jueves, octubre 04, 2007


Decían que los antiguos griegos manejaban, por la cosa de las declinaciones y porque eran muy inteligentes, unas 500000 palabras. Para que os hagáis una idea, el hablante medio español emplea unas 5000, y el español actual tiene unas 80000 palabras, más o menos. Sabiendo estos datos, nos es más fácil comprender el por qué hubo tan buenos pensadores en la Grecia antigua.
Al principio de todo fue el verbo, se dice. Vamos, que la palabra es el motor de creación. Se tiene una idea, se verbaliza y después se lleva a la práctica. Decir es crear y por eso, cuando más elementos usemos para la creación, mejor será el producto final ¿no?
Sin embargo, se ataca sin piedad al que se sale del acervo lingüístico cotidiano . Se le llama pedante. Sólo por usar lo que en realidad es patrimonio de todos, lo que está al servicio de todos: el idioma.
No digo que muchas veces detrás del escaparate intelectual muchas veces no haya nada. Yo mismo siempre procuro que mis textos no sean sólo envoltorio, que tengan sustancia, que no se queden en palabras más o menos bien puestas que enmascaren vacío interior.
Se ataca a los pedantes porque detrás de un lenguaje florido muchas veces no hay nada, pero hemos llegado al punto en que el problema es justo al contrario: el vocabulario que como hablantes usamos es pobre y por tanto también delata que pobreza hay en nuestro pensamiento. Por lo tanto, en el lenguaje parco tampoco se encierra nada.
Debemos tener la voluntad de aprender cada vez más vocabulario, porque es nuestro patrimonio y nuestra riqueza. Como sociedad debemos ser conscientes de que el problema del hablante actual no es la pedantería, antes al contrario, el manejo escaso de nuestra lengua madre.
Nadie tildaría a los antiguos griegos de pedantes por manejar alguno de ellos 500000 palabras. Tal vez por eso tiraron del carro de la civilización; tal vez por ello les debemos tanto

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