martes, agosto 28, 2007

Normalmente me refiero a esto que estoy haciendo como un blog, ¿pero esto qué es realmente cómo se llama, una bitácora, una sucesión de artículos, una columna de la nueva era de la telecomunicación? Pues creo que es lo de siempre: el deseo de alguien por comunicarse por escrito con otros.
Me han pasado cosas pero no me apetece hablar de ellas. Todavía me duelen (Dime qué se siente por ahí donde estás, abuela) y aunque las emociones son el mejor ingrediente para los que escriben artículos, parrafadas, galerías y otros poemas, hoy me escuece algo el alma y no encuentro el Betadine. Otro día os hablo de ello, con más reposo y con tirita.
Alguien que siempre tuvo un gran deseo de comunicarse fue el articulista Francisco Umbral, al que yo leí educándome como él leyó educándose a los miembros de la generación del 98.
Con los filtros que ahora tiene el mercado laboral no se puede ser periodista sino tienes másteres e idiomas y a ser posible otra carrera, si no has pasado antes por la condición de semiesclavitud y tomadura de pelo que es ser becario en España. Es decir, Umbral jamás hubiera sido Umbral. Hubiera seguido llamándose Francisco Pérez Martínez, un nombre tan bueno como otro cualquiera para estar olvidado en una residencia de ancianos. Afortunadamente, esos filtros de ahora no existían en el pasado, y un señor que no terminó los estudios primarios pudo ser una figura señera del periodismo: una referencia de los que tienen no sé cuantos másteres y dos carreras ¿Hace falta tanto para escribir bien?¿Y por qué tanta gente se muere sola en las residencias?
Reconozco que Umbral era una gran pluma aunque no se encontraba entre mis favoritos: ya os dije en alguna ocasión que es el que mejor prosa desarrollaba a la hora de decir casi nada; pero cuando en alguna ocasión decía algo con la prosa de la elegancia, había que rendirse a la evidencia de que le hicieron doctor en muchas universidades por algo; y sin ni siquiera ser licenciado previamente, que más mérito tiene todavía.
Me imagino que de empezar hoy, Umbral lo hubiera hecho como lo he hecho yo: escribiendo en ordenador un poco cada día, robando una hora de concentración al escaso tiempo que tiene un paria. Ahora los periódicos sólo quieren a gente con muchos másteres para que piensen como ellos, y Umbral estuvo en varios porque sólo pensaba como él mismo.
Y yo venía a hablar de mi blog, qué demonios.

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