Recuerdo que había unos cromos con los personajes de Hannah Barbera, unas golosinas llamadas Petas Zetas que picaban en la boca, el sabor del Phoskitos de un recreo de cuando tenía ocho años, las bicicross BH verdes y blancas, una sudadera horrible verde y naranja de la marca karhu , la BH de paseo rosa, unos sobres de soldaditos que se llamaban Monta-man, el sabor con esencia de limón de la gaseosa Pitusa que yo bebía en casa de mis abuelos, las cerillas de Fosforera española que se encendían en el terrazo, las galletas María Fontaneda con las que hice una plasta y que luego tiró mi madre por ser una especie de engrudo incomible, la Biblia de mi tío era de las ediciones paulinas, dos Chrysler 180, uno dorado y el otro blanco, el primer diccionario que me regalaron era Kapelusz, mis vaqueros marrones claros Wrangler, el coche que conducía el humorista Pedro Ruiz cuando hacía de taxista era un Renault 9 GTS, que la tapicería del Dyane 6 amarillo de mis tíos era de listas marrones y naranjas, que la primera vez que olí un ambientador de pino fue en el Citroën GS de mi tío Juan, que mi tío Miguel fumó en una cumpleaños cigarrillos Lola, que el 850 se mi tío Mariano llevaba un San Cristobal, que el asador donde se celebró la comunión de mis hermanos y mía se llamaba Manrique, que la tarta que nos pusieron era charlota, el primer cogarrillo que me fumé era Dunhill comprado en Andorra, que rompí tres botellas de Long Jhon, los tebeos que me gustaban eran Don Miki y Copito, el insecticida Raiz que mi abuela echaba cuando había muchas moscas, los puros Don Álvaro que fumaba mi abuelo, las gafas Carrera de mi tío Paco y mi tío Rafa, el balón Tango que le regalaron a mi compañero Jose María, el Palé que sacó Cefa, el Monopoly, juegos reunidos Geyper, tenemos chica nueva en la oficina, se llama Farala y es divina, el spectrum, las cartas de Heraclio Fournier con las que jugábamos al cinquillo, el reloj Casio con calculadora de mi primo miguel, la colonia agua Brava de mi abuelo, la colonia varón Dandy de mi otro abuelo, la maquinilla Wilkinson de mi padre, el polo Benetton de mi hermana, sus cartas de Snoopy, la Super Pop de Henar, el Super López de Gabriel.
Por no hablar de un Simca 1200 verde y luego rojo, Talbot Solara GL blanco, dos televisores y una radio Grundig, una lavadora Agni, un friforífico White westinghause y fognes de Teka.
Vi en el cine una de Popeye en sesión matinal, mi tío volvía de Londres hablando de los Cereales de los desayunos ingleses, el pastel de carne que nos trajo, el sabor de la hostia consagrada, los vaquero gastados y sucios de Tomás, All That She wants, de Ace of base sonaba en la radio cuando, de vuelta a casa de las vacaciones, estaba pensando, cabreado, en las tres de las que tenía que examinarme; diceciséis litros de vino consumidos en menos de tres horas, hacer autoestop porque todos los de tu pueblos ya se han ido, la tercera declincación del latín, yo, mí, me, contigo, las pancetas, las litronas y el calimocho, los juncos, las eras, el medallón de Sara, su desmayo, los capones comprados vivos y matados después por mi abuela, el pan de mollete, los huevos que saben a huevos, el tomate que sabe a tomate y el cordero lechal que sabe a gloria y no a cordero, la emisora de radioaficionado de Julio y Ricardo, la ropa negra de Susana, el potito de Miguel que yo me comí.
De la enciclopedia Tristopedia, datos inútiles, recuerdos emocionados y alguna que otro almacenamiento inútil por un excesivo consumo de publicidad.
1 comentario:
los petas zetas, eran mi golosina preferida, eran magicas jajaj
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