necesito saber muchas más cosas... ¿Cuándo es más idóneo el ordeño de las vacas? ¿Es conveniente darlas un besito antes del ordeño o basta una caricia? ¿Qué tipo de ovejas tengo que comprar para obtener un buen queso de cabrales? ¿Cómo debo asistir en el parto a una gallina?¡Uff, cuántas cosas me quedan por aprender!
Ahora empiezo a valorar las cosas que sabían mis ancestros y que por desgracia, se han llevado a la tumba. Una sabiduría que desconozco, que yo no tengo pero que es fruto del trabajo y el ingenio de cientos generaciones, durante varios milenios. Mis antepasados se han dedicado a la agricultura desde que se pierde la noche de los tiempos. Son las generaciones de mis padres y mía las primeras que no se dedican a la agricultura ni a la ganadería.
Tengo una sensación de vértigo. ¿Y si la civilización desaparece? ¿Y si desaparece el google? ¿Dónde encontraré los métodos y herramientas de supervivencia que utilizaran mis antepasados? Soy comida de buitres si esta civilización se destruye. Un incapaz urbano que no sabe dónde obtener la leche si no hay un supermercado cerca.
Tiene razón el cretino: voy de culo y contra el viento. Dependo demasiado de la sociedad en la que vivo. Soy un pájaro que no escapa de la jaula en donde está aunque le abran la portezuela. Necesito el alpiste comprado en el Carrefour. El campo está a unos pocos kilómetros de donde vivo, pero mi distancia psicológica esw muy grande.
En fin, algún día deberíamos tomar la decisión mi chica y yo de irnos a vivir a un pueblo. Lo he hablado con mi mujer en alguna ocasión. Yo no he hecho más que oir maldiciones sobre el campo por parte de mi familia, pero no estoy seguro que sea mejor la ciudad. También es verdad que ha habido urbanitas que se han ido a vivir al medio rural y han fracasado. Es muy difícil romper los esquemas de vivir en la gran urbe. Yo los tengo grabados a fuego en mi cerebro. Pero quién sabe; a lo mejor nosotros tenemos éxito. Quién sabe.
No debe ser tan difícil asistir en el parto a una gallina.
viernes, febrero 02, 2007
Ayer se hizo un llamamiento para que la gente estuviera cinco minutos con las luces de la casa apagadas. Pues ni flores. El consumo sólo bajó un 2´5%.
"Bah, si estas cosas nunca sirve para nada""¿Pero tú te crees que nos harán caso en algún sitio?""¡Mierda, se me ha olvidado por completo el hacerlo" Total, que al final, fuimos cuatro los que decidimos apagar nuestras luces.
La iniciativa partió de unas ONG francesa, con el fin de que los gobiernos y las empresas se pusieran las pilas (que no las centrales térmicas) y pusieran soluciones a nuestro insostenible desarrollo. La idea era buena y poco costosa de hacer: sólo había que cortar la llave general de luz y esperar cinco minutos. SÓLO cinco minutos. Pero está visto que no sabemos ni queremos renunciar a nada. Con la manifestación de la vivienda, igual: de miles de jóvenes que podían venir, apenas fuimos a 900. "Es que era julio y en Madrid hace mucho calor en esas fechas", seguro que dirán algunos.
¿Qué está pasando, que no podemos hacer pequeños sacrificios, como apagar la luz cinco minutos o pasar la tarde del domingo en la Puerta del Sol? ¿Por qué nos cuesta menos el ir de rebajas a abarrotados grandes almacenes, aguantar empujones y el fortísimo calor en el invierno y el casi gélido ambiente de verano? (Si; he dicho bien: mucho calor en invierno y mucho frío en verano) No lo sé. Bueno, sí lo sé. Desgraciadamente, el hombre es animal de costumbres y lo que más le cuesta es cambiarlas; somos incapaces de exigir nada porque hemos perdido la costumbre de la reivindicación. ¿Qué puedo decir que no se haya dicho antes? Nada. Lo de siempre: que poco a poco se van perdiendo las conquistas sociales de años, que no renunciamos a nada y blablablá.
LLegará un momento que esa palabra quedará relegada a su rinconcito en el diccionario. Nos parecerá tan extraña como sinapismo, gario, aljibe u otros términos antaño usuales que me vienen a la cabeza. ¿Qué es lo que tiene que pasar para que volvamos a coger el testigo de la justa exigencia? ¿qué tiene de bueno renunciar a él?
Ayer en España fuimos cuatro los que nadamos contracorriente. Contracorriente alterna, cachi en diez.
"Bah, si estas cosas nunca sirve para nada""¿Pero tú te crees que nos harán caso en algún sitio?""¡Mierda, se me ha olvidado por completo el hacerlo" Total, que al final, fuimos cuatro los que decidimos apagar nuestras luces.
La iniciativa partió de unas ONG francesa, con el fin de que los gobiernos y las empresas se pusieran las pilas (que no las centrales térmicas) y pusieran soluciones a nuestro insostenible desarrollo. La idea era buena y poco costosa de hacer: sólo había que cortar la llave general de luz y esperar cinco minutos. SÓLO cinco minutos. Pero está visto que no sabemos ni queremos renunciar a nada. Con la manifestación de la vivienda, igual: de miles de jóvenes que podían venir, apenas fuimos a 900. "Es que era julio y en Madrid hace mucho calor en esas fechas", seguro que dirán algunos.
¿Qué está pasando, que no podemos hacer pequeños sacrificios, como apagar la luz cinco minutos o pasar la tarde del domingo en la Puerta del Sol? ¿Por qué nos cuesta menos el ir de rebajas a abarrotados grandes almacenes, aguantar empujones y el fortísimo calor en el invierno y el casi gélido ambiente de verano? (Si; he dicho bien: mucho calor en invierno y mucho frío en verano) No lo sé. Bueno, sí lo sé. Desgraciadamente, el hombre es animal de costumbres y lo que más le cuesta es cambiarlas; somos incapaces de exigir nada porque hemos perdido la costumbre de la reivindicación. ¿Qué puedo decir que no se haya dicho antes? Nada. Lo de siempre: que poco a poco se van perdiendo las conquistas sociales de años, que no renunciamos a nada y blablablá.
LLegará un momento que esa palabra quedará relegada a su rinconcito en el diccionario. Nos parecerá tan extraña como sinapismo, gario, aljibe u otros términos antaño usuales que me vienen a la cabeza. ¿Qué es lo que tiene que pasar para que volvamos a coger el testigo de la justa exigencia? ¿qué tiene de bueno renunciar a él?
Ayer en España fuimos cuatro los que nadamos contracorriente. Contracorriente alterna, cachi en diez.
jueves, febrero 01, 2007
Los cigarrillos son cilindros de papel que envuelven unas sustancias que son fruto del trabajo sin descanso que los laboratorios de las tabacaleras han hecho, con el fin de perpetuar lo más posible nuestra adicción en el tiempo. De resultas de aquellos experimentos, el tabaco huele peor y es más dañino que el que se fumaba hace unos años. Y lo detecto a pesar de que tengo mi órgano olfativo un poco atrofiado por culpa del vicio.
Cuando yo era niño y nos reuníamos toda la familia en los cumpleaños o en las navidades, se permitía fumar a mi tío y a mi madre: ella fumaba rubio y él negro. Ámbos se metían al coleto cajetilla o cajetilla y media en lo que duraba una celebración. El salón donde nos reuníamos parecía a cómo ambientan Londres cuando hacen una película de Jack el Destripador. Sin embargo, yo, si la memoria no me falla, no recuerdo que el olor fuera repugnante. Puede que hiciera daño a mis pulmones, pero no era desagradable. Tal vez también porque asocio el tabaco a mi madre, el olor de los cigarrillos no era agresivo a mi pituitaria. Notaba ese tufo tan característico en las casas de los fumadores a las que entraba y me agradaba el matiz que captaba mi olfato. Lo sabía reconocer y me gustaba.
Y otra cosa más: Como había más tolerancia, el tabaco era muy barato y la gente podía fumar en más sitios (hasta en la sala de espera de un Hospital) el fumador medio consumía bastantes más cigarrillo que los que se consumen ahora. Pese a que los ambientes estaban mucho más cargados que ahora, el humo del tabaco era menos agresivo para no fumadores y fumadores. Ahora, a los cinco minutos de entrar en un pub te lloran los ojos y se te ponen rojos; yo no recuerdo que, a mis diecisiete años, cuando empecé a frecuentar bares, donde se fumaba tanto o más que hoy, se me irritaran tanto los ojos.
Da igual la marca que se compre o si es tabaco rubio o negro (pese a la fama, ahora huele mejor el negro que el rubio) El tabaco en cigarrillos que nos están vendiendo es una estafa. Es bastante peor que el de liar y el de pipa, todo porque las tabacaleras quieren fidelizar a sus clientes del pitillo. Pero con ello, lo único que consiguen es que estemos más estigmatizados y marginados, lo que expelamos ahora es más basura que nunca y no nos dejen, con razón, estar en los sitios.
Recuerdo con una sonrisa leer en un libro escrito hace años que el tabaco hace más atractivo a un hombre porque forma parte de sus perfumes más varoniles. Perfúmate tú ahora con nicotina, ya verás lo que te dicen. Ahora más que nunca los fumadores estamos "apestados", sin olvidar de que fruto de los largos años de investigación de las tabacaleras, el enfisema puede venir más rápido.
Así que os propongo una demanda a las tabacaleras, por hacernos oler mal a los fumadores y sus casas. Ya que no las podemos demandar por lo de los enfisemas porque sus abogados están muy entrenados para defenderlas en ese punto, demandémoslas por propiciar nuestra muerte social. Como hay una relación directo entre lo mal que nos considera la gente por culpa del tabaco y los experimentos de laboratorio de los últimos tiempos, propongo que nos indemnicen por ello. ¿Vosotros qué opináis?
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